Podemos se atrinchera para preparar la resistencia
Distintas voces analizan la estrategia del partido de Ione Belarra, en creciente oposición al Gobierno y con el horizonte de la unidad electoral cada vez más lejos
Hace tiempo que Podemos se borró de la foto. Si en el último ciclo electoral la izquierda se enredó durante más de dos años en el debate de la unidad, hoy casi nadie en Sumar espera ya al partido de Ione Belarra. La formación ha entrado en una estrategia atrincherada de enfrentamiento con el Gobie...
Hace tiempo que Podemos se borró de la foto. Si en el último ciclo electoral la izquierda se enredó durante más de dos años en el debate de la unidad, hoy casi nadie en Sumar espera ya al partido de Ione Belarra. La formación ha entrado en una estrategia atrincherada de enfrentamiento con el Gobierno que solo va a más y esta semana ha hecho caer una norma fundamental para la estabilidad de la legislatura: el traspaso de competencias en materia migratoria a Cataluña. Por mucho que la ultraderecha esté más fuerte que nunca —por encima del 17% en las encuestas—, y que la ley electoral penalice la división, la decena de voces consultadas para este reportaje ven la fractura casi irreversible y creen que Podemos se ha colocado ya en un escenario de resistencia para después de las generales.
Ahora mismo el partido —con tan solo cuatro diputados en el Grupo Mixto del Congreso— mantiene su apuesta por Irene Montero como cabeza de cartel y busca apuntalar a su electorado con cuestiones como la defensa de Palestina o el problema de la vivienda, aunque por el camino ha empezado a incomodar a formaciones históricamente aliadas.
Se vio el martes pasado, cuando tanto ERC como EH Bildu vertieron duras críticas contra Podemos por su oposición a tramitar la ley pactada entre el PSOE y Junts. A pesar de que el argumento esgrimido era que se trataba de un texto “racista” —dos diputados de Sumar se desmarcaron por el mismo motivo—, un hasta entonces cercano Gabriel Rufián dejó claro su desconcierto en tribuna: “Yo siempre los entiendo, pero hoy no”. Una semana antes lo había expresado la vicepresidenta María Jesús Montero a cuenta del conflicto en Gaza, que ha despistado igualmente a una parte de la izquierda. “Es la única persona en el orden internacional que piensa que España ha sido tibia”, le replicó a Belarra durante la sesión de control al Gobierno.
No se trata de una deriva nueva, pero las objeciones de Podemos se han ido acentuando por todo. El partido ya tumbó en enero de 2024, tan solo un mes después de romper con el grupo de Yolanda Díaz, el decreto de su ministerio sobre el subsidio por desempleo, que luego se aprobó modificado como querían. También han rechazado la reforma de las pensiones, el impuesto al diésel o el decreto antiapagón. Y ahora amenazan con frenar la ley de movilidad sostenible si no se paralizan las ampliaciones del aeropuerto del Prat y el puerto de Valencia.
“El objetivo de Podemos es construir una izquierda fuerte”, reiteran fuentes de la dirección de Belarra al ser preguntadas por su estrategia. Juan López de Uralde, exdiputado y coordinador federal de la fuerza ecologista Alianza Verde, defiende al partido. “Podemos está haciendo lo que siempre se ha hecho desde la izquierda y no debería sorprender. Junts lleva dos años con sus reivindicaciones actuando según considera, pero se les critica más a ellos por cargarse el traspaso de competencias que a Junts por la reducción de jornada. Hay que exigirle responsabilidades a Sumar”, asegura casi dos años después de haber roto con la coalición de Díaz.
Cambio de ciclo
“Yo creo que la percepción de Iglesias y su entorno sería que el ciclo progresista tiene los días contados. A partir de eso han construido su estrategia”, expone Sergio Pascual, quien fuera primer secretario de Organización de Podemos. “Una vez asumen que no se va a reeditar un Gobierno progresista, buscan aprovechar que Movimiento Sumar [el partido de los más cercanos a la vicepresidenta Díaz] no tiene una estructura territorial como para aguantar cuatro años de un Ejecutivo de la derecha con la extrema derecha. De cara a ese periodo, lo más eficiente es tener una izquierda combativa desde ya, que pueda afianzar su base de votantes y prepararla para el duro invierno que está por llegar”, concluye.
Para contribuir a ese objetivo, Pascual subraya que Podemos tiene una “herramienta comunicativa propia”, Canal Red, útil para llegar a sus simpatizantes, y una “mínima estructura cohesionada y centralizada en el Congreso”, frente a una izquierda que, tras ese supuesto batacazo en las generales, correría el riesgo de desmembrarse.
Pablo Iglesias siempre ha teorizado sobre la importancia de los medios como instrumentos de poder real para dar la batalla cultural. Hoy, además de contar con una cadena propia, el exvicepresidente del Gobierno y sus colaboradores más cercanos están presentes en múltiples tertulias de la radio y la televisión públicas, así como en algunas privadas. En un momento de debilidad electoral, estas posiciones serían fundamentales para influir y preparar la remontada en los siguientes cuatro años.
“Su estrategia de cargar contra el Gobierno e intentar que en el desierto en el que creen que va a entrar la izquierda ellos sean los que se queden de pie puede ser legítima, pero no responde a los intereses de las capas populares”, interpreta Toni Valero, diputado de Sumar y coordinador de IU Andalucía. En plenas negociaciones para articular una candidatura amplia en la izquierda en las autonómicas que debe convocar Juan Manuel Moreno Bonilla en 2026, Valero descarta ya que Podemos vaya a participar en ese proceso. También en el de Castilla y León. “Lo fían todo a Irene Montero en las generales. Creen que romper la estrategia en los territorios la debilita, pero es al revés, porque van a sacar peores resultados yendo solos”, vaticina el diputado, y eso, añade, dejará tocado el liderazgo de la exministra de cara a la contienda nacional.
“Podemos tiene derecho a tener su estrategia autónoma, pero se equivoca tensionando más a la izquierda que a la derecha y no compartiendo espacio para presionar al PSOE. El marco de la antipolítica solo favorece a Vox. Y cuando has sido gobierno, no es creíble”, reflexiona Alberto Ibáñez, parlamentario de Compromís y portavoz adjunto de Sumar en el Congreso.
“Dar cancha a las derechas es pactar con el PP el reparto del CGPJ o la reforma de la ley del sólo sí es sí”, responden fuentes de Podemos, que sostienen que ellos han hecho críticas tanto “desde dentro como desde fuera” del Ejecutivo.
Gaspar Llamazares, coordinador federal de Izquierda Unida entre 2000 y 2008, censura que en un momento histórico como este, los de Belarra hayan renunciado, dice, a la bandera del antifascismo. “Cuando más riesgo hay de una mayoría del PP con Vox, relativizan esa posible alternativa diciendo que este Gobierno es de la guerra y racista. Intentan deformar, caricaturizar y diluir su carácter progresista para banalizar la alternativa de la ultraderecha”, cuestiona el hoy concejal en Oviedo.
Haga lo que haga Podemos, de todos modos, las encuestas no muestran grandes variaciones. Desde que 40dB.—encargado de elaborar los barómetros para EL PAÍS y la Cadena SER— mide sus datos por separado (en abril de 2024), Podemos ha pasado del 2,9% al 3,4% en intención de voto, con una tendencia que Belén Barreiro, directora del instituto demoscópico, describe como “zigzagueante”. Según el último dato de septiembre, Sumar estaría en el 6,6% y un 26% de los que en 2023 optaron por la plataforma de Díaz, hoy escogerían la papeleta de Podemos. “Les va a costar caer y también crecer. La percepción es que su electorado está conformado por un conjunto de ciudadanos bastante incondicional e insensible ya a lo que se haga o se deje de hacer”, explica Barreiro. Nada les pasaría ya factura.
En un contexto de convocatoria electoral, sin embargo, los porcentajes de intención de voto podrían subir, señala la directora, porque el votante de izquierdas tiende a decir más que se va a abstener o a no desvelar su voto que el de derechas, aunque en términos de rentabilidad electoral “las divisiones son siempre nefastas”, recuerda. En opinión de la experta, en el caso de este espacio político se unen dos problemas: una pérdida objetiva de votantes (dos puntos menos que el 23-J, lo cual es mucho hablando de un 12,3%) y la distancia que hay ahora entre el tercer partido, Vox, y el cuarto, que sería Sumar. Esa brecha le daría a la ultraderecha “una prima en escaños enorme”, afirma.
La renuncia a la unidad
Dirigentes de IU, EH Bildu, Comunes, Más Madrid, Movimiento Sumar y Compromís debatían este sábado por la tarde en una mesa de las Fiestas del PCE cómo articular una respuesta organizada frente al ascenso de la extrema derecha. Por segundo año consecutivo, Podemos se ausentó de la charla, a pesar de haber sido invitado, según la organización.
Candela López, diputada y coordinadora de los Comunes, es menos tajante que otros portavoces a la hora de descartar una alianza futura y confía en que al final “todos hagan un esfuerzo”. La situación en Cataluña, con todo, es compleja. La comunidad fue el único territorio en el que Podemos quedó por delante de Sumar en las europeas y hay quien ve más de deseo que de realidad en esa idea de no cerrar la puerta a una alianza.
Antón Gómez Reino, exdiputado y antiguo coordinador de Podemos Galicia, opina que en este momento político “toca pensar como sociedad y no como partidos” y aboga por un “polo democrático o una articulación politico-electoral de todo el progresismo” al estilo de los acuerdos construidos en otros países para frenar a la extrema derecha. “Si ponemos en valor esas alianzas en Francia, Italia, Chile o Colombia, ¿cuál es la razón para que no nos valga aquí?”, concluye.