Los bandazos del PP frente a Israel: de apoyar un Estado palestino a asegurar que reconocerlo “empodera a Hamás”
Ayuso vuelve a desmarcarse de Feijóo y su intento de virar el discurso sobre la masacre. Margallo: “No hay que esperar a que la Corte Penal Internacional diga que es un genocidio para hacer algo”
Hay muchos ejemplos, pero quizá el posicionamiento en torno a la masacre de gazatíes por parte de Israel en respuesta a los atentados de Hamás de octubre de 2023 ilustra mejor que cualquier otro cómo la polarización política, esto es, el rechazo al que piensa diferente, contamina todos los debates, incl...
Hay muchos ejemplos, pero quizá el posicionamiento en torno a la masacre de gazatíes por parte de Israel en respuesta a los atentados de Hamás de octubre de 2023 ilustra mejor que cualquier otro cómo la polarización política, esto es, el rechazo al que piensa diferente, contamina todos los debates, incluso aquellos en los que existe un consenso sobre lo fundamental, en este caso, las graves violaciones de derechos humanos impulsadas por las autoridades israelíes.
El 7 de octubre de 2023, fecha de los atentados de Hamás que causaron casi 1.200 muertos, Pedro Sánchez, entonces presidente en funciones, tuiteó: “Seguimos con consternación el ataque terrorista contra Israel y nos solidarizamos con las víctimas y sus familiares. Condenamos rotundamente el terrorismo y exigimos el cese inmediato de la violencia indiscriminada contra la población civil. España mantiene su compromiso con la estabilidad regional”. En unos términos parecidos se expresó el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo: “Estremecidos por las noticias que nos llegan de Israel tras el bombardeo indiscriminado desde Gaza sobre la población civil. Condenamos este ataque masivo de Hamás y trasladamos nuestra solidaridad con las víctimas. El terrorismo es el enemigo de todos y debe ser derrotado”. Apenas unos días después, cuando Sánchez criticó, en su visita a Israel, la matanza de civiles en Gaza, Feijóo declaró: “¿Hay algún primer ministro europeo que cumpla el récord de ser aplaudido por Hamás, basar su investidura en un partido heredero de una organización terrorista y amnistiar unos hechos considerados terrorismo callejero? Sólo Pedro Sánchez”. Por aquellos días, también el líder de Vox, Santiago Abascal, había visitado Israel, invitado por el Likud, la formación de Benjamin Netanyahu, y había exigido al Gobierno español que pidiese perdón por cuestionar “la legítima respuesta de un Estado democrático” a los atentados terroristas, al tiempo que trataba de situar al Ejecutivo como simpatizante de Hamás. A partir de ese momento, el PP trató de presentar al presidente y a sus ministros como más próximos a los terroristas que a los representantes de “la única democracia de Oriente Medio”.
Los populares apoyaron la solución de los dos Estados hasta que el Gobierno de Sánchez reconoció oficialmente el de Palestina. El programa electoral del partido para los comicios generales de julio de 2023, es decir, tres meses antes de los atentados de Hamás, rezaba: “Debemos trabajar para la resolución de conflictos, especialmente el israelo-palestino, por medio de la solución de dos Estados”. Además, en 2014, el Congreso de los Diputados había aprobado, por 319 síes, una abstención y dos noes, es decir, con el apoyo mayoritario de socialistas y populares, una proposición no de ley presentada por el PSOE en favor del reconocimiento de Palestina como Estado independiente. Tras el debate parlamentario, el entonces ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, del PP, que no era diputado, acudió a la Cámara para realizar una declaración solemne: “Quiero expresar mi satisfacción por que todos los grupos se hayan mostrado proclives a apoyar esta declaración. Siempre he creído que la política exterior debe ser una política de Estado, una política de grandes acuerdos, y que lleguemos —olvidando algunas diferencias— a votar conjuntamente de manera favorable una declaración tan significativa y tan importante como esta es un enorme alivio". Sin embargo, cuando, a finales de mayo de 2024, Sánchez reconoció, a través de una declaración institucional en La Moncloa, el Estado palestino, Feijóo replicó: “Vamos a empoderar a Hamás, que me parece el mayor disparate, porque el mayor enemigo del pueblo palestino es Hamás. Allá el señor Sánchez y sus decisiones. Yo no las comparto”. El portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, hoy secretario general del partido, aseguró: “Lo que ha hecho Sánchez es tremendamente irresponsable. Está utilizando un conflicto internacional como cortina de humo para tapar los escándalos de su Gobierno, de su partido y de su entorno personal. Hay una utilización clarísima de la causa palestina que en nada beneficia al pueblo palestino. Es una utilización que genera crisis diplomáticas para nuestro país. Ahora con Israel, una democracia amenazada por una organización terrorista”. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, fue más lejos: “Pretenden que las democracias hagan con Hamás lo mismo que con ETA”, dijo, refiriéndose al Gobierno central, durante un pleno de control a su Ejecutivo en la Asamblea de Madrid. “Tú mata, que yo te daré una comunidad autónoma. Tú mata, que yo te daré un Estado”, añadió.
“Aquella decisión”, asegura hoy Margallo refiriéndose a la proposición del Congreso para instar al reconocimiento del Estado palestino, “se hizo por absoluto consenso. Trinidad Jiménez remó en la izquierda y yo en la derecha. Ahora me parece bien, tal y como han evolucionado las cosas, que España forme parte de la lista de países que lo reconoce, aunque creo que lo más importante es que se haga dentro de la UE”. Margallo recuerda que llegó a hablar con el primer ministro israelí de esa decisión, y así se lo trasmitió en una carta en 2015 a Shlomo Ben Ami, ministro de Exteriores entre el año 2000 y 2001 y exembajador en España: “La primera vez que me entrevisté con Netanyahu fue el día 21 de abril de 2013. En aquella ocasión, Bibi [apelativo informal de Netanyahu] me dijo que la solución alternativa a la solución de los dos Estados —un Estado binacional— era contraria a los intereses de Israel, puesto que en este nuevo Estado —que englobaría Cisjordania y Gaza— la población estaría partida por la mitad y a medio plazo los árabes serían mayoría. Declaración que me pareció muy puesta en razón. En mi última visita a Israel, del día 10 al 15 de enero de 2015, Netanyahu mantuvo una posición distinta: no me pareció dispuesto a aceptar la tesis de los dos Estados, pero tampoco me pareció partidario de integrar los territorios palestinos en un Estado binacional". España, bajo el Gobierno de Rajoy, no llegó a reconocer oficialmente al Estado palestino.
El exministro de Exteriores, recuerda, además, que en 2014, el Gobierno, presidido por Mariano Rajoy, también aprobó la suspensión de la venta de armas a Israel, por las que el año anterior España había ingresado casi cinco millones de euros. “Fue una decisión administrativa tomada en la junta de compras ante la sospecha de que esas armas podían ser utilizadas contra población civil. Entonces había habido 2.000 muertos. Ahora Jean-Pierre Filiu [catedrático de Historia de Oriente Próximo] habla de 130.000 víctimas, lo que supondría el 5% de la población gazatí. La discusión sobre si es un genocidio o no es indiferente porque es un concepto jurídico. ¿Qué pasa, que hay que esperar a que la Corte Penal Internacional diga que es un genocidio para hacer algo? No. Lo importante ahora es parar la matanza. De lo que no cabe ninguna duda es de que son crímenes contra la humanidad, que Israel ha abusado de su derecho a defenderse, y que lo más importante es que la gente deje de morir y se inicien las negociaciones para llegar a la solución de los dos Estados". Cuando, el pasado mayo, el Congreso debatió una proposición de ley para facilitar un embargo de armas a Israel, el PP y Vox votaron en contra. “La población española no quiere embargos”, zanjó el diputado popular Pablo Hispán.
El relato de la “cortina de humo”
El PP mantiene casi desde el inicio del conflicto tras los atentados de octubre de 2023, el relato de la “cortina de humo”, esto es, la tesis según la cual cualquier declaración o medida del Ejecutivo relacionada con la masacre de Gaza obedece únicamente al intento de desviar la atención de otros asuntos. “El Gobierno hace todo lo que está haciendo para intentar que España olvide su corrupción”, declaró Feijóo el pasado viernes, en un acto organizado por FAES, la fundación del expresidente José María Aznar, quien previamente había asegurado: “Cuando la corrupción gubernamental resulta inocultable, se pretende desviar el foco y llevar la atención publica lejos de la sucesión de escándalos que mantiene cercado al Gobierno. Lo que menos importa a Sánchez es contribuir a la solución de ningún conflicto internacional”. Aznar no respondió al moderador elegido por su propia fundación, el periodista de The Wall Street Journal Tunku Varadarajan, cuando, el lunes, al inicio de las jornadas organizadas por FAES, subrayó que el rechazo a la ofensiva de Netanyahu en Gaza no solo prendía en Madrid, sino en otras capitales del mundo, donde proliferan las acciones de protesta. El expresidente se refirió con un genérico “lo que está haciendo Israel” a la masacre y aventuró que si dicho país “pierde la batalla” y Putin gana en Ucrania, el mundo se pondría “al borde de una derrota total”.
Feijóo trata ahora de virar su discurso tras argumentar durante meses de bombardeos indiscriminados sobre población civil “el derecho de Israel a defenderse”, hablando abiertamente y por primera vez de “masacre”, cuando dirigentes europeos, incluido el de Alemania, probablemente el país europeo más cercano a Israel por su pasado nazi, han endurecido sus críticas a Netanyahu. Cuando el Tribunal Penal Internacional dictó, en noviembre de 2024, una orden de detención del primer ministro israelí por crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza, las autoridades alemanas sugirieron que no la cumplirían si el mandatario visitaba su país. El pasado jueves, en una reunión con Sánchez, el canciller alemán, Friedrich Merz, expresó, sin embargo, su “gran preocupación por la situación humanitaria y la invasión terrestre en Gaza” y añadió: “Vemos el grandísimo sufrimiento de la población civil en Gaza, compartimos la opinión de que esto no es proporcional a los objetivos que pretende alcanzar el Gobierno israelí. Esta guerra concluiría si Hamás liberara a los rehenes y dejara las armas, pero no compartimos la opinión del Gobierno de Israel de que de esta manera puede acabar con Hamás. No compartimos la descripción de genocidio, pero juntos [con España] intentamos instar al gobierno israelí. Hace cinco semanas decidí que no habrá armas alemanas para este conflicto, la evolución de los últimos días me confirma que era la mejor decisión”. Feijóo se reunió con Merz la mañana siguiente al encuentro del alemán con Sánchez en La Moncloa. “Compartimos recetas para abordar los retos comunes de nuestras naciones y de una Europa que debe ser más segura, competitiva y próspera”, aseguró al término del encuentro. Horas después, alineado con Aznar y en su presencia, aseguró: “No queda una potencia relevante que no nos mire como un Estado desacreditado”.
Previamente, Isabel Díaz Ayuso, quien comparó las protestas que obligaron a suspender el final de la vuelta ciclista a España con “un Sarajevo en guerra”, había anunciado que concedía la medalla de Oro a los organizadores de la competición deportiva, al tiempo que la Comunidad prohibía las banderas palestinas y el apoyo a Gaza en los colegios madrileños, algo que no hizo cuando las muestras de solidaridad eran hacia Ucrania. Para el politólogo Lluís Orriols, autor del libro Democracia de trincheras, el discurso del PP sobre lo que ocurre en Gaza constata “la incomodidad del partido” con un asunto que, a su juicio, divide a su electorado —“en la izquierda, tradicionalmente, no hay fisuras en la defensa de la causa palestina, pero en la derecha siempre ha habido simpatizantes de Israel”— y supone un ejemplo más de la “oposición interna” que Feijóo heredó de Pablo Casado, esto es, el protagonismo de la presidenta madrileña, quien a menudo se adelanta al líder de los populares a la hora de fijar posición sobre temas de política nacional e internacional, como en este caso.
“Mientras Feijóo, al que le hubiese gustado que Israel no fuera un tema de primer orden en el debate público en Epaña, trata de criticar a Sánchez sobre todo en las formas, ya que no puede hacerlo sobre el fondo, por ejemplo, asegurando que el presidente del Gobierno lo que busca es tapar los escándalos de corrupción, Ayuso, que representa al ala de derecha radical populista, decide llevar a sus votantes hacia posiciones de trinchera porque su estrategia se basa en que cualquier tema está al servicio del nosotros contra ellos”, añade. Para el politólogo, las hipérboles de Ayuso no le pasan factura, pero a Feijóo sí pueden costarle caro si se arrima a su discurso. “En toda Europa vemos a partidos conservadores hechos trizas en su pugna con la extrema derecha. La tentación, cuando los ultras se llevan un millón de votantes de tus bases, es intentar parar esas fugas asumiendo sus postulados, pero hay estudios que demuestran que esa táctica lo único que consigue es alimentar al rival”.