Los test masivos pinchan en el Raval : “Si da positivo no pueden ir a trabajar; prefieren no saberlo”
La pobreza y la vulnerabilidad de muchos vecinos de Ciutat Vella provoca que el cribado masivo en el centro de la capital catalana sea uno de los menos solicitados
La iglesia de Sant Agustí, en pleno corazón del barrio barcelonés del Raval, celebra tres misas cada domingo. Una es en castellano. Las otras dos ceremonias las oficia, en tagalog, el sacerdote Frani. Son misas dirigidas a los centenares de fieles filipinos que viven y rezan en el barrio. La pandemia ha obligado a reducir el aforo de Sant Agustí. “Cada domingo tenemos que cerrar las puertas cuando contamos 106 feligreses. Un banco sí otro no”, se enorgulle...
La iglesia de Sant Agustí, en pleno corazón del barrio barcelonés del Raval, celebra tres misas cada domingo. Una es en castellano. Las otras dos ceremonias las oficia, en tagalog, el sacerdote Frani. Son misas dirigidas a los centenares de fieles filipinos que viven y rezan en el barrio. La pandemia ha obligado a reducir el aforo de Sant Agustí. “Cada domingo tenemos que cerrar las puertas cuando contamos 106 feligreses. Un banco sí otro no”, se enorgullece Nancy Sangco, una de las voluntarias de la comunidad, mientras señala las bancadas del templo. El pasado domingo un pequeño grupo del servicio de vecindad del Ayuntamiento de Barcelona —compinchados con el padre Frani— aprovechó el oficio religioso para colar un anuncio de vital importancia para la comunidad. “Les informamos de que entre el martes y el jueves iban a realizarse PCR masivos en el Raval norte”, advierte Marc Mumbrú, uno de los coordinadores del servicio municipal.
El objetivo era claro: localizar el mayor número de asintomáticos en la cuadrícula que enmarca la calle Hospital con Pelai y la Ronda Sant Antoni con la Rambla. Los trabajadores municipales peinaron la zona, visitaron comercios, colgaron carteles en varios idiomas enviaron whatsapps a las comunidades filipina, paquistaní y de Bangladesh. De poco sirvió. En el Raval finalizaron ayer los cribados, no se han repetido las escenas vistas en municipios como Sabadell o Ripollet donde los vecinos se lanzaron en masa a hacerse la prueba. En el centro de Barcelona, muchos vecinos comparten pisos entre varias familias, hay diferencias culturales e idiomáticas pero, sobre todo, económicas. Cuando hay tanta vulnerabilidad y tanta economía de supervivencia el temor al contagio pasa a un segundo plano.
La consejera de Salud, Alba Vergés, animó el martes a los 20.000 vecinos de la zona a realizarse la prueba. Ayer, el secretario de salud pública, Josep Maria Argimon, aseguró que los dos primeros días de cribados se realizaron 918 PCR.
La recogida de muestras se realizaba en el casal de Gent Grant Josep Tarradellas. Enfrente, en la plaza de les Caramelles, instalaron un pequeño hinchable que servía de antesala a la realización de la PCR . “La gente viene con cuentagotas”, lamentaba uno de los controladores del acceso.
Casi no había ni rastro de los 8.000 vecinos de origen filipino que viven en el Raval. La clave de la ausencia cree tenerla Jessie Rocafort, la presidenta del proyecto Eamiss, que media entre la comunidad filipina y los servicios sociales: “Nosotros somos una comunidad silenciosa, nunca faltaremos a trabajo para ir al médico”. Desde Eamiss han apoyado al anuncio de los cribados masivos pero sin mucho éxito: “Los filipinos lo hemos pasado muy mal durante la pandemia. El 80% trabajaban en la restauración, muchos no han cobrado los ERTE. Otros no tienen papeles y no van a hacerse las PCR porque temen que los extraditen”. Muchos ya han manifestado que prefieren seguir con la duda: “Si se hacen la prueba y sale positiva se tienen que aislar ellos y todas las personas que viven con ellos y no pueden ir a trabajar. Hay familias numerosas viviendo en habitaciones. Prefieren no saberlo y seguir trabajando”, lamenta la presidenta de Eamiss.