Cuarenta años del nacimiento del movimiento pionero contra la violencia política en Euskadi
Gesto por la Paz dio por cumplido su objetivo con el final del terrorismo etarra en 2011
El 25 de noviembre de 1985 ETA asesinó en San Sebastián al cabo primero de la Armada Rafael Melchor García y en Pasaia (Gipuzkoa) al guardia civil Isidoro Diez Ratón. Al día siguiente asesinó en Lasarte (Gipuzkoa) al guardia civil retirado José Herrero Quiles. Ese 26 de noviembre, por vez primera, un grupo de unas 200 personas, mayoritariamente jóvenes, se concentraron durante quince minutos en silencio absoluto en la plaza Circular de Bilbao en protesta por los asesinatos. ...
El 25 de noviembre de 1985 ETA asesinó en San Sebastián al cabo primero de la Armada Rafael Melchor García y en Pasaia (Gipuzkoa) al guardia civil Isidoro Diez Ratón. Al día siguiente asesinó en Lasarte (Gipuzkoa) al guardia civil retirado José Herrero Quiles. Ese 26 de noviembre, por vez primera, un grupo de unas 200 personas, mayoritariamente jóvenes, se concentraron durante quince minutos en silencio absoluto en la plaza Circular de Bilbao en protesta por los asesinatos. Nacía Gesto por la Paz, el movimiento pionero contra la violencia política en Euskadi.
Germinó en el Colegio de los Escolapios de Bilbao, después de meses de debate en el seno del grupo pacifista Ítaca. Aunque nacido en un colegio católico, el grupo no tenía definición política ni religiosa. Sus componentes iniciales eran Imanol Zubero, Txema Urquijo, Itziar Aspuru y Jesús Herrero, entre otros. Coincidían en el rechazo a la violencia política y decidieron responder a todos los asesinatos —de ETA, los mayoritarios, pero también a los del GAL y a los de las fuerzas policiales— con una concentración silenciosa de quince minutos al día siguiente de cada crimen. “Como significarse contra la violencia era una decisión difícil, llena de miedos e incertidumbres y carente de precedentes no dieron el paso hasta contar con el respaldo de padres, profesores y alumnos”, señala Isabel Urquijo.
Los activistas de Gesto comprobaron enseguida cómo sus concentraciones incomodaban. “No solo a la militancia abertzale. También a gente que estando contra la violencia, no quería significarse. Algunos conocidos ni te saludaban. También incomodamos a los partidos porque nos concentrábamos contra la violencia política cualquiera que fuera su autor. Interpelábamos a los partidos y a la gente”, añade Urquijo. También comprobaron que cuando el asesinado era un policía o militar, víctima de ETA, las concentraciones eran muy superiores a las de un etarra muerto por la policía o por su propia arma. Pero las más concurridas fueron cuando las víctimas fueron niños o personas muy reconocidas por la población.
En un año, Gesto por la Paz pasó a contar con más de veinte grupos entre Bilbao y alrededores. En 1990, cinco años después, saltó a cerca de 60 al unirse grupos de Gipuzkoa y Álava constituyéndose como Coordinadora Gesto por la Paz. “El gran salto lo dimos en 1992. En la manifestación anual del 30 de enero de 1989 por la Gran Vía de Bilbao juntamos 2.000 personas y en la de 1992 la cubrimos entera, del Sagrado Corazón hasta el Ayuntamiento. Pero para nosotros lo importante era la presencia en los pueblos”, subraya Urquijo.
El esplendor de Gesto se produjo en los años noventa con la respuesta a los secuestros. Marcó la pauta la reacción al secuestro etarra, durante 116 días de 1993, del empresario donostiarra Julio Iglesias Zamora, recuerda Urquijo. Todos los días hubo concentraciones delante del Palacio de Justicia de Bilbao y todos los lunes los grupos de Gesto lo hacían en sus localidades los 15 minutos reglamentarios. “En ese clima movilizador surgió la iniciativa del lazo azul. Llevarlo era significarse contra la violencia y mucha gente lo exhibió desafiando al miedo. Contamos con apoyo masivo en la universidad e intelectualidad. Avanzada la década tuvimos 200 grupos”, añade Urquijo. Ese año Gesto recibió el Premio Príncipe de Asturias. “Nos dio proyección internacional y nos sirvió para airear un mensaje sencillo: Quienes utilizan la violencia no nos representan y son una minoría”.
“La reacción ciudadana al secuestro de Iglesias Zamora sorprendió a Batasuna”, señalan en Gesto. Y respondió en los secuestros posteriores: el de José María Aldaia en mayo de 1995 seguido por el de José Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux hasta su liberación en 1997. “Empezaron las contramanifestaciones, los insultos y las agresiones a los concentrados. Algunas autoridades locales y políticas nos pidieron que nos retiráramos, pero no les hicimos caso”, recuerda Urquijo.
Las relaciones de Gesto con Batasuna fueron problemáticas desde el principio. La concentración de Gesto en Bilbao en protesta por el asesinato ultraderechista del dirigente abertzale Josu Muguruza en 1989, fue atacada por radicales abertzales que negaban al grupo pacifista reivindicar a una víctima que consideraban patrimonio exclusivo. Lo mismo sucedió años después en otra concentración de Gesto en Bayona de rechazo a los GAL y las descalificaciones sistemáticas durante la marcha pacifista Bilbao-Gernika en 1992.
A mediados de los noventa, Gesto desarrolló una campaña específica contra la guerra sucia, en la que se incluyó una concentración ante la Audiencia Nacional. “Si la democracia mata, la democracia muere” fue uno de sus lemas. En la misma época defendió políticas que años después, tras el final del terrorismo, se han materializado como el acercamiento de presos a sus lugares de origen, su reinserción y el tratamiento igualitario a todas las víctimas de la violencia política.
La gran explosión ciudadana contra el secuestro y asesinato del concejal popular de Ermua, Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997 lo atribuye Gesto a la indignación convertida en hartazgo, y al ejercicio de una ciudadanía entrenada en la movilización contra los secuestros de los años 1993 a 1997. Participó en la organización de la gran manifestación de Bilbao, probablemente la mayor de su historia, convocada por el Pacto de Ajuria Enea para exigir a ETA la libertad de Blanco, pocas horas antes de asesinarlo.
La posterior ruptura de aquel pacto y, con ello, de la unidad de los partidos democráticos contra ETA repercutió en Gesto. Se materializó en la manifestación celebrada en Vitoria en febrero del 2000 por el asesinato etarra del dirigente socialista Fernando Buesa con una división en dos bloques, el soberanista y el constitucionalista.
A partir del 2000, el movimiento social contra ETA entró en una etapa de manifestaciones masivas de respuesta puntual contra el terrorismo facilitada por la estrategia etarra de “socialización del sufrimiento” con el asesinato de personas con mucho reconocimiento social (concejales y otros políticos, intelectuales..). Gesto mantuvo sus concentraciones de silencio activo.
Iniciado el proceso de diálogo con ETA tras la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno en 2004, y unido a la debilidad de la organización terrorista, se redujeron sensiblemente sus atentados. Una parte reducida del movimiento Basta Ya se manifestó contra el proceso dialogado y acabó constituyendo un partido, UPyD, marcadamente antinacionalista, que mantuvo su actividad política hasta años después del terrorismo.
Pero Gesto, el movimiento pionero, dio por cumplido su objetivo con el fin del terrorismo, en octubre de 2011, en un acto simbólico: el despliegue de una gran pancarta con el lema “Lortu dugu” (“Lo hemos logrado”, en euskera) delante del teatro Arriaga de Bilbao. En junio de 2013 se despidió para siempre.