La cuenta atrás
Los dos socios del Govern recuerdan a los Sharks y los Jets de ‘West Side Story’ en el arranque del musical, cuando se tantean mientras chasquean sus dedos
En este país anómalo, nada transcurre por su cauce ordinario ni recibe el nombre que le correspondería. No tenemos presidente, sino vicepresidente en funciones de presidente, hay partidos que cambian de nombre y niegan toda vinculación con ellos mismos en su denominación anterior, y se convocan elecciones por pasiva. Este miércoles, Roger Torrent ha dado cuenta de que arrancaba “la cuenta atrás para la disolución del Parlament”. Es decir, que quedaban convocadas las elecciones para el 14 de febrero. Es cierto que falta un trámite, la firma del decreto de disolución, pero, como su nombre indica...
En este país anómalo, nada transcurre por su cauce ordinario ni recibe el nombre que le correspondería. No tenemos presidente, sino vicepresidente en funciones de presidente, hay partidos que cambian de nombre y niegan toda vinculación con ellos mismos en su denominación anterior, y se convocan elecciones por pasiva. Este miércoles, Roger Torrent ha dado cuenta de que arrancaba “la cuenta atrás para la disolución del Parlament”. Es decir, que quedaban convocadas las elecciones para el 14 de febrero. Es cierto que falta un trámite, la firma del decreto de disolución, pero, como su nombre indica, será un trámite condicionado a un calendario impuesto.
Galimatías a parte, las elecciones ya están convocadas de facto. Ha quedado claro cuando los portavoces han intervenido para dar su versión sobre esa cuenta atrás y lo que han hecho es presentar su estrategia electoral. El portavoz de Junts per Catalunya, Albert Batet, lanzando una especie de pre-eslogan, “solvencia e independencia”, e insistiendo en que con el Estado no se va a ninguna parte, y el de Esquerra, Sergi Sabrià, remarcando que ese Govern independentista ha de ser “de izquierdas”, y que ellos querían las elecciones antes. Estos dos socios recuerdan a los Sharks y los Jets de West Side Story en el arranque del musical, cuando se tantean mientras chasquean sus dedos. Y los otros grupos, igual, delimitando el campo de juego propio.
Más allá de la puesta en marcha del contador, la sesión de control ha sido casi un monográfico sobre covid, lo cual, dentro de la angustia general que nos atenaza, tranquiliza un poco: lo mínimo exigible al Parlament es que debata sobre las medidas para afrontar la pandemia, más allá de alguna salida de tono de quien se siente obligado por fidelidad a los colores. Es en este terreno donde Pere Aragonés trata de afianzarse en su no-cargo y dar imagen de hombre de Estado, y se ha sacado de la manga una oferta de reunión con todos los grupos “que usted no podrá rechazar”, como diría Marlon Brando.
Esquerra sigue andando por la delgada línea que separa la vocación de gobierno y el activismo épico
Pero Esquerra sigue andando por la delgada línea que separa la vocación de gobierno y el activismo épico. Por eso, este miércoles, no podía faltar la apelación a Lluís Companys, fusilado por el franquismo hace ahora 80 años. Quim Torra abrió juego exigiendo al Gobierno Sánchez una disculpa por el fusilamiento, y ERC se sumó (no quiero imaginar la que le habría caído si no lo hace). La portavoz del partido, Marta Vilalta, ha centrado, y la consellera de Justicia, Ester Capella, ha rematado una intervención menospreciando la próxima ley de Memoria que estudia el Ejecutivo central, que pretende anular la sentencia de Companys. Una Generalitat que es Estado sin quererlo exige que se disculpe ese Estado del que forma parte por lo que hizo otro Estado anterior. Con la peculiaridad de que, hoy en día, quienes se sientan en el Gobierno central son los herederos de quienes estaban en la misma trinchera que Companys, y cuentan también por miles sus víctimas de la represión (un ministro socialista, Julián Zugazagoitia, fue detenido en la misma operación que el president y fusilado una semana antes). ¿Se imaginan al Gobierno PSOE-Podemos pidiendo perdón por el asesinato de las Trece Rosas?