Los que consiguieron escuelas, asfalto y transporte público
El movimiento vecinal de Nou Barris celebra 50 años de luchas para mejorar los barrios del norte de Barcelona
Cuando se repasa lo que consiguieron, entra casi angustia de pensar qué habría sido de los barrios de Nou Barris sin la lucha vecinal. A caballo entre los 60 y los 70 del siglo pasado, el abandono institucional de la periferia norte de Barcelona era... temerario. Eran barrios distintos en orografía: unos de vivienda social, otros privada, Casas Baratas levantadas antes de la Exposición Universal de 1929 y también casas de autoconstrucción....
Cuando se repasa lo que consiguieron, entra casi angustia de pensar qué habría sido de los barrios de Nou Barris sin la lucha vecinal. A caballo entre los 60 y los 70 del siglo pasado, el abandono institucional de la periferia norte de Barcelona era... temerario. Eran barrios distintos en orografía: unos de vivienda social, otros privada, Casas Baratas levantadas antes de la Exposición Universal de 1929 y también casas de autoconstrucción.
Poblados sobre todo de oleadas de migrantes que llegaban de toda España para trabajar, compartían carencias: no había alcantarillado, ni calles asfaltadas, ni agua ni luz, ni escuelas o institutos, ni servicios médicos... ni semáforos, y ya no digamos transporte público. Sus logros forjaron también un inquebrantable orgullo de barrio.
Las asociaciones vecinales se nutrieron de vecinos combativos y / o que militaban en la clandestinidad y “aumentaron la capacidad de respuesta colectiva”, como señalan Albert Recio y Pep Ortiz, de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos y Entidades del distrito. En aquellos años, siempre con la represión policial presente. Y en algunos casos, la complicidad de los curas obreros. Alianzas que dieron lugar a imágenes como la del jesuita Santiago Thió, ¡con sotana! colaborando con los vecinos de Roquetes a construir una alcantarilla.
El distrito celebra ahora 50 años de movimiento vecinal, de la creación de la Asociación de Vecinos 9 Barrios. El primer acto fue la presentación, este sábado, de un número especial de la revista Clatellot, el boletín de la Coordinadora. Un monográfico que repasa estas luchas, barrio a barrio y que sirve también para constatar qué distintas son las problemáticas en la ciudad. Aquí no aparecen el turismo y sus devastadores efectos sobre el tejido social y comercial de otras zonas. Pero el distrito, que ha seguido acogiendo migrantes, ahora de todo el mundo, está en la cola de la renta familiar de la ciudad.
Nou Barris, que no fue oficialmente un distrito de Barcelona hasta 1984, son 13 barrios: Can Peguera, Canyelles, Ciutat Meridiana, Guineueta, Porta, Prosperitat, Roquetes, Torre Baró, Torre Llobeta, Trinitat Nova, Vallbona, Verdum i Vilapicina. “Éramos suburbios de ciudad”, afirma el artículo de la revista que firma el Arxiu Històric de Roquetes - Nou Barris.
“En aquellos tiempos los vecinos tenían que organizarse en centros sociales, administrados por la Iglesia o el Patronato de la Vivienda, lo que daba apariencia legal ante la dictadura de Franco. Era el mismo caso de las asociaciones de cabezas de familia o de los sindicatos verticales, donde los vecinos más combativos se infiltraban y, más tarde, en algunos casos, se convertirían en asociaciones vecinales”, repasa el texto.
Uno de los grandes hitos de los vecinos, si no el mayor, fue la conquista, en 1977 de la planta asfáltica que con los años se convirtió en el primer equipamiento público de la ciudad gestionado por los vecinos, el potente Ateneu Popular de 9 Barris. Más allá de incontables manifestaciones, cualquier acto era bueno para llamar la atención de una administración que les ignoraba: secuestrar autobuses, organizar cacerías de ratas para mostrar como campaban a sus anchas, u ocupar edificios reivindicándolos como equipamientos.
“En general, el movimiento vecinal en la Barcelona de los años setenta fue motor de cambio y un quebradero de cabeza para el tardofranquismo”, recuerdan en el archivo del distrito. Aunque entre reivindicación y reivindicación los barrios también recuperaron las fiestas populares y mayores. Hoy las fiestas de San Xibeco o la ProspeBeach son imprescindibles en el calendario del distrito, que también ha inventado citas como La cultura va de festa o el Festival de Sopes del Món, un encuentro que plasma como la llegada de migrantes al barrio no ha parado.
El monográfico de Clatellot concentra cinco décadas de luchas que, leídas del tirón adquieren una dimensión épica. En Can Peguera (entonces conocido como las casas baratas de Ramon Albó) lograron nada menos que paralizar el derribo del barrio entero. Por cierto, que Can Peguera, que sigue luchando contra la pobreza, tardó 73 años en ver un bus entrar en el barrio (no fue hasta 2002). En Ciutat Meridiana, donde se organizaban las citadas cacerías de ratas, relatan la lucha por la escuela, el instituto o el metro, lamentan el entierro de la piscina que hubo, y señalan como el barrio lucha ahora contra los desahucios. “Somos Ciutat Merdiana pero no entramos en los planes de pacificación de la avenida que nos da nombre”, resumen.
En la Guineueta, Roquetes y Verdum además de los equipamientos y el espacio público, fue sonada la lucha por la cobertura de la Ronda de Dalt y también las denuncias y movilizaciones contra atentados fascistas en los 80. Porque estas asociaciones también hicieron suyas otras batallas: huelgas generales, campañas contra la OTAN, la guerra de Irak, el feminismo...
La reconversión en equipamientos de espacios como el Hospital Mental (hoy sede del distrito) o instalaciones industriales (de La Maquinista o la Harry Walker) también están muy presentes en la revista. Como “la heroína que golpeó a los jóvenes del barrio” y como “las respuestas tejieron lazos de solidaridad”, escriben desde la asociación de Prosperitat. Hoy son tiempos distintos y relatan la defensa de un espacio de rezo para que la comunidad musulmana.
En la Trinitat Nova, las mejoras en las viviendas (afectadas por aluminosis como en el Turó de la Peira) han copado parte de las reivindicaciones y el barrio celebra ahora el impulso del Instituto Escuela, que un nuevo equipo ha convertido en referente ha conseguido que las familias vuelvan a escolarizar a los chavales en el barrio.