La Marina, el barrio que espera a 30.000 vecinos

La nueva área de la capital catalana, en la Zona Franca, echa a andar aunque solo hay construidos o en obras un 5% de los 10.900 pisos previstos

Obras en el barrio de la Zona Franca, un barrio que espera 30.000 vecinos nuevos en los próximos años.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Cuentan que cuando un alto cargo del Ayuntamiento de Barcelona —nacido fuera de la ciudad—, visitó por primera vez La Marina de la Zona Franca, se llevó las manos a la cabeza: “¡Esto parece Beirut!”. Delante tenía 75 hectáreas de solares, un mini barrio y actividad industrial. Ubicadas, además, en una punta de la ciudad: al final del paseo de la Zona Franca, entre Montjuïc, la ronda Litoral y la Fira de la Gran Via, ya en L’Hospitalet.

Han pasado unos años y el que será un nuevo barrio de Bar...

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Cuentan que cuando un alto cargo del Ayuntamiento de Barcelona —nacido fuera de la ciudad—, visitó por primera vez La Marina de la Zona Franca, se llevó las manos a la cabeza: “¡Esto parece Beirut!”. Delante tenía 75 hectáreas de solares, un mini barrio y actividad industrial. Ubicadas, además, en una punta de la ciudad: al final del paseo de la Zona Franca, entre Montjuïc, la ronda Litoral y la Fira de la Gran Via, ya en L’Hospitalet.

Han pasado unos años y el que será un nuevo barrio de Barcelona —del que los últimos cuatro alcaldes han dicho que será la repera—, echa a andar. Ya tiene metro y está previsto que albergue 10.900 pisos y casi 30.000 vecinos, datos que muestran que estamos ante una de las tres grandes reservas de suelo de Barcelona, junto al 22@ y La Sagrera. Y también ante la oportunidad de pensar, planificar, repetir aciertos y evitar errores... Materializar, en fin, un barrio entero.

Desde Barcelona Regional, su director, Josep Bohigas, sitúa el principal reto de La Marina en que “se posicione como ciudad, no como las afueras”. Y considera clave resolver “la conectividad con Montjuïc, con el paseo de la Zona Franca que en el futuro no será una autopista, y también con el centro, por el Morrot”.

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En 2019 se aprobaron una modificación del Plan General Metropolitano y el plan especial de infraestructuras de la zona, que convertirá un tejido industrial y de almacenes en mixto: 73% de vivienda (47,5% con protección y 54,5% privada) y 27% de actividades. Y además 13 hectáreas de zonas verdes y 11 de equipamientos. Entre pisos (hasta ocho plantas) y actividad económica, se construirán más de un millón de metros cuadrados de techo. Cualquier proyecto de edificio de la zona tiene que pasar por la llamada Comisión de Calidad (como en el 22@), que vela por la coherencia del conjunto.

El plan es de tanta envergadura que se desarrollará por etapas y hasta 2036. Veremos pasar varios alcaldes más. Hay 14 sectores y solo cuatro tienen el planeamiento derivado aprobado. Son los que han arrancado y donde se han terminado 168 pisos y están en obras otros 417. Suman el 5% del total de los que habrá. El resto de los sectores tienen el planeamiento en trámite (2), en estudio (1) o ni eso (7).

Con tantas hectáreas y ceros (de metros construibles y de euros a invertir), el gobierno de la alcaldesa Ada Colau creará una oficina específica para centralizar la gestión y la interlocución con todos los agentes implicados: desde los propietarios del suelo (la mayoría privado), los promotores privados interesado, los públicos, los vecinos de la Zona Franca, las administraciones competentes en los equipamientos previstos, el tejido económico y comercial que apueste por la zona...

Pero el barrio, que por fin arranca, tropieza con un imprevisto de magnitud planetaria: la crisis económica derivada de la pandemia. De lo que hay acabado o en marcha, la mayoría son promociones de vivienda con algún tipo de protección. De precio libre solo hay una muy avanzada de Culmia, la antigua promotora del Banco Sabadell.

Albert Civit, que fue gerente de Hábitat Urbano con el alcalde Xavier Trias, y es experto en gestión de suelo, celebra el potencial de la zona, pero señala cuestiones clave: “Una es la ubicación, en una punta, y sería bueno encontrar un atractivo de ocio o cultural de fin de semana; otro es analizar qué actividades económicas presentes son viables y ser consciente de que habrá que indemnizar a quien se tenga que marchar”. Y por último, alerta de que es necesario aligerar la gestión y las cargas a los promotores: la parte de calles e infraestructuras que deben pagar.

Inversores

Desde la asociación de promotores, la APCE, el presidente de la comisión de Urbanismo y Vivienda, Francisco Pérez, se declara “gran defensor de La Marina, donde con casi 11.000 viviendas libres y con protección, actividad e infraestructuras”. “Puedes convertirlo en el barrio que quieras, le puedes imprimir carácter y hacer un barrio de calidad”, asegura. Pero señala que “hasta que no se vayan desarrollando los sectores y estén urbanísticamente avanzados es difícil que los promotores pequeños o medianos entren en La Marina, porque requiere grandes inversiones”.

Además de los actores públicos (como el Instituto Municipal de la Vivienda y la Rehabilitación) y la antigua promotora del Sabadell, en la zona se ha posicionado AQ-Acentor, la promotora del gestor de fondos de inversión alemán Aquila Capital. En su página web promociona cuatro promociones en la calle del Foc, delante de la Fira y los nuevos edificios de la Generalitat.

“Lo interesante sería que el Ayuntamiento acelerara algunos de los sectores”, opina el representante de APCE, que ve el plan de etapas, hasta 2036, muy prolongado. También debería construir en La Marina el operador metropolitano de vivienda de alquiler, una empresa mixta entre el Área Metropolitana de Barcelona y un socio privado que está en fase de selección.

Solo 1.196 habitantes en los edificios de las ‘casas baratas’

La Marina del Prat Vermell solo tenía 1.196 habitantes, según el último padrón disponible (2019). Muchos son vecinos de las antiguas casas baratas Eduardo Aunòs. Como Mónica, Pedro y Francisco, que pasean un día festivo por la zona nueva. Los edificios que sustituyeron las casitas se entregaron los años 90. Ahora celebran los cambios en el barrio: “El metro, el Mercadona \[al otro lado del paseo de la Zona Franca, en los edificios de Agbar e Hisenda\], el centro comercial Gran Via, la comisaría de los Mossos... Ya no necesitamos ir a Barcelona”. Trabajan en Mercabarna, en Santiveri y en la recogida de basura. Todo muy cerca. Paula, en cambio, apenas hace vida de barrio. Firmó la hipoteca del piso de protección que le adjudicaron en marzo, y espera que la zona se anime. Con su pareja siempre entran y salen del barrio en coche, explican.

Mucho más entusiastas son Tomoko Sakamoto y David Llorente, diseñadores gráficos que conocieron el barrio cuando les encargaron la maquetación del libro sobre los 25 años de la agencia de desarrollo urbano Barcelona Regional, que dedica un capítulo a La Marina. Se enamoraron de la idea y con sus hijos son una de las 32 familias socias de la cooperativa del proyecto de covivienda La Chalmeta, que se levanta en suelo público.

“Será un barrio con una gran calidad urbana y ambiental, nos ilusiona ser pioneros y poner nuestro granito de arena, y también extender la idea del edificio de covivienda a todo el barrio, hacer red”, explica Sakamoto.


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