Una denuncia por abusos de 2019 arroja nuevas dudas sobre la Abadía de Montserrat
El hombre que destapó los casos de pederastia del pasado pide una “búsqueda activa” de víctimas
La abadía de Montserrat, que en el pasado encubrió abusos a menores, está de nuevo bajo sospecha. La denuncia contra un monje por abusos sexuales a un adolescente de 17 años cometidos, presuntamente, hace solo dos años, pone en entredicho la capacidad de la comunidad monástica para atajar los casos de ...
La abadía de Montserrat, que en el pasado encubrió abusos a menores, está de nuevo bajo sospecha. La denuncia contra un monje por abusos sexuales a un adolescente de 17 años cometidos, presuntamente, hace solo dos años, pone en entredicho la capacidad de la comunidad monástica para atajar los casos de pederastia en su seno. La cronología no juega a su favor: los hechos que ahora se atribuyen a Gabriel S. ocurrieron en 2019, el mismo año en que el abad, Josep Maria Soler, pedía públicamente perdón en su homilía a las víctimas a las que el monasterio no supo proteger.
“Nos hace mucho daño. Hemos dedicado esfuerzos y recursos a establecer nuevos protocolos, a hacer de la abadía un recinto seguro… Y pasa esto”, lamenta un miembro de la comunidad benedictina de Montserrat partidario del máximo castigo a los casos de pederasta. Para evitar cualquier crítica por inacción, el abad ha apartado de todas sus funciones al religioso nada más conocer la denuncia —el miércoles, los Mossos entregaron en persona una citación judicial para acudir a declarar— e informará al Vaticano. A Gabriel S. se le ha permitido seguir residiendo en su celda.
Todos los casos conocidos de pederastia en la Iglesia española
El caso es aún más difícil de digerir porque no afecta a la vieja guardia del monasterio, sino a un monje joven que pertenece a una generación supuestamente más sensible ante los casos de pederastia en la Iglesia. Gabriel S. tiene 38 años y es, además, un monje relativamente popular. Las vocaciones religiosas escasean entre los jóvenes, de modo que, cuando dio el paso de la facultad de Ciencias Políticas de la UAB al monasterio más emblemático de Cataluña, decidió contar su caso.
“Me gustó el proyecto de ser monje. En la vida monástica se vale por lo que se es, no por lo que se hace”, contó hace siete años en una entrevista audiovisual para el Centre d’Estudis Jordi Pujol. El monje restaba dramatismo a la elección de ese modo de vida y aseguraba que los cerca de 60 monjes que viven en el monasterio son “como una gran familia”, con sus “ventajas e inconvenientes”.
La comunidad se debate entre el deseo de que las acusaciones sean falsas —en su comunicado, el abad expresó su “respeto por la presunción de inocencia” de Gabriel S.— y la alerta por un caso que muestra un problema latente. Es el primer abuso que se denuncia en este monasterio que no está prescrito, por lo que tendrá recorrido judicial, sea cual sea el resultado final. La presunta víctima tenía 17 años cuando ocurrieron los hechos, de los que por ahora no han trascendido detalles, ni siquiera el lugar donde se produjo. El chico, ahora mayor de edad, ha decidido denunciar tras una serie de contactos con Miguel Hurtado, el hombre que denunció por primera vez los abusos sistemáticos en Montserrat.
La abadía cree que se trata de un caso aislado y descarta que pueda haber un reguero de víctimas, aunque lo cierto es que no lo sabe. “Lo que deberían suponer es justo lo contrario: que puede haber más víctimas. Y hacer una búsqueda activa para encontrarlas”, lamenta Hurtado. Su denuncia puso sobre la pista de los abusos sistemáticos cometidos por el monje Andreu Soler contra al menos 14 menores durante 40 años, cuando era responsable de la agrupación escolta. La comisión de investigación propiciada por Montserrat llegó a la conclusión de que actuó con impunidad como “depredador sexual”. Los resultados de aquella investigación, dados a conocer en 2019, revelaron la existencia de otros dos casos de abusos cometidos por otro monje. V. M. T, en 1968.
Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es