Opinión

Un arte de la memoria

Las obras conceptuales de los sesenta y setenta son a veces tan raras que te obligan a darles sentido y poética, incluso a darles habla. Hay ecos de la historia y la sensibilidad en la colección Tous en el Macba

Visitantes de la exposición 'En tiempo real' en el Macba.Massimiliano Minocri

Quien lo diría: las obras conceptuales de los sesenta y setenta, hasta hoy, pero sobre todo las de entonces, son arte de la memoria. Son a veces tan raras que te obligan a darles sentido y poética, incluso a darles habla. Es lo que le ha pasado a esta cronista al volver a verlas, en la exposición En tiempo real en el Macba, donde luce la colección Tous. Tiempo real, tiempo de siempre. No es en realidad tan extraño: estos artistas no separan a menudo entre obra y documento. O sea que ahí me tienen, con los ojos bien abiertos ante la cortina transparente de Eugènia Balcells en su Supermer...

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Quien lo diría: las obras conceptuales de los sesenta y setenta, hasta hoy, pero sobre todo las de entonces, son arte de la memoria. Son a veces tan raras que te obligan a darles sentido y poética, incluso a darles habla. Es lo que le ha pasado a esta cronista al volver a verlas, en la exposición En tiempo real en el Macba, donde luce la colección Tous. Tiempo real, tiempo de siempre. No es en realidad tan extraño: estos artistas no separan a menudo entre obra y documento. O sea que ahí me tienen, con los ojos bien abiertos ante la cortina transparente de Eugènia Balcells en su Supermercart de 1976 que instaló en la sala Vinçon, una esplendorosa colección de miniaturas, fotos, arena, condones y otras muchas más cosas que te dejan parada.

Claro que también era joven entonces yo, me dirán, y de ahí que encuentre aquí parte de mi memoria. Hablamos de Joan Rabascall, Antoni Muntadas, Àngels Ribé, Francesc Abad, Jordi Benito, Francesc Torres, Pere Noguera, Carlos Pazos… Sí, sin duda es eso, comparto memoria, trato y algunos referentes que me permiten leer estas obras que abrazan la rareza y que no son ni pintura ni escultura. Pero no es solo eso, diría, no es solo el lazo de memoria que une artistas y espectadores de las mismas generaciones lo que me hace decir que el conceptual también es un arte de la memoria. Es algo más profundo, me parece a mi. Es que, entonces y ahora, estas obras raras encierran un reflejo poderoso de aquellos años históricos. Los cambios en los sesenta y setenta no fueron solo en las artes, y por eso mismo este arte del documento y de la acción evoca bien aquellos años bárbaros y arriesgados.

Los cambios estratosféricos en las costumbres domésticas, la sociedad del consumo, todo eso está ahí
Los cambios estratosféricos en las costumbres domésticas, la sociedad del consumo, todo eso está ahí

Arte de la acción, y no solo del documento, porque una manera de crear entonces fueron algunas performances salvajes, como las de Jordi Benito, que en la Miró había llevado un toro en 1979 ante el cual una pareja practicó el coito y luego el toro fue sacrificado. Diez años después, en la sala Metrònom, de Rafael Tous, Benito trazó la gran instalación Les portes de Linares, con toro disecado incluido. Arte de la memoria encerrada que en los sesenta surge de los retoños airados o asqueados del franquismo y que en los ochenta se remite a esa misma memoria. Con distintos tonos.

Ahí está por ejemplo Rabascall, liviano y sarcástico. Un collage de trozos de diarios y revistas ensamblados en cuadrados le permite ofrecer en el año 1968 un panorama irónico de la cultura de masas de aquellos años. Parece un cruce de motivos pop (los conceptuales y los pop son a menudo primos hermanos). La sociedad de consumo, los cambios estratosféricos en las costumbres domésticas, todo eso está ahí. Y luego tienes, en otra sala, su instalación Elecciones Show, del año 1977. En el suelo, portadas de revistas y periódicos del momento, y en la pantalla, tripartita, se suceden las imágenes de chicas en cueros (¡el destape!), eslóganes electorales y fotos de los políticos que se van sucediendo desde los últimos años del franquismo hasta aquel año electoral.

Cada cual puede encontrar su hilo rojo de memoria en estas salas. Los espectadores jóvenes parecen encontrarlo
Cada cual puede encontrar su hilo rojo de memoria en estas salas. Los espectadores jóvenes parecen encontrarlo
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Suenan canciones del momento, y es casi imposible no sonreír. La memoria escoge lo que olvida, dijo el poeta, y algunas de estas imágenes te causan estupefacción de tan escondidas que las tenías… Mientras la vemos con regocijo, una mujer se pone a bailar.

Todos los artistas y todas las obras aquí reunidas tienen su hilo y su puntada, es una de las mejores cosas de esta selección. No se pierdan tampoco la obra en la capilla de al lado y, en el Born, las obras en la sala Metrònom, abierta para la ocasión. Cuando empezamos el recorrido, a mi me sobrevoló primero una cierta desazón, tal vez por encontrarme con estos viejos amigos y temer que acusaríamos el tiempo quizá en demasía. Poco a poco la sonrisa tomó mi cara y una alegría tranquila me guió por las salas, incluso una cierta fascinación.

¿Efectos del juego de espejos de la memoria? Puede, pero no era solo eso. Lo advertí ante la traviesa obra de Eugènia Balcells y su supermercado de niñerías envuelto en plástico que de vez en cuando deja ver indicios no tan pueriles, o ante las agudas flechas de los dibujos-collage de Muntadas a partir de la televisión. No son los únicos, en absoluto.

Cada cual puede encontrar su hilo rojo de memoria en estas salas. Los espectadores jóvenes, por lo que advertí el otro día, también parecen encontrarlo. Por estas razones de hoy cabe asimismo agradecer al empresario textil Rafael Tous su decidido apoyo a los artistas y al arte de su tiempo y a su memoria, que también es la nuestra.

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