concierto

Kiko Veneno y sus pequeñas historias y canciones sin aspavientos

El compositor y cantante repasó en formato acústico su eterno cancionero en Les Nits del Primavera

Concierto de Kiko Veneno en el Parc del Fórum.JUAN BARBOSA (EL PAÍS)

Ni En un Mercedes Blanco, ni Lobo López, ni Pata Palo, ni Bilonguis, ni Reír y Llorar, ni Fuego, ni Totupán, ni Dice la Gente ni tantas otras canciones de Kiko Veneno como éstas sonaron la otra noche en les Nits del Primavera al Fórum, canciones tocadas por la genialidad callejera que pese a ello no cupieron en un repertorio que se puede permitir el lujo de dejar fuera un listado como el precedente. Tiene Kiko tantas canciones como canas, un colchón sobre el que saltar sin temor a que los muelles fallen, dando aire a la improvisación, se ...

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Ni En un Mercedes Blanco, ni Lobo López, ni Pata Palo, ni Bilonguis, ni Reír y Llorar, ni Fuego, ni Totupán, ni Dice la Gente ni tantas otras canciones de Kiko Veneno como éstas sonaron la otra noche en les Nits del Primavera al Fórum, canciones tocadas por la genialidad callejera que pese a ello no cupieron en un repertorio que se puede permitir el lujo de dejar fuera un listado como el precedente. Tiene Kiko tantas canciones como canas, un colchón sobre el que saltar sin temor a que los muelles fallen, dando aire a la improvisación, se sacó de la manga una improvisada Respeto para hacer cantar al público tras la preciosa Vidas Paralelas, una tierna historia de no amor y cierto regusto triste en la que el público cantó el estribillo de ese imposible encuentro entre Andrea, que es de Ikea, y Eloy, que lógicamente es de Leroy….Merlín. Pequeñas esquirlas de realidad junto al mar. Con Kiko y Diego Pozo, El Ratón, tras sus guitarras. Nada más.

Nada más hizo falta. Canciones escritas para ser cantadas en la tasca, en el patio de casa, junto al río o en juergas regadas con vino de Chiclana, estas viñetas de cultura popular en crudo, tiernas, finamente humorísticas, cotidianamente reales, que son uno de los reflejos de lo que somos y por ello sólo precisan la amabilidad de la mirada de quien las construye para que el público se sienta inmiscuido. Media entrada en el recinto, Kiko nunca ha sido de masas y además no es particularmente expansivo en escena, donde siempre parece hablar con menos soltura de lo que sugieren sus canciones. Media entrada pues aunque cautivada, musitando las letras, riendo los giros y acurrucándose en la certidumbre de esas canciones, coplillas que parecen estar escritas desde siempre para toda la vida. Pura sencillez. Nada más. Nada menos.

Kiko quiso acordarse del confinamiento con Hay gente, y estrenó Días raros, otra pieza que recoge lo que nuestras vidas son ahora y que formará parte de su nuevo disco. Le ayudó con guitarra eléctrica y voz una joven catalana, Kora, con quien Kiko bromeó hasta lograr que la audiencia coreara su nombre como si de una estrella se tratase. Con ella luego interpretó una mejorable versión de La Leyenda del Tiempo. Los Delincuentes, Me siento en la cama, la maravillosa Casa Cuartel felizmente recuperada para la noche, Coge la guitarra, Echo de Menos o Joselito, fueron otras viñetas que pasaron por escena en el Fórum, un espacio que pese a sus dimensiones, Kiko logró empequeñecer dotándolo del aire de intimidad propio de sus diminutas historias eternas. Una noche en deliciosas minúsculas y de canciones sin aspavientos que durante dos horas volvieron a esculpir en el aire la belleza de la vida. Pese a todo.

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