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Moreno se baja de la nube

La crisis de los cribados introduce un cambio de aires en Andalucía, pero no preocupa el PSOE sino Vox

Mantiene su liderazgo intacto, no hay fuegos provinciales (ni siquiera en Sevilla), está a punto de aprobar un presupuesto autonómico brutal de 51.597 millones de euros para 2026 sin necesidad de buscar apoyos y todos los sondeos le dan ganador, pero Juan Manuel Moreno (Barcelona, 55 años) sale del 17º Con...

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Mantiene su liderazgo intacto, no hay fuegos provinciales (ni siquiera en Sevilla), está a punto de aprobar un presupuesto autonómico brutal de 51.597 millones de euros para 2026 sin necesidad de buscar apoyos y todos los sondeos le dan ganador, pero Juan Manuel Moreno (Barcelona, 55 años) sale del 17º Congreso Regional del PP que termina este domingo con el paso trastabillado.

Por un grave error imprevisto, por una mala gestión no detectada a tiempo (y desde hace tiempo) de la que no tenía ni idea y que le ha obligado a bajar de la nube de la mayoría absoluta en la que se encontraba. Y todo a ocho meses de las elecciones andaluzas. “No me pasaron información. Me enfadé mucho. Me dio muchísima rabia”, dijo el lunes durante la presentación de su libro Manual de convivencia. La vía andaluza (Espasa), escrito con la ayuda de cuatro periodistas que trabajan en la Junta.

Este domingo, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, clausura el cónclave popular andaluz, en el que Moreno será reelegido como presidente y candidato a la Junta. Casi a la misma hora, están convocadas manifestaciones en las ocho provincias andaluzas en defensa de la sanidad pública, organizadas por las Mareas Blancas, los sindicatos CCOO y UGT (sus secretarios generales estuvieron en la apertura del viernes) y de las que se han descolgado Satse y CSIF, mayoritarios en el sector.

La gestión sanitaria es su talón de Aquiles —ha nombrado cuatro consejeros en sus casi siete años de mandato—, un dolor de cabeza permanente, ahora agudizado. A los ocho millones y medio de potenciales usuarios del Servicio Andaluz de Salud (SAS) no hay que explicarles mucho cómo está el servicio: lo saben porque lo tienen a golpe de clic en su aplicación de móvil. Pero cuando en el Parlamento andaluz la portavoz de Por Andalucía, Inma Nieto, mostró la mamografía de la teta de Anabel algo crujió porque mostró gráficamente la fragilidad del sistema. La perfecta pista de despegue electoral diseñada para el arranque de la campaña en septiembre tenía baches y nadie lo sabía. “La situación ideal se ha perdido”, subraya un veterano dirigente.

Moreno es el segundo presidente de la Junta de Andalucía que lleva más tiempo en el cargo, tras Manuel Chaves (19 años). Y ya percibe que en la calle corre un airecillo fresco, otra cosa, que antes no notaba. El 3 de octubre, en la inauguración de un centro de salud en Marbella, recibió aplausos y también gritos de “¡fuera, fuera!”, y no era la primera vez. Han pedido su dimisión en otras convocatorias. Cuando alcanzó la presidencia, en enero de 2019, todas las fotos oficiales del Gobierno andaluz se han hecho ante la fachada imponente del palacio de San Telmo. Aún está colgada en la web de la Junta una imagen antigua en la que figura la penúltima consejera de Salud, que dimitió hace un mes. ¿Habrá foto oficial en la calle?

Los populares respiran ahora más tranquilos que hace 40 días, cuando la periodista Mercedes Díaz, de Radio Sevilla (Cadena SER), desveló los primeros casos. Consideran que se ha actuado bien: reconociendo errores, pidiendo perdón, con ceses y dimisiones y anunciando planes de choque que por ahora no se traducen en nuevas contrataciones porque no hay profesionales ni los incentivos son atractivos. Creen que el problema está principalmente en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “En ningún otro sitio hay eco”, dicen desde San Telmo. La oposición está muy insatisfecha porque no han oído en el Parlamento ―el lugar donde todos los gobiernos deben dar explicaciones― qué y por qué ha ocurrido los retrasos en los diagnósticos de las mamografías.

“No se ha hecho un Carlos Mazón”, valora un senador con alivio. “Se está viendo la luz al problema”, sostiene un diputado en el Congreso. “Poco a poco se va a ir solucionando”, asegura un parlamentario andaluz. “Las víctimas están ahí, esperemos que no vaya a más”, advierte otro dirigente sorprendido por el fallo de comunicación en la gestión de la crisis.

Estabilidad

Moreno se va a agarrar al mensaje de la estabilidad en Andalucía, como ya hizo en la campaña de junio de 2022, para apuntalar su oferta política de serenidad y moderación, que él considera han traído crecimiento económico, empleo e inversiones. “Se puede conseguir la mayoría absoluta; si se perdiera, los andaluces no son conscientes de lo que se pierde”, dijo el lunes.

Varias fuentes subrayan que deben apostar todo a ese argumento, no abrir el abanico de la hipótesis de pactos postelectorales y no dejarse contaminar por lo que ocurre en otras comunidades. “Seguimos siendo una isla de estabilidad, sin ruido, ni estridencias”, aseguran varias fuentes. “Andalucía ha acuñado una dinámica política propia. No se deja influenciar por otras situaciones y eso solo pasa en el País Vasco, Cataluña, Galicia y Andalucía”, opina un cargo popular. Otros contraponen que eso no va a ser posible: “Si van a pactar en Valencia, ¿qué van a decir, que aquí no?”.

La mayor amenaza para el PP no viene del PSOE de Andalucía, antaño el partido hegemónico en la comunidad más poblada de España. “El PSOE no es una alternativa, está por debajo de los 30 diputados [de 109 del Parlamento de Andalucía, su suelo electoral] y va a quedar como el PP con Gabino Puche o Antonio Hernández Mancha, que no alcanzaban los 26”, afirman sin dudarlo varios dirigentes que manejan encuestas internas. Según esos datos, la candidata socialista María Jesús Montero, que ejerce la oposición a Moreno por delegación, dadas sus multitareas en el Gobierno como vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, no tira de la marca PSOE. “La única fuerza creciente es Vox. Esto no es algo exclusivo de Andalucía sino de toda Europa. Se está produciendo un cambio sociológico, hay una corriente de derechización evidente y eso beneficia a Vox”, asegura un destacado dirigente del PP.

En el traspié provocado por la crisis de los cribados, varias fuentes del PP ven un hecho positivo. “Hay gente del partido que daba por seguro el resultado y esto no está asegurado. Ha ayudado a quitar el amodorramiento”, dicen fuentes próximas a Moreno. “Ha venido muy bien para tensionar a los equipos del partido, no se puede dar por hecho nada y hay que ponerse las pilas”, sostiene un diputado del PP.

Los veteranos no recuerdan un congreso ―cuyo lema es Siempre Andalucía y en el que el color verde ha desplazado al azul― tan tranquilo, no hay ni un barullo interno. Es lógico: el PP gobierna en la Junta, en siete de las ocho capitales (todas menos Jaén), en seis diputaciones (todas menos Jaén y Sevilla), en 189 ayuntamientos (los más poblados), lo que se traduce en una malla de cargos institucionales desplegados por todo el territorio andaluz. Pero Moreno ha dado un vuelco a un partido saneado financieramente (no tiene deudas), que siempre ha sido muy presidencialista y de cuchipanda, pero que se ha profesionalizado desde la llegada de Antonio Repullo a la secretaría general. Es el artífice de un “cambio cultural” en la organización basado sobre todo en la escucha. “Abrimos las ventanas para que haya menos consignas y más sistema; menos ocurrencias y más datos; y si hay algo que no funciona, se cambia”. En realidad, el PP se ha convertido en una copia de lo que era el todopoderoso PSOE andaluz hasta que se le olvidó cómo se ganan las elecciones.

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