Consolidar una nueva lideresa o quedar a los pies de Vox: el PP se la juega en su órdago extremeño
El partido de Feijóo se expone a un triunfo amargo en el que Abascal salga reforzado de la derechización de Extremadura. El PSOE intenta minimizar daños y Podemos e IU pueden poner fin a la espiral de retrocesos de la izquierda alternativa
Una tierra olvidada, a la que se presta poca atención. Es clásico referirse a Extremadura en estos términos. Pero no será nada de eso hasta el 21 de diciembre, cuando la región que integra a Cáceres al norte y a Badajoz al sur, de algo más de un millón de habitantes, celebre por primera vez en solitario sus comicios autonómicos. Le toca el foco a una zona de España que suele disponer de poco foco. Cada partido tiene unas aspiraciones y corre unos riesgos el 21-D.
PP: ante su propio órdago. Por solo 10 días, 2025 no se convertirá en el primer año sin elecciones ...
Una tierra olvidada, a la que se presta poca atención. Es clásico referirse a Extremadura en estos términos. Pero no será nada de eso hasta el 21 de diciembre, cuando la región que integra a Cáceres al norte y a Badajoz al sur, de algo más de un millón de habitantes, celebre por primera vez en solitario sus comicios autonómicos. Le toca el foco a una zona de España que suele disponer de poco foco. Cada partido tiene unas aspiraciones y corre unos riesgos el 21-D.
PP: ante su propio órdago. Por solo 10 días, 2025 no se convertirá en el primer año sin elecciones desde que llegó Pedro Sánchez a La Moncloa en 2018. Lo ha evitado María Guardiola (Cáceres, este viernes cumple 47 años), que ha adelantado la cita con las urnas en un órdago respaldado por su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo. La maniobra recuerda a las realizadas con éxito en 2021 por Isabel Díaz Ayuso en Madrid y en 2022 por Juan Manuel Moreno en Andalucía. Ambos salieron con más poder del que entraron. Ayuso, sumando más escaños que toda la izquierda y dependiendo de Vox menos de lo que antes dependía de Ciudadanos. Moreno, alcanzando la mayoría absoluta.
Con la mayoría absoluta casi descartada dentro del PP, también el escenario Ayuso sería un éxito para los populares. Del 21-D saldría una nueva baronesa del PP, una lideresa reforzada con respecto a 2023. Sería para el partido de Feijóo un inicio triunfal de un ciclo electoral que seguirá con Castilla y León y Andalucía en 2026, con el grueso de las autonómicas y las municipales en 2027 y con las generales como muy tarde también ese año.
Pero ese no es el único guion posible. De las elecciones que coronarán la campaña que comienza este viernes podría salir otra prueba de cómo el PP acrecienta su dependencia de Vox, que le sigue comiendo terreno. “Que el PP va a ser primera fuerza, deshaciendo el empate con el PSOE de 2023 [el PSOE obtuvo más votos, pero los mismos escaños], está fuera de duda. Pero el deseo del PP al adelantar elecciones, que era la mayoría absoluta [33 escaños] o minimizar la dependencia de Vox, se presenta difícil”, señala Juan Francisco Caro, director del instituto de investigación social Opina 360 y natural de Mérida.
El motivo, explica Caro, es que la victoria del PP que pronostican las encuestas se debe a una “derechización en cadena” del voto que es un caramelo envenenado para Guardiola. Caramelo, porque engorda a los populares. Envenenado, porque también engorda a la ultraderecha y le dificulta alcanzar la ansiada libertad de movimientos de la que disponen Ayuso o Moreno. Tomando como referencia la intención de voto en el CIS según el partido al que se votó en las autonómicas de 2023, si el trasvase entre el PP y el PSOE es favorable al PP por más de 20.000 papeletas, el trasvase entre el PP y Vox es favorable a Vox por casi 18.000. Esos datos apuntan a que podría cumplirse la primera parte del anhelo del PP, derrotar al PSOE, pero no la segunda, reducir la relevancia del partido de Santiago Abascal.
“Guardiola ha aprovechado dos circunstancias para convocar. La primera, que tenía una excusa, el no a sus Presupuestos. La segunda, que el PSOE está en un mal momento [con su candidato, Miguel Ángel Gallardo, procesado por su papel como presidente de la Diputación de Badajoz en las supuestas irregularidades en la contratación del hermano de Sánchez en 2017]. Con el adelanto, intenta a la vez superar al PSOE y concentrar el voto de la derecha con un llamamiento al voto útil", explica el politólogo de Mérida Rubén Cuéllar. “El problema para Guardiola —añade el experto en comunicación política— es que el electorado de Vox es muy resistente”. De hecho, es el más fiel: hasta un 80,6% de quienes lo apoyaron en 2023 dicen que repetirán, por delante del PP (76,5%), Unidas por Extremadura (74,9%) y el PSOE (67,1%).
Todo apunta a que Extremadura saldrá del 21-D más derechizada. Si el PP y Vox sumaron un 46,9% en 2023, el CIS les da ahora un 55,8%. Lo que no está claro es que el PP salga fortalecido del nuevo reparto dentro de esa derecha aumentada. Si como parece previsible no logra mayoría absoluta, los populares dependerán de Vox, que amenaza a Guardiola con pasarle una factura humillante a cambio de su apoyo, más alta que la abonada por Juan Francisco Pérez Llorca en la Comunidad Valenciana. Pero el coste será mayor aún si Guardiola ni siquiera supera en escaños a toda la izquierda, lo que haría necesaria no solo una abstención sino un sí de Vox para la investidura.
Abascal ya le ha advertido a Guardiola de que tras el 21-D tendrá solo dos opciones, o “pasar por el aro” o “repetir elecciones”, un planteamiento que será más fácil de llevar hasta el final si la candidata del PP necesita el sí de Vox. “Si se cumplen los pronósticos, Vox aprovechará su momento de efervescencia para redoblar la presión e imponer una agenda que es igual en todas las autonomías, y que no tendrá en cuenta que Guardiola haya sido de los dirigentes populares que más aversión ha manifestado hacia Vox”, señala Rubén Cuéllar.
PSOE: limitar daños. Las encuestas dan al PSOE su peor resultado histórico. Eso sí, parte de un suelo alto, el 39,9% de 2023. Por poner en contexto la caída que el CIS pronostica al PSOE, el 31,6% que le asigna está más de 13 puntos por encima del resultado de Juan Lobato en Madrid y más de 3 puntos y medio por encima del cosechado por Salvador Illa en Cataluña.
Pero eso no borra lo evidente: si el guion no cambia, Gallardo (Villanueva de la Serena, Badajoz, 51 años) se encamina a un fracaso, porque el PSOE perderá la condición de partido más votado y a diferencia de lo ocurrido con José Antonio Monago, que presidió Extremadura cuatro años con el PP y perdió el poder en 2015, se consolidará el giro a la derecha en la región. De la dimensión de la derrota dependerá que haya o no un cuestionamiento del liderazgo de Gallardo, que se enfrentará al juicio por el caso del hermano de Sánchez en mayo.
Aunque Guardiola es la líder mejor valorada y la preferida como presidenta, el CIS ofrece al PSOE algunos datos alentadores: sigue siendo el partido a cuyas ideas se muestran cercanos más extremeños y también el que genera mayor simpatía. Además, sería el más votado en unas generales. No obstante, el equipo del candidato se muestra convencido de que lo que más le conviene es que la campaña se centre en Extremadura, donde los datos están lejos de mostrar a una sociedad entusiasmada con el quehacer de la presidenta: solo un 35,7% consideran “buena” o “muy buena” su gestión.
Frente al mensaje de Guardiola, que pide una reválida para consolidar el “cambio”, Gallardo culpa al PP de la ralentización de proyectos industriales impulsados por el PSOE, entre los que desataca la factoría de baterías en Navalmoral de la Mata (Cáceres). Su otro gran mensaje es la advertencia del coste democrático de una Extremadura regida por el PP bajo la influencia o en alianza con Vox. El propio CIS incentiva el uso de este discurso: el 35,8% de los votantes del PSOE afirman que su principal razón para ir a la urna es evitar que gane la derecha, muy por encima de los que citan las ideas del partido (19,5%). Así que el 21-D también servirá para medir la eficacia del discurso del miedo a la alianza de las derechas como activador del voto progresista siete años después de la irrupción de Vox.
El resultado tendrá también una lectura personal para Pedro Sánchez. No en vano, la política en Extremadura está marcada por el procesamiento de su hermano, que será juzgado en febrero junto al candidato de los socialistas.
Vox: la inercia favorable. Vox anunció su candidato el 11 de noviembre, a un mes y diez días de las elecciones: Óscar Fernández (Cáceres, 50 años), su portavoz en la Asamblea, desconocido por más de un 31% del electorado y con una valoración de 3,6 puntos, la peor de los cuatro principales candidatos. Nada de eso parece un gran problema. El CIS le da a Vox una subida de 5 a 10-12 diputados. “A Vox le beneficia la dinámica general. Cuanto más se hable de política nacional, mejor”, señala Juan Francisco Caro, de Opina 360.
Aunque todo apunta a que Vox ganará fuerza, el partido parte de una posición más baja que en el conjunto del país. El porcentaje de los que consideran que la inmigración, tema estrella de Vox, es el principal problema de la región es 3,2 veces inferior al porcentaje de los que lo piensan en toda España. A diferencia de lo que ocurre a escala nacional, donde Vox supera al PP en intención de voto hasta los 44 años y entre el conjunto de los hombres, en Extremadura se queda lejos de conseguirlo, según el CIS. Vox crecerá, pero —al menos encuestas en mano— aún no compite de tú a tú con el PP, lo que hará de nuevo visible que, pese a sus intentos de disputarle la primacía de la derecha, el partido de Feijóo sigue por delante. Abascal y los suyos no dejan de subir la presión sobre el PP, pero el sorpasso aún queda lejos.
Unidas por Extremadura: paradoja en la izquierda. Pese al sombrío panorama demoscópico a escala estatal de la izquierda alternativa, inmersa en una espiral de retrocesos elección tras elección, el CIS pronostica a Unidas por Extremadura una subida de 4 a 6-7 escaños. Si se alcanza esta última cifra, la coalición superaría el mejor resultado histórico del espacio, los 6 de IU en 1995 y de Podemos en 2015. La marca que podría atribuirse este logro es Unidas por Extremadura, que se beneficia de tres factores, según Rubén Cuéllar y Juan Francisco Caro: un sector del electorado progresista desencantado con el PSOE pero que no quiere abstenerse; una relación entre Podemos e IU menos conflictiva que en Madrid; y el liderazgo de Irene de Miguel, coordinadora de Podemos, que supera en valoración a Gallardo.
Un dirigente de este espacio da por hecho que habrá voces en las direcciones estatales que ignorarán las particularidades del caso extremeño para hacer lecturas sobre las generales tras el 21-D. Por ejemplo, señala este dirigente, es previsible que Podemos presente un hipotético buen resultado como prueba de que Sumar, con un papel testimonial en Unidas por Extremadura, es una fuerza prescindible.