Un centenar de policías acude al desalojo de 111 personas en San Sebastián y halla el edificio casi vacío
La mayoría de los ocupantes decide abandonar un colegio en ruinas antes de la llegada de más de un centenar de agentes de la Ertzaintza, la Policía Nacional y la Guardia Municipal. Solo hay ocho identificados
Abderaouf es un ciudadano argelino que el próximo día de Navidad cumplirá 31 años. Es uno de los últimos ocupantes de un antiguo colegio religioso abandonado en el barrio Martutene de San Sebastián que este jueves ha sido desalojado por la policía cumpliendo una orden judicial. Aquí han llegado a vivir 111 personas, la mayoría ciudadanos extranjeros sin regularizar, según colectivos sociales. Todos debían dejar el edificio por una orden del juez, pero cuando han llegado los agentes, cerca de un centenar en un despliegue sin precedentes, solo quedaban ocho de personas dentro del inmueble que voluntariamente y sin oponer ninguna resistencia se han puesto en manos de la autoridad. El resto habían decidido marcharse antes de ser identificados y expulsados del lugar. “Ya no queda casi nadie. Yo llevo dos años viviendo aquí y ahora no tengo adónde ir”, comenta Abderaouf a este diario antes de presentarse de forma pacífica ante los policías.
El viejo colegio de los Agustinos de San Sebastián es un foco de suciedad, porquería, desechos esparcidos por doquier… Fue abandonado en 2003 y en la actualidad está en ruinas, con las ventanas rotas y cubiertas con mantas y cartones para resguardarse del frío. Es un edificio de tres plantas que estaba siendo ocupado por un centenar de personas sin otro hogar, la mayoría extranjeros. En varias ocasiones durante los últimos meses, la Ertzaintza y equipos de Emergencias han tenido que acudir a este lugar tras recibir avisos por desórdenes, agresiones y algún incendio. Un juzgado de San Sebastián ordenó en julio pasado el desalojo completo de la finca, dando la razón a la Fundación Gune, que adquirió el inmueble en 2004 y tiene previsto derribarlo para erigir en el mismo emplazamiento un centro de formación profesional.
El juez señaló el desalojo a las 9.30 de este jueves. Pocos minutos antes de esa hora, una amplísima comitiva policial ha llegado al lugar, pero se han encontrado con que ya no quedaba casi nadie. La gran mayoría habían decidido marcharse una horas antes para escapar del control policial y de los focos mediáticos. “Todos se han ido, solo quedo yo y no sé si alguna persona más”, dice Abderaouf, que se había preparado su morada con cartones y madera contrachapada debajo de un viaducto, donde también estaba viviendo en condiciones precarias una persona de origen rumano que no alcanza a expresarse en castellano. Este joven argelino, que viste una camiseta de la Real Sociedad y, según confiesa, le gustaría dedicarse a “algo relacionado con el marketing”, deambulaba por el patio del antiguo colegio cuando en ese momento unas 16 furgonetas de la Ertzaintza han entrado al recinto, de 7.000 metros cuadrados. En el despliegue también han participado siete vehículos de la Brigada de Extranjería del Cuerpo Nacional de Policía, agentes de la unidad canina de la Ertzaintza y varios furgones de la Guardia Municipal de San Sebastián, que se ha encargado de controlar todo el perímetro. Un dron de la policía ha sobrevolado todo el área durante la actuación. Esta ha sido seguida in situ por un funcionario del juzgado.
Los agentes de la policía vasca han preparado en la zona una mampara para detenidos (no se ha llegado a utilizar) y han acotado un espacio para identificar a los ocupantes. Les han ofrecido mantas térmicas. Han instalado urinarios móviles y una caseta de obra. Con la ayuda de un megáfono, un agente ha leído la resolución judicial, que llamaba a los ocupantes a abandonar el recinto “de forma pacífica y ordenada”, “sin carreras ni saltos”, “con las manos visibles y siguiendo en todo momento las indicaciones de los agentes”, y portando “documentación que les identifique y enseres de primera necesidad”.
Estas consignas no han llegado a la mayoría de los moradores del colegio de Martutene. Todo estaba dispuesto para llevar a cabo un desalojo masivo, pero esto no ha llegado a ocurrir porque el edificio se encontraba prácticamente vacío. A las 9.33, por el walkie de un guardia municipal se escucha: “Hemos tocado la puerta, pero no nos abre nadie”. Es la voz de uno de los agentes de la policía en el momento de entrar al inmueble.
El Departamento vasco de Seguridad ha comunicado que en total han sido localizadas en el lugar una decena de personas sin que se haya producido ningún tipo de incidente. Tres de ellos han sido evacuados por una furgoneta de la Policía Nacional.
Los okupas habían decidido previamente recoger sus pertenencias en maletas y buscar otros refugios en la ciudad. El Ayuntamiento donostiarra ha informado de que 48 de estas personas han sido acogidos en un albergue municipal y otros 10 a los que se les ha ofrecido este recurso no se han personado. El resto han buscado otros destinos, principalmente en otros emplazamientos en ruinas donde se hacinan personas sin techo.
El alcalde de San Sebastián, Jon Insausti (PNV), ya anunció esta semana que pondrá recursos municipales para alojar a estas personas en condiciones dignas, mientras trabaja con el Gobierno vasco para dar formación a estas personas con el fin de que puedan lograr su integración.
Para los colectivos sociales que estos últimos días han acompañado a los moradores del colegio de Martutene, el apoyo del consistorio no es suficiente. Hoy se han congregado en el lugar con carteles en los que se leía “nadie en la calle”. Representantes de los colectivos Donostia Harrea Sarea y Kaleko Afari Solidarioak (cenas solidarias de calle) han considerado “insuficientes” las plazas habilitadas por el consistorio, por lo que “muchos se han quedado en la calle”, desamparados en un día frío y lluvioso.