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El rey emérito, en sus memorias sobre la fortuna no declarada: “Fue un regalo que no supe rechazar. Un grave error”

Juan Carlos I admite en sus memorias, distribuidas ya a la prensa francesa, “haber decepcionado” y ser víctima de muchas “debilidades” y de “errores de juicio por amor y por amistad” de “malas compañías”

Juan Carlos de Borbón, rey de España entre 1975 y 2014, se encuentra de promoción a pocas semanas de que se conmemore el 50º aniversario de la reinstauración de la monarquía en España tras la dictadura franquista. El anterior monarca ha concedido algunas entrevistas a la prensa francesa con motivo del lanzamiento de su libro de memorias, Juan Carlos I d’Espagne. Réconciliation (Stock). La obra, de 512 páginas, escrita junto con la autora Laurence Debray, aparecerá el 5 de noviembre en Francia y el 3 de diciembre en España (Planeta). Se ha concebido, según relata Le Monde tras una primera lectura, para “explicar y defender” sus decisiones y evitar que le “roben” su historia.

Tras una primera entrevista concedida por el rey emérito a Le Figaro quedaban muchos interrogantes sobre asuntos clave de sus casi cuatro décadas de reinado que, en parte, empiezan a desvelarse en el artículo publicado por Le Monde. Juan Carlos I se ve a sí mismo como un hombre “nunca verdaderamente dueño de su destino”. Reconoce ser “consciente de haber decepcionado” y admite haber sido víctima de muchas “debilidades” y de “errores de juicio por amor y por amistad”; haber frecuentado “malas compañías” y haber aceptado “regalos que pueden parecer inapropiados a algunos”. El emérito es consciente también, según la lectura de Le Monde, de que esas confesiones “sin duda reavivarán las críticas” y el ruido hacia la Corona, que La Zarzuela ha estado intentando sofocar desde su abdicación en 2014 y la proclamación de Felipe VI.

Uno de los aspectos que aborda en el libro es el del dinero —65 millones de euros— que recibió del rey Abdalá de Arabia Saudí, fallecido en 2015 y al que llama “un hermano”. “Un acto de generosidad de una monarquía hacia otra”, lo describe. Durante los primeros años de su reinado, Juan Carlos I estrechó relaciones sobre todo con Marruecos y Jordania, pero también con otras monarquías del Golfo, que estaban empezando a despegar como potencias económicas. El rey emérito admite en el libro, según Le Monde, que “100 millones de dólares es una suma considerable”. “Un regalo que no supe rechazar. Un grave error”, confiesa. Con esa donación pretendía cubrir las necesidades de su familia y “asegurar mi retiro, lejos de la vida oficial española”.

Cuando se hizo pública esta noticia, en marzo de 2020, Felipe VI, anunció que renunciaba a la herencia de su padre y comunicó que un año antes Corinna Larsen, examante del emérito, había enviado una carta a La Zarzuela informándole de que el nombre del actual Rey aparecía junto a los de sus hermanas como beneficiarios de esa fundación. La Casa del Rey tomó la decisión de informar al Gobierno y acudir a un notario para rechazar cualquier dinero de estas cuentas.

La investigación suiza reveló que Arturo Fasana, gestor de la cuenta del emérito en la banca privada Mirabaud, de Suiza, ingresó el 8 de agosto de 2008 un total de 100 millones de dólares (64,8 millones de euros al cambio de entonces) procedentes del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí. Cuatro años después, el dinero fue transferido por orden del entonces jefe del Estado, Juan Carlos I, a una cuenta en Nassau (Bahamas) del banco Gonet & Cie a nombre de la sociedad instrumental Solare, propiedad de Corinna Larsen. El fiscal ginebrino Yves Bertossa embargó las cuentas de los sospechosos y abrió una causa secreta por blanqueo de capitales contra los implicados en la creación de la estructura y en la recepción del dinero.

La empresaria alemana de origen danés, compañera sentimental del Rey emérito durante una larga temporada, la más tormentosa de su reinado, se dio a conocer después de que Juan Carlos I sufriera un percance en una cacería de elefantes en Botsuana mientras en España se estaban sufriendo las consecuencias de la crisis económica y la Gran Recesión. “Un viaje lejano y costoso que puede parecer totalmente fuera de lugar con la situación del país”, admite en el libro, según Le Monde, donde reconoce que dicha mujer fue un “error” que lamenta “amargamente”.

En la primavera de 2019, Juan Carlos I se retiró de la vida pública. En marzo de 2020, tras las revelaciones sobre el donativo saudí, Felipe VI renunció a cualquier herencia futura “para preservar la ejemplaridad de la Corona” y retiró a su padre la asignación anual de ex jefe de Estado (algo más de 161.000 euros) aunque permanece como miembro de la Familia Real (junto a la Reina Sofía, los Reyes, Felipe VI y Letizia Ortiz, la princesa Leonor y la infanta Sofía), pero sin agenda oficial. “Soy el único español que no cobra pensión después de casi cuarenta años de servicio”, se queja el Rey emérito.

El exilio autoimpuesto ocupa un espacio en la obra. También la deteriorada relación con Felipe VI, al que alaba como Rey pero critica como hijo. “Mi hijo me dio la espalda por deber —escribe Juan Carlos—. Entiendo que, como Rey, mantenga una posición pública firme, pero sufrí (…) al verlo tan insensible”. Le Monde subraya una conversación entre ellos que el emérito evoca. Fue en la Navidad de 2020, “encerrados en el silencio de la incomprensión y del dolor”.

Juan Carlos elogia al dictador Francisco Franco en su libro. Hombre, sin lugar a dudas, a quien debe su coronación, ya que fue el general el que le designó como su sucesor. “Si pude ser Rey, fue gracias a él”. Franco le designó y Juan Carlos I, junto a otras personalidades como Adolfo Suárez ―que venía del Movimiento― trazaron un plan para llevar al país a un sistema de monarquía parlamentaria que empezó en una reforma desde dentro del antiguo régimen a través de la Ley para la reforma política y culminó con unas elecciones libres y la aprobación por referéndum de la Constitución.

El exmonarca cuenta haber mantenido con el dictador “relaciones personales y frecuentes” y admite una cierta simpatía, algo que ha preocupado a un sector de la clase política: “Le respetaba enormemente, apreciaba su inteligencia y su sentido político. (…) Nunca dejé que nadie lo criticara delante de mí”. Y añade sobre la longevidad del dictador: “Nadie pudo destronarlo ni siquiera desestabilizarlo, lo cual, durante tanto tiempo, es un logro”.

Los escándalos del Rey emérito, da a entender el libro, según Le Monde, comenzaron a forjarse durante los años que gozó de una impunidad total, especialmente en los años noventa, con el esplendor de un grupo de empresarios y banqueros que terminó en la cárcel. El monarca asegura en el libro haber estado “ciego ante un entorno malintencionado” y haber tenido “la debilidad de confiar en hombres de negocios que me fueron presentados y de ceder a lo que hoy percibo como presiones”, hasta encontrarse “en medio de un embrollo financiero que me superaba”. Reconoce haberse dejado aconsejar, durante su reinado, por “ciertos empresarios poco escrupulosos que actuaron en mi nombre, pero sobre todo por su propio beneficio”.

Juan Carlos se acuerda también de su esposa, la reina Sofía, a quien se refiere como “Sofi”. Pero “lamenta amargamente” que no haya ido a verlo a Abu Dabi, como sí lo han hecho en varias ocasiones sus hijas, Elena y Cristina, y la mayoría de sus nietos, a excepción de la princesa Leonor y la infanta Sofía.

En cuanto a su nuera, la reina Letizia, cuya llegada “no favoreció la cohesión de nuestras relaciones familiares”, admite la existencia de un “desacuerdo personal”.

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