Las incógnitas del robo mortal que conmocionó Murcia: el autor del crimen incrimina al hijo de la mujer asesinada
El principal acusado asegura en el juicio que el asalto a la casa de la víctima, ocurrido en 2023, lo orquestó su propio vástago para quedarse con una herencia de unos 20.000 euros
En septiembre de 2023 un crimen conmocionó la Región de Murcia: una mujer fue golpeada, acuchillada y asfixiada en su propio domicilio, en la pedanía de El Palmar (24.600 habitantes), por un hombre, Bryan, que había entrado a robar. La Audiencia Provincial de Murcia ha iniciado este viernes el juicio contra él, de cuya autoría no hay ninguna duda: la brutal paliza fue grabada íntegra por una cámara de vídeo vigilancia y él mismo ha reconocido los hechos, por los que la Fiscalía le pide un total de 28 años de cárcel. No está tan claro, sin embargo, qué fue lo que motivó el asesinato.
Según la versión del acusado y del ministerio público, fue el hijo de la víctima, Alejandro, quien ideó el robo. El chico, que tenía entonces 19 años, niega tajantemente tener ninguna implicación. Se enfrenta a tres años de cárcel por intento de robo con violencia. El juicio, con jurado popular, ha comenzado con las declaraciones de los dos investigados, que han dado versiones opuestas en casi todo, excepto en el hecho de que, antes del crimen, eran buenos amigos: Bryan había sido jefe de Alejandro en un local de comida rápida e incluso le ayudó a preparar su ascenso. Quedaban habitualmente fuera del trabajo, se hacían llamadas y hablaban casi a diario. A partir de este extremo, su relato difiere radicalmente.
Bryan, que tenía 29 años cuando cometió el crimen y lleva en prisión desde entonces, ha narrado una versión que coincide casi al completo con las conclusiones de la Fiscalía. Según le ha contado al juez, quedó una tarde de principios de agosto con Alejandro. Había dejado su trabajo días antes, tenía problemas económicos y su joven amigo le propuso hacer un robo en su propia casa. Le contó que su madre, Maravillas, de 63 años, no le dejaba disponer de su propio dinero. El padre de Alejandro había fallecido dos años antes y la mujer se había quedado con el dinero de la herencia y lo guardaba en casa. “Me dijo que tenía 20.000 o 30.000 euros. Yo le dije que eso era una tontería, que se olvidara y que no quería saber nada de eso”, ha asegurado.
Los dos volvieron a verse una semana más tarde en una fiesta. Según Bryan, su amigo le volvió a proponer el robo. “Me dijo que íbamos a medias”, ha manifestado, y ha asegurado que aquello le incomodó e incluso se marchó del lugar. A la tercera fue la vencida: en un nuevo encuentro con amigos, Alejandro le insistió en que el robo mejoría la situación económica de Bryan y su madre podría recuperar el dinero a través del seguro de la casa, y él aceptó.
Según su relato, los días pasaron hasta llegar al fatídico 10 de septiembre. Bryan fue esa mañana a El Palmar a una comida en casa de sus suegros y le pareció el momento ideal para dar el golpe, porque tenía una coartada para estar en la misma localidad donde vivía su amigo. Le llamó por teléfono sobre la una del mediodía y hablaron 56 minutos. Bryan asegura que en esa conversación planearon incluso qué dirían si algún día llegaban a sospechar de ellos: achacarían el robo a “unos moros”. Acordaron también que, cuando Alejandro saliera de la casa, Bryan, que estaba en las inmediaciones con su coche, entraría en ella.
Y así ocurrió. Alejandro se marchó a las 15.07, Bryan llamó a la puerta a las 15.13 y Maravillas le abrió. La cámara de seguridad que había dentro de la vivienda, que registraba imagen y sonido, fue testigo desde ese momento de una secuencia más propia de una película de terror. Bryan entró a la vivienda pistola en mano (un revólver de aire comprimido), apuntando a la mujer y exigiéndole que le diera el dinero. “A tu hijo se le fue la boca, y te puedo decir que él dijo que tenías 20.000 o 30.000 euros en su casa y es por eso por lo que me ha mandado a mí”, se escucha en la grabación. La mujer llegó a reconocerlo como amigo de su hijo a pesar de que iba cubierto con una gorra, un pasamontañas, unas gafas de sol y unos guantes, y gritó pidiendo auxilio. El hombre entonces le tapó la boca con la mano y le golpeó la cabeza con el revólver.
Siguió pegándola de manera violenta en la cabeza hasta que cayó inerte en la escalera de la casa. Aún así, continuó dándole patadas y le hizo dos cortes en el cuello con un cuchillo que había en la casa. Finalmente, le cubrió la cabeza con una bolsa de basura hasta asfixiarla. “Me puse nervioso porque me había reconocido. Sé lo que pasó por los vídeos y por lo que se me acusa, pero yo no lo recuerdo”, le ha dicho al juez. “¿Se reconoce en esa grabación?”, le ha preguntado su abogado. Su respuesta ha sido que sí. Los gritos de Maravillas habían alarmado a sus padres y su hermana, que vivían en una casa anexa, comunicada por el patio, y acudieron al domicilio. Los golpes en la puerta llevaron a Bryan a intentar huir subiendo a la terraza y saltando hasta la citada casa de los familiares, rompiéndose ambas piernas. Fueron los propios padres de la víctima los que le sacaron a la calle y le retuvieron hasta la llegada de la policía.
Alejandro, sin embargo, ha defendido ante el juez que jamás orquestó ese crimen. El dinero que había heredado tras la muerte de su padre, ha dicho, fueron 8.000 euros, y disponía libremente de ellos. Ha definido como muy cercana la relación con su madre, con quien intercambiaba mensajes y llamadas de manera constante, y ha negado que tuviera ningún problema económico o ninguna desavenencia con ella por el dinero. De hecho, se ha definido como un joven ahorrador, que en solo un año de trabajo con salarios de entre 800 y 1.200 euros, había logrado juntar casi 6.000.
En la larguísima llamada que mantuvo con Bryan el día del crimen, según su versión, hablaron del verano, y su amigo le preguntó qué iba a hacer ese día. “Ahora veo que me sacó información. Yo fui tonto, y ahora mi madre no está conmigo”, ha dicho, visiblemente emocionado. Está previsto que el juicio se prolongue hasta el próximo 15 de diciembre con las declaraciones de una docena de testigos, además de policías y peritos. El jurado popular deberá dar su veredicto el próximo 19 de diciembre.