El ocaso de las ovejas bomberas: de ser las guardianas del monte a estar en peligro de extinción
Andalucía elabora una estrategia para frenar la caída del censo de ganadería extensiva, clave en la prevención de incendios forestales
Los hermanos Cristóbal, Jesús y David Romero llevan toda su vida pastoreando los montes de Sierra Mágina, en Jaén, pero tienen claro que cuando les llegue su jubilación dirán adiós a su explotación ganadera de 1.500 cabras y ovejas que heredaron de sus antepasados. “Esto es un trabajo de subsistencia, pero ¿cómo vamos a seguir adelante si nos recortaron las ayudas europeas casi un 50% y cada vez nos ponen más trabas?”, comenta, abatido y desmotivado, Cristóbal, el mayor de los hermanos, de 63 años.
La falta de relevo generacional es uno de los principales problemas que afronta la ganadería extensiva en Andalucía, un sector en horas bajas debido a la cada vez menor rentabilidad de las casi 24.000 explotaciones y más de 4,6 millones de cabezas de ganado extensivo que perviven en la comunidad. Los datos que ejemplifican esta crisis hablan de un descenso del censo en la última década que oscila entre un 12,7% en el sector del ovino, un 18% en el caprino y otras caídas menores del porcino o bovino.
Para contrarrestar esta situación asfixiante el Gobierno andaluz ha elaborado la I Estrategia de la Ganadería Extensiva, con la que busca aumentar la competitividad y la sostenibilidad económica, social y ambiental de un sector que genera más de 14.000 empleos. La ganadería extensiva es aquella en la que al menos el 60% de la materia seca (MS) de la alimentación se obtiene mediante el pastoreo, aprovechando los recursos naturales del territorio, y donde los animales permanecen al menos siete u ocho meses al año en el campo con unas cargas ganaderas ajustadas que respeten el medio ambiente y usando razas adecuadas y adaptadas.
Además de contribuir a fijar la población en el territorio, la ganadería se ha demostrado como uno de los mejores antídotos para la prevención de incendios forestales. La propia consejera de Sostenibilidad y Medio Ambiente de Andalucía, Catalina García (PP), reconocía en días pasados el papel del pastoreo para la “gestión responsable del territorio, la preservación de ecosistemas, la protección de la biodiversidad y la disminución del riesgo de incendios al reducir la acumulación de vegetación seca”.
Sin embargo, los ganaderos no sienten que se les valore su contribución al cuidado del medio ambiente. Lo sabe bien Antonio Rodríguez, el alcalde-pastor de Santiago-Pontones (Jaén), un enfermero que hace cuatro años decidió volver a su pueblo para hacerse cargo de la explotación familiar de ganado ovino (unas 700 ovejas). “Los estudios oficiales señalan que el coste de limpiar y desbrozar el monte con medios humanos es de 284 euros por hectárea, pero nuestras ovejas lo limpian de forma gratuita y encima tenemos que pagar por pastar en montes públicos que estamos manteniendo, en nuestro pueblo unos 150.000 euros anuales entre todos los pastores”, explica Rodríguez. Este ganadero ha planteado a la Junta de Andalucía la necesidad de que estos pastores en extensivo reciban ingresos por la prestación de servicios ecosistémicos y se reconozca como tal la actividad del silvopastoreo.
La Fundación Savia por los valores y el compromiso ha sido uno de los colectivos que ha presentado alegaciones a la Estrategia Andaluza de la Ganadería Extensiva. Su presidente, el veterano activista del medio rural y agrario Francisco Casero, cree que el documento de la Junta se orienta sobre un pilar equivocado, que es la búsqueda de mayor rentabilidad de las explotaciones ganaderas extensivas a través de su incremento de competitividad mediante la revalorización cualitativa de los productos alimenticios (especialmente carne) que se obtiene de los animales que pastorean. “Nosotros creemos que el ganado en extensivo tiene mucho más valor por la función medioambiental que desarrolla en el mantenimiento y conservación de ecosistemas que por la función que realiza como proveedor de alimentos de alta calidad para la población”, expone Casero. A su juicio, esta propuesta coincide con la recomendación de la FAO para la orientación del pastoreo en extensivo hacia la prestación de servicios medioambientales, de tal modo que la producción ganadera sea un producto secundario.
La Fundación Savia cree, por tanto, que la valoración y regulación de los servicios medioambientales que los ganaderos de extensivo (cuidadores del entorno natural) suministran a la sociedad tienen que sustentarse en una partida presupuestaria anual a través de la Política Agraria Común (PAC). “Deberíamos aprovechar la oportunidad que se nos presenta para dar un salto de gran calado y abordar de forma valiente y decidida la conservación, mantenimiento y protección de los espacios naturales protegidos que tenemos y que estamos obligados a preservar, e incorporarla al programa de prevención del fuego que afecta a casi la mitad de nuestro territorio”, sostiene Casero.
Pero los ganaderos creen necesario, además, reorientar la próxima PAC. En la reforma de 2015 se desacoplaron las ayudas, que pasaron de primar la producción a hacerlo con la superficie. “De esta manera se da más apoyo a los grandes propietarios de tierra y se perjudica a los que estamos todos los días en el campo”, dice Cristóbal Romero, que estima que desde entonces perdieron casi el 50% de la subvención.
Esta circunstancia hace perder rentabilidad a las explotaciones ganaderas y, por consiguiente, aleja más si cabe a los jóvenes de este oficio. La excepción la encontramos en Santiago-Pontones, el municipio que, con 200 explotaciones y más de 65.000 cabezas de ovino y caprino de raza segureña, es referente de la ganadería extensiva en Andalucía, y en los últimos años ha capitalizado la mayor cuantía de las ayudas de la comunidad para el relevo generacional. Desde 2018, la Junta ha recibido 6.719 solicitudes en toda Andalucía, lo que ha permitido la incorporación de 3.112 jóvenes al sector agrario, con una inversión total cercana a 208 millones de euros.
Lengua azul
Por si fuera poco, los ganaderos de ovino y caprino de Andalucía han lanzado un SOS a las administraciones para actuar ante la grave situación que atraviesa el sector por la incidencia de la lengua azul. “La situación es crítica y los ganaderos no pueden esperar más. El sector ovino-caprino no es sólo una actividad, es el sustento de miles de familias y el pilar de muchos pueblos andaluces”, indica Antonio Rodríguez, responsable de Ganadería de COAG en Andalucía.
Rodríguez subraya que los productores que están cumpliendo con los protocolos sanitarios y que han seguido las recomendaciones establecidas para esta enfermedad, “merecen apoyo real y eficaz, pues el objetivo es controlar estos nuevos serotipos y que en los próximos años esta enfermedad quede sin efecto”.
Desde COAG Andalucía se recuerda, además, que el ovino y el caprino son sectores clave para la sostenibilidad medioambiental: contribuyen al mantenimiento de los ecosistemas, ayudan a prevenir incendios forestales mediante el pastoreo y desempeñan un papel esencial en la conservación del medio rural y la lucha contra la despoblación. “Proteger su futuro es, por tanto, una inversión no solo económica y social, sino también ambiental”, zanja Antonio Rodríguez.