Colau acelera las obras en Barcelona para lucirlas antes del fin de mandato
Barcelona afronta más de 300 trabajos en los próximos dos años, sumando los proyectos de ciudad, mejoras, urbanizaciones y los que se pararon por la pandemia
Pasado el ecuador del mandato, los gobiernos municipales aprietan el acelerador de las obras para poder lucirlas antes de las próximas elecciones municipales. En Barcelona, la ciudad vive y vivirá en los próximos meses y hasta 2023 un frenesí de obras en las calles (o equipamientos y vivienda), de tal calibre, que incluso la alcaldesa Ada Colau lo menciona en sus últimas entrevistas. Advierte de que vienen meses de ruido, polvo y afectac...
Pasado el ecuador del mandato, los gobiernos municipales aprietan el acelerador de las obras para poder lucirlas antes de las próximas elecciones municipales. En Barcelona, la ciudad vive y vivirá en los próximos meses y hasta 2023 un frenesí de obras en las calles (o equipamientos y vivienda), de tal calibre, que incluso la alcaldesa Ada Colau lo menciona en sus últimas entrevistas. Advierte de que vienen meses de ruido, polvo y afectaciones de movilidad. Pero que la ciudad mejorará.
Porque al acelerón de los últimos años de mandato se suman las obras que llevan retraso debido a los meses de estado de alarma por la pandemia. La ciudad tiene ahora en marcha 138 obras, según el Servicio de Información de Obras. Y en cartera no menos de 200 más, indican fuentes municipales. La mayoría las capitanea Bimsa, la empresa municipal de obras, pero hay otros operadores, como Infrastructures (de la Generalitat), Sagrera Alta Velocitat o compañías de suministros.
Hay nervios: para terminarlas y por las molestias que causarán, admiten. Si algo inquieta al gobierno de comunes y PSC es el ruido mediático y en redes sociales. Cualquier obra comporta cortes o afectaciones para el tráfico y los peatones, eliminar aparcamiento, desplazar contenedores y también modificar líneas de autobús o eliminar estaciones del Bicing. La idea, para no alarmar a la ciudadanía, es presentarlas por paquetes. La semana que viene, por ejemplo, está previsto informar de las de verano.
El ejecutivo, además, ha acabado admitiendo que las obras venden, dan votos, y este mandato las publicitan: de enero a junio la alcaldesa y sus regidores hicieron cinco actos de colocación de primeras piedras: casco, chaleco, montón de tierra, pala y cilindro con los periódicos del día. En enero y febrero de 2020, antes del virus, las primeras piedras fueron tres. Antes, desde 2016, solo habían participado en cuatro actos, y algunos de obras de impulso privado, no de impulso municipal.
La ciudad estará patas arriba desde este mismo verano. Solo a partir de julio, a las obras que el Ayuntamiento siempre aprovecha para hacer en vacaciones, que suelen rondar el centenar, se suma la pacificación del entorno de 75 escuelas. En paralelo hay trabajos en marcha de gran envergadura: el túnel de Glòries (que debe estar listo en otoño, y antes de finales de año la idea es comenzar lo que falta del parque); la estación de la Sagrera y su enorme perímetro y entorno; un nuevo tramo de aceras ensanchadas en la Meridiana; o el corte de la Diagonal entre Marina y Verdaguer en el marco de las obras del tranvía, previstas para otoño. También se trabaja desde hace meses en la transformación del Port Olímpic, el entorno del Camp Nou y el barrio de La Marina.
En cartera, para iniciar obras antes de que acabe el año, hay las cuatro nuevas calles y plazas del Eixample del proyecto Superilla Barcelona (del urbanismo táctico se pasará a obras estructurales en Consell de Cent, Rocafort, Borrell, Girona y sus cruces). Carriles bici nuevos (paseo de Maragall o Via Augusta, por citar dos), mercados ya en marcha, escaleras mecánicas, reurbanización de calles secundarias, Gran de Sant Andreu, el cierre de las baterías antiaéreas del Turó de la Rovira, mejoras en la accesibilidad de estaciones de metro, rehabilitación de equipamientos, intervenciones del Plan de Barrios… Además de todos los pisos en marcha (más de 2.000) o las obras de mantenimiento (alumbrado, alcantarillado, canalizaciones...). El Comité de Obras, que reúne a técnicos de movilidad, de los distritos y de la Guardia Urbana, no tiene tregua.
Ningún responsable político o técnico de urbanismo o movilidad ha querido comentar la intensa actividad de pico, pala y excavadora que aguarda la capital catalana. Colau presume de que la inversión en el presupuesto de este año asciende a 800 millones y de que Barcelona lidera la licitación de obra pública de todo el Estado. “El año que viene no será sencillo, porque habrá muchas obras en la ciudad”, reconocía la edil recientemente en el foro Tribuna Barcelona. “Mientras hay obras hay dificultades”, admitió al tiempo que defendió “tener mirada larga para hacer transformaciones que son necesarias”.
Modificaciones pendientes en plaza de Espanya
La plaza de Espanya de Barcelona lleva desde julio de 2020, en la primera desescalada de la pandemia, con obras para adaptar las estaciones de metro y Ferrocarriles de la Generalitat (FGC) a las personas con problemas de movilidad. En función de la boca de metro o tren donde se interviene, se van haciendo cortes o desviaciones: del tráfico privado, autobuses y peatones. Ahora mismo, por ejemplo, el transbordo entre las líneas 1 (roja) y 3 (verde) del metro se hace en superficie: subiendo a la calle y volviendo a bajar. Los trabajos pisan incluso en parte el césped de la rotonda.
Terminado este paquete, está pendiente reabrir el melón del carril bici para atravesar la plaza en los múltiples itinerarios que se pueden hacer (Gran Via, Tarragona, Paral·lel, Sants, Maria Cristina...). Y hay otra incógnita: dónde se hará el pozo de la tuneladora que excavará para hacer posible la unión de los Ferrocarriles entre la plaza de Espanya y la estación de Gràcia.