ERC y PSC, diálogo bajo la mirada de Tarradellas

Los republicanos y los socialistas reivindican el legado del expresidente de la Generalitat en la nueva etapa de pactos entre los dos partidos

Josep Tarradellas, el día de su regreso a Barcelona, en 1977. / EUROPA PRESS

Una figura se asoma desde la historia en la nueva etapa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. Es la de Josep Tarradellas, quizá el referente del nacionalismo catalán más citado por la izquierda y por la derecha en España. Tarradellas había sido independentista, secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), consejero de la Generalitat republicana y el presidente simbólico de la institución en el exilio; pero Tarradellas también ostentó el título de marqués que le concedió Juan Carlos I, se ent...

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Una figura se asoma desde la historia en la nueva etapa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. Es la de Josep Tarradellas, quizá el referente del nacionalismo catalán más citado por la izquierda y por la derecha en España. Tarradellas había sido independentista, secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), consejero de la Generalitat republicana y el presidente simbólico de la institución en el exilio; pero Tarradellas también ostentó el título de marqués que le concedió Juan Carlos I, se entendió con el presidente Adolfo Suárez para restaurar en 1977 la Generalitat y confraternizó con Felipe González. Y sobre todo, mantuvo una especial afinidad con el socialismo catalán.

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Si hay alguien que hoy se declara heredero de Tarradellas, ese es Salvador Illa. En el debate de investidura del pasado mayo, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, espetó al líder del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) que su ideología “es la del nacionalismo español”. Illa replicó que él no es nacionalista: “No me gusta ponerme etiquetas, pero si quiere ponerme una, póngame la de tarradellista. Y nos une a su partido y al mío, fíjese”.

Aragonès y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prevén poner en marcha este septiembre la mesa de diálogo que debe encontrar una salida a las demandas del independentismo catalán. Al mismo tiempo, los dos Ejecutivos han iniciado un baile en el que acuerdan tirar adelante conjuntamente proyectos como la candidatura pirenaica de los Juegos Olímpicos de Invierno o la ampliación del aeropuerto Tarradellas El Prat —rebautizado por el Ejecutivo de Sánchez para honrar al president—. ¿Qué tiene Tarradellas que pueda aproximar a los dos partidos? “No sé si Tarradellas nos puede acercar”, valora Illa a EL PAÍS, “pero si somos fieles a su espíritu, deberíamos buscar el pacto”. Esta voluntad de pacto, apunta el jefe de la oposición en el parlamento de Cataluña, es lo que le empujó esta semana a ofrecerse a Aragonès como apoyo para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2022.

“Si en algo me siento heredero de Tarradellas es en querer unir a Cataluña y en no buscar conflictos absurdos con España”, dice Illa. Jordi Font, histórico dirigente del PSC, habla de Tarradellas como una figura paterna para el exministro de Sanidad. Su mentor político en el socialismo y en el Ayuntamiento de la Roca del Vallès —municipio del que fue alcalde—fue Romà Planas, uno de los colaboradores más estrechos de Tarradellas durante el exilio. El estilo Tarradellas que abandera el PSC, según Font, es que “no fue un doctrinario, no era un soñador, asumía la realidad como venía. Y tuvo una inteligencia práctica extraordinaria para romper con el franquismo”.

“Si somos fieles a su espíritu, deberíamos buscar el pacto”, argumenta Illa
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Tarradellas como paradigma del pragmatismo y alejado de aventuras. Este es el mensaje del PSC. El pasado junio, en la primera reunión de su llamado gobierno alternativo —una forma de estructurar la acción del grupo parlamentario socialista—, Illa ofreció a sus diputados, como guía para la legislatura, un discurso de Tarradellas: “Mi malogrado amigo Vicens Vives”, dijo el president en aquel discurso, “nos invitaba a meditar sobre el sentimiento pactista de nuestra mentalidad, que significa huir de las abstracciones, acercarse a la realidad de la vida humana y establecer la más estrecha responsabilidad colectiva e individual”.

La aproximación de ERC es diferente. “Tuvo una carrera tan larga, desde 1931 y hasta su muerte en 1988, que puedes escoger el Tarradellas que te guste más”, dice el historiador y periodista Joan Esculies, que está ultimando una nueva biografía sobre él. “ERC está aprendiendo lo que hizo antes el PSC, que es seleccionar el Tarradellas que les conviene más”. De todas formas, apunta Esculies, para lucir galones independentistas es normal que ERC “se sienta más cómoda con las figuras de Lluís Companys o Francesc Macià”.

El equipo de Aragonès explica que para el presidente de la Generalitat, Tarradellas es un referente “de fidelidad a unos ideales y a una idea de país cuando era más fácil abandonar”. Aragonès considera que “el papel de Tarradellas durante la Transición está siendo reinterpretado por ciertos sectores políticos. Salvador Illa, más que reivindicarlo, solo cita tres o cuatro ideas básicas”, indican sus colaboradores por escrito a este diario. Esculies valora que ambos partidos tienen su parte de razón. Tarradellas no fue nunca federalista y siempre abogó por que Cataluña ejerciera responsabilidades de Estado, pero al final de sus días aparcó la independencia a favor de un mayor consenso y se acercó al PSC como pinza contra su rival común, Jordi Pujol.

Aragonès sostiene que Tarradellas es un referente de “fidelidad a unos ideales y a una idea de país cuando era más fácil abandonar”

Font opina que, pese a la gesticulación, el partido de Aragonès y de Oriol Junqueras está asumiendo el principio de responsabilidad tarradellista. “El Tarradellas gobernante durante la guerra civil, el que se planta ante la insurrección de la FAI, el que gestiona la economía de guerra… Tengo la impresión de que ERC está recuperando está herencia y aterrizando en el principio de realidad”. Para Font, al partido republicano solo le falta asumir “la correlación de fuerzas”: “ERC insiste en exigir una ley de amnistía y la autodeterminación, y eso hoy son unos máximos que no llevan a ningún lado. Y Tarradellas, en saber leer la realidad, era un maestro”. Desde la presidencia de la Generalitat lo entienden de otra manera: Tarradellas consiguió reinstaurar la Generalitat “cuando parecía imposible”, cuando ni siquiera se había aprobado la Constitución y el franquismo estaba latente. “Este es un claro ejemplo de la necesidad de afrontar la negociación con la voluntad de llegar a un acuerdo, sin renunciar a nada”, concluye el equipo de Aragonès.

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