La dehesa de Tablada en Sevilla: vuelve la polémica 20 años después

El Ayuntamiento de Sevilla busca la construcción de viviendas en esta inmensa zona inundable, con 367 hectáreas, entre la ciudad y el río

Terrenos de la dehesa de Tablada, vistos desde San Juan de Aznalfarache (Sevilla), la semana pasada.PACO PUENTES

El ladrillo en la dehesa de Tablada, 367 hectáreas vírgenes entre Sevilla y el Guadalquivir, vuelve a estar sobre la mesa dos décadas después. El Ayuntamiento (PP) pretende facilitar que los promotores del suelo construyan viviendas en la zona, a pesar de que es inundable y habría que salvar las crecidas del río. Solo dos días tras ser elegido el 28 de mayo, en su primera entrevista el nuevo alcalde, José Luis Sanz, lanzó su propuesta urbanística para que el uso residencial se imponga sobre la a...

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El ladrillo en la dehesa de Tablada, 367 hectáreas vírgenes entre Sevilla y el Guadalquivir, vuelve a estar sobre la mesa dos décadas después. El Ayuntamiento (PP) pretende facilitar que los promotores del suelo construyan viviendas en la zona, a pesar de que es inundable y habría que salvar las crecidas del río. Solo dos días tras ser elegido el 28 de mayo, en su primera entrevista el nuevo alcalde, José Luis Sanz, lanzó su propuesta urbanística para que el uso residencial se imponga sobre la alternativa de un parque periurbano, que reclaman 42 asociaciones ciudadanas y la oposición municipal.

En 2004 la Universidad de Sevilla había diseñado —por encargo de la Junta y el Ayuntamiento— rutas hípicas, deportivas, un centro de recepción con embarcadero y un humedal que recuperara especies de aves, rodeados de árboles en el mayor parque periurbano proyectado de la capital andaluza. El plan se llevaría a cabo tras expropiar los terrenos, en manos de 11 promotoras. Pero todo quedó en papel mojado por falta de voluntad política. Ahora el PP ha repescado la idea de urbanizar la zona y mezclar viviendas con un gran parque, pese a que llevarla a cabo supondría nada menos que cambiar el Plan General de la ciudad y el POTAUS (Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Yrbana de Sevilla, de competencia regional); sortear la sentencia del Tribunal Supremo sobre la reserva de 200 metros junto al río para dominio público marítimo-terrestre; y sobre todo el riesgo que implica que las casas se inunden, como ya ha ocurrido en el pasado por las crecidas del Guadalquivir.

“Tablada es fundamental para la calidad ambiental de Sevilla y poder afrontar el cambio climático, es la última orilla virgen del Guadalquivir. Llevamos 24 años con este tema y ahora se abre otra vez el melón, a pesar de que tendrían que modificar los informes técnicos que dicen que los suelos son inundables. Lo vemos con muchísima preocupación”, censura Francisco Oñate, portavoz de la Mesa Ciudadana por Tablada, plataforma con 42 asociaciones ecologistas y vecinales, nacida hace dos años para lograr que los terrenos vuelvan a ser públicos y por fin un gigantesco espacio verde.

Tras convertirse en un aeródromo militar a principios del siglo XX, la historia reciente de Tablada pasa por la venta de los terrenos que su dueño, el Ministerio de Defensa, decidió en 1997 con las cajas de ahorro sevillanas como compradoras, por 42 millones. En 2001 estas revendieron el suelo a 11 promotoras, reunidas en el consorcio Tablada Híspalis, que pagaron 84 millones para fomentar el uso residencial. Pero a pesar de las operaciones urbanísticas, en 2006 el Plan General de Sevilla calificó los suelos como “no urbanizables de especial protección” y en 2013 el Supremo aclaró que los terrenos, que ocupan una superficie equivalente a unos 500 campos de fútbol al sur de la ciudad, seguían teniendo dicha denominación por “su carácter inundable”.

Vista aérea de los terrenos de Tablada, con Sevilla al fondo, en una imagen sin datar. garcía cordero

Pasados los años, el hoy secretario general del PSOE andaluz y alcalde de Sevilla hasta enero de 2022, Juan Espadas, demoró la operación por su alto coste y las dudas jurídicas, y en 2021 decidió que debía ser la Junta quien ejecutara por fin el parque periurbano diseñado. Ese año se creó la plataforma ciudadana y el sucesor socialista de Espadas, Antonio Muñoz, trazó una hoja de ruta para por fin rematar los trabajos, hasta que el pasado mayo fue desbancado. Ahora su sucesor, el popular Sanz, opina que el espacio verde no debe excluir los pisos o chalés. Si cuaja, la operación urbanística tendrá detrás muchos ceros.

El consorcio Tablada Híspalis, que une a las 11 plataformas dueñas del suelo, ha rechazado explicar a este diario la densidad de viviendas previstas en su plan para urbanizar Tablada. Mientras, Sanz ha matizado su propuesta para aclarar que las viviendas no ocuparían toda la dehesa: “Quiero que Tablada sea un grandísimo pulmón verde de la ciudad de Sevilla, pero tiene que ser compatible con equipamientos deportivos, culturales y evidentemente residenciales para la ciudad de Sevilla (…) Las ciudades que no crecen no tienen futuro y Sevilla en este momento necesita crecer y la dehesa de Tablada es una zona magnífica para que la ciudad siga creciendo”.

Desde la bancada de la oposición, la portavoz adjunta del PSOE, Sonia Gaya, criticó con dureza al alcalde la semana pasada: “Antes de pronunciarse, debería primero leerse la sentencia del Supremo, el informe urbanístico y jurídico elaborado en noviembre pasado, de forma que no genere falsas expectativas entre los promotores”. Dicho informe, firmado por el secretario municipal, Luis Enrique Flores, aclaraba que el Ayuntamiento intentó expropiar los terrenos en 2002 y 2004, pero la justicia dijo que no era necesario para su protección, garantizada con la clasificación del Plan General. Además, el secretario abogaba por la declaración de parque metropolitano por parte de la Junta. No lejos de Tablada, en la actualidad la ciudad crece hacia el sur con 12 grandes promociones que generarán 20.000 nuevas viviendas y en el suelo calificado como urbano caben 50.000 nuevas casas.

Protesta de jóvenes por el clima en Sevilla, el pasado junio. Paco Puentes

La última vez que la dehesa se inundó fue en los años 50, pero la construcción prevista ahora necesitaría un muro de contención de entre 3 y 3,5 metros, una “barrera visual brutal” en la ribera del Guadalquivir, según denuncia la Mesa Ciudadana por Tablada. Esta plataforma recuerda que en caso de crecida por las lluvias, el río siempre buscaría su camino y si se topa con el muro, desbordaría aguas abajo por San Juan de Aznalfarache o Gelves, o aguas arriba por Triana, Cartuja y el Estadio Olímpico. La plataforma ha creado una petición en change.org para que las administraciones declaren verde por completo Tablada, y acumula 32.000 firmas. “Nosotros, que estamos en la primera línea de las acometidas del cambio climático, parecemos no darnos cuenta de que toda infraestructura verde que generemos será siempre poca para mitigar las terribles consecuencias del aumento del calor en Sevilla”, reza la petición ciudadana.

Con el destino verde de Tablada en el aire, la capital andaluza no está precisamente sobrada de árboles y la sombra mengua, a pesar de pelear una vez tras otra por el récord de alta temperatura en cada ola de calor. Hace un año Sevilla contaba con 209.608 árboles, una cifra inferior a los 251.605 catalogados por Valencia, aunque superior a los de Zaragoza, que dispone de 170.580, dos ciudades de parecido tamaño. Sin embargo, la capital aragonesa ha plantado 50.000 árboles el año pasado y planea alcanzar los 700.000 árboles para bajar la temperatura en verano. Mientras, Sevilla ha plantado 27.575 árboles los últimos seis años y las asociaciones que piden aumentar la sombra han comprobado con frustración cómo muchos de los ejemplares plantados mueren cada verano por falta de riego y cuidados.


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