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Junts prepara otro otoño caliente pero el Gobierno confía en que no romperá

El gran problema de fondo sigue en el retraso de la amnistía para Puigdemont

La portavoz de Junts, Míriam Nogueras (derecha), y el diputado Josep Maria Cruset, durante la sesión de control al Ejecutivo este miércoles en el Congreso.Foto: EFE

En el hemiciclo del Congreso habita un ecosistema propio. Si uno está atento, se puede escuchar casi todo lo que se rumorea en las bancadas. Y, sobre todo, desde las tribunas altas, donde está la prensa, se puede percibir con claridad el estado de ánimo de los diputados, que a veces coincide a los dos lados del hemiciclo. Este miércoles fue una de esas raras veces. Cuando Miriam Nogueras le dijo a un Pedro Sánchez descolocado ...

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En el hemiciclo del Congreso habita un ecosistema propio. Si uno está atento, se puede escuchar casi todo lo que se rumorea en las bancadas. Y, sobre todo, desde las tribunas altas, donde está la prensa, se puede percibir con claridad el estado de ánimo de los diputados, que a veces coincide a los dos lados del hemiciclo. Este miércoles fue una de esas raras veces. Cuando Miriam Nogueras le dijo a un Pedro Sánchez descolocado “quizá habría que hablar menos del cambio de hora y empezar a hablar de la hora del cambio” se escuchó con claridad un murmullo, un “oooh”. De alegría en las bancadas de la derecha, de preocupación en las de la izquierda. Pero en todas coincidían: acababa de pasar algo diferente, un salto. Nogueras llegó a hablar incluso de “financiación ilegal”, la línea roja que muchos socios se marcaron para retirar el apoyo a Sánchez.

Inmediatamente en los pasillos todas las conversaciones se centraron en eso. ¿Junts va en serio? ¿Es solo un amago o pueden romper? El PP se lanzó rápidamente a ofrecerse: “Si quieren moción de censura, aquí estamos, podemos hablar”, señalaban en su cúpula. El Gobierno trató de minimizar: “Es un juego de palabras, las cosas están como siempre, no hay novedades”, señalaban varios ministros, en una especie de consigna oficial.

La realidad, según distintas fuentes consultadas de Junts, del Gobierno y de distintos grupos al tanto de la situación dentro de la mayoría, está en el medio. Ni los independentistas están dispuestos a romper la legislatura, ni mucho menos a unir su destino a PP y Vox en una moción de censura que podría tener un coste muy político muy fuerte en una Cataluña que es tal vez la comunidad donde más rechazo genera la idea de una coalición PP-Vox (como se vio en el resultado electoral de 2023) ni esto es un paripé, como apuntaban algunos diputados en los pasillos.

El grupo de Carles Puigdemont, apretado por unas encuestas muy negativas en las que Aliança Catalana le está comiendo muchísimo terreno, está en pleno debate interno para dar un golpe en la mesa y prepara un otoño caliente como el del año pasado. Entonces, Puigdemont puso en suspenso la relación con el Gobierno y exigió a Sánchez, para seguir adelante, que le permitiera votar una proposición de ley que pretendía forzarle a una moción de confianza. El presidente se plantó, dijo que eso era una prerrogativa suya y el PSOE bloqueó la iniciativa. Todo se paralizó y Junts incluso tumbó, con el PP y Vox, el decreto de la subida de las pensiones. Hasta ahí llegaba su pulso. Al final se arregló in extremis, en una reunión en Suiza entre Puigdemont y José Luis Rodríguez Zapatero, a la que entonces aún acudía Santos Cerdán. Sánchez aceptó que se votara la proposición no de ley aunque descafeinada y Puigdemont dio la orden de desbloquear ese y otros decretos. Pero también se pactó ese día que saldría adelante la transferencia a Cataluña de las competencias de migración, que finalmente acabó tumbando Podemos.

En el Gobierno están convencidos de que el gran problema político de fondo es que Junts aún no ha conseguido completar el elemento central de la negociación de la investidura de Sánchez en 2023, esto es la amnistía para los implicados en el procés y en especial para su líder, Puigdemont, que sigue en Waterloo y espera el momento para poder volver a Cataluña sin ser detenido. El Tribunal Supremo ha impedido de momento esa amnistía, y el todo indica que el Constitucional, ante el que ha apelado Puigdemont, tardará aún meses en resolver, y, por tanto, no habrá perdón efectivo este año y está por ver cuándo llegaría en 2026, porque también está pendiente la resolución de la justicia europea. Mientras no esté resuelto este tema, en el Ejecutivo y distintos grupos de la mayoría consultados al tanto de la situación creen que las cosas con Junts seguirán siendo muy difíciles.

De hecho, el Gobierno ha vuelto a retrasar los Presupuestos. Fuentes del Ejecutivo descartaban este miércoles que se lleve al martes en el Consejo de Ministros la senda de déficit, el primer trámite parlamentario de las Cuentas. Esa votación se perderá con toda probabilidad, habrá que llevarla otra vez, con otra derrota casi segura, y solo después se podrán presentar los Presupuestos en el Consejo de Ministros para llevarlos al Congreso. El Gobierno no parece tener ninguna prisa con el momento que vive Junts pero también con las dificultades que ponen otros socios como ERC o Podemos. Es difícil imaginar que se retrase tanto esa presentación como para que haya vuelto ya Puigdemont a España, pero de momento el Ejecutivo va ganando semanas.

Mientras, en Junts señalan que la cuestión no es solo la amnistía. Que tampoco se avanza en los demás temas, ni en los que se hablan en Suiza ni en las propuestas parlamentarias de los independentistas.

Nogueras, que tiene hilo directo con Puigdemont, insistía después en el patio del Congreso: “Así no podemos seguir. O cambia el PSOE o cambiamos nosotros”. Esto es, no quieren ruptura, pero necesitan urgentemente que los socialistas les den algún hito para seguir adelante: ella citó en su discurso una reforma contra la ocupación y leyes contra la reincidencia, cuestiones que están en el eje de la discusión dentro de la derecha en Cataluña y que también disputa Aliança Catalana, como la inmigración, donde Junts tiene una gran frustración y acusa al PSOE de no haber presionado lo suficiente a Podemos para que votara a favor del traspaso de competencias a la Generalitat. Los socialistas reprochan a Junts que pusieran un preámbulo muy duro antiinmigración que hizo que Podemos votara en contra, cuando la ley era bastante neutra y podía haber tenido más apoyos.

Lo cierto es que los reproches se cruzan, pero nadie parece encontrar de momento un hito lo suficientemente relevante como para que Junts pueda evitar este otoño caliente que promete.

Tampoco hay alarma absoluta en el Gobierno: Sánchez va a seguir hasta 2027 con o sin Presupuestos y, al final, las votaciones se pelean día a día y a Junts le suele convenir entrar en los acuerdos si hay contrapartidas políticas. Pero sí parece claro que vienen curvas de nuevo en el Congreso. El Ejecutivo está muy acostumbrado, y tiene los datos económicos positivos que le dan mucha tranquilidad. Pero, aun así, hay mucha gente trabajando para intentar encontrar una salida al laberinto eterno de Junts.

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