‘Los Fugi’ se hacen mayores: 20 años tras los prófugos más escurridizos

Los agentes de la Policía Nacional encargados de detener a los principales huidos de la justicia recurren al ingenio y creatividad para lograr sus objetivos

Agentes de la policía española e italiana conducen al narco colombiano José Sigfredo Castro Salas, detenido la semana pasada en Madrid, tras 32 años fugado.policía nacional

Como los cocineros cuando se les pregunta cuál es el secreto de su tortilla de patatas , el inspector jefe jubilado Lorenzo Martínez, se muestra dispuesto a detallar los ingredientes y los pasos para detener a los fugitivos, sin esconder que cada policía tiene su truco y lo hace a su manera. Martínez, de 69 años, fue el primer responsable de la Sección de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional ―que comenzó a funcionar en enero de 2004, hace 20 años― y dedicó 13 de los 27 años de su carrera en el cuerpo a esta tarea. Para echar el lazo a los delincuentes más escurridizos, los agentes ...

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Como los cocineros cuando se les pregunta cuál es el secreto de su tortilla de patatas , el inspector jefe jubilado Lorenzo Martínez, se muestra dispuesto a detallar los ingredientes y los pasos para detener a los fugitivos, sin esconder que cada policía tiene su truco y lo hace a su manera. Martínez, de 69 años, fue el primer responsable de la Sección de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional ―que comenzó a funcionar en enero de 2004, hace 20 años― y dedicó 13 de los 27 años de su carrera en el cuerpo a esta tarea. Para echar el lazo a los delincuentes más escurridizos, los agentes recurren a los contactos con las policías de los países que les reclaman, a los que suman ingenio y creatividad, ya que la ley española no permite en estos casos medidas que sí existen en otros países como intervenir teléfonos. “Los franceses lo hicieron bastante mejor, cuando crearon los grupos de fugitivos sacaron una ley que da facilidades para intervenir un teléfono para localizar a una persona que está buscada por la justicia. Aquí no han querido”, se lamenta. “Hay que buscarse la vida. Aquí, es a golpe de zapato”, resume.

Los fugi, como comenzaron a apodarles, después de llamarles los US Marshal o los ES Marshal, se han hecho mayores. Atrás quedó el “despachito con una mesa y unas sillas”, tener que pedir prestado el coche a otras unidades y la aplicación de las primeras órdenes europeas de detención, que entraron en vigor en enero de 2004 y fueron el motivo de que se creara este grupo policial. “Es una ola que arrasa”, resume el inspector jefe Fernando González, que lleva cinco años al frente de la sección . Cada año reciben unas 4.000 solicitudes de colaboración de diferentes países y realizan unas 400 detenciones. España, Marruecos, Italia, Alemania y Rumanía son los países con más detenidos. Italia, Alemania, Francia, Polonia y Reino Unido, quienes más ayuda piden. Cuentan con una veintena de agentes repartidos en dos secciones que se encargan, por un lado, de los reclamados por la justicia española y de América Latina, y por otro, del resto de prófugos internacionales.

Lorenzo Martínez es reacio a dar el número exacto de agentes que fundaron el grupo de fugitivos, aunque otras fuentes lo sitúan en cinco. “Nunca hemos entrado en detalles”, zanja por teléfono desde una zona costera. Martínez se dedica ahora a su familia, pero sigue con orgullo los éxitos de su antiguo grupo. En sus comienzos, asumieron todos los prófugos que la Comisaría General de Policía Judicial tenía pendientes de detener, a los que denominaron los pata negra, pero no tardaron en llegar las órdenes europeas de detención y entrega. Se resolvían en 10 o 15 días, frente a las órdenes de extradición, que podían durar dos años y medio en tramitarse, y los países de la UE empezaron a dictarlas “como una máquina”, relata. “Al principio le poníamos nombre a la investigación, si el buscado era de Italia, pues le poníamos operación bota, pero cuando nos dimos cuenta de que la pila bautismal se nos acababa, porque teníamos que poner tres nombres en un día, dijimos: ‘vamos por países’. Les poníamos Italia 01, Italia, 02, y así sucesivamente”. Y así se siguen ordenando en la actualidad.

El despacho del actual jefe de fugitivos, situado en el Complejo de Policía Nacional de Canillas, en Madrid, parece un pequeño museo policial. Hileras de parches policiales, muy típicos en EE UU, gorras de policías latinoamericanas y otros recuerdos de trabajos y colaboraciones con agentes de diferentes países. Entre ellos salta la vista un parche con un jamón bordado y las siglas FBI. Es de la delegación española de la agencia americana. El contacto y trabajo con cuerpos policiales de diferentes países y con los agentes que les hacen de enlace en España son claves para lograr estas cifras de detenciones. También es fundamental, añade González, la ayuda de la red nacional de localización de fugitivos, un grupo de agentes destinados por toda España, normalmente de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO), que sirven de “punto de contacto” para reaccionar con rapidez. “Nos llega una información ‘está en el hotel, está en el bar, va a coger un avión’ y no te da tiempo a viajar. La gente se conoce y actúa de inmediato”, resume el inspector jefe González.

Fernando González, jefe del grupo de fugitivos, despacha con varios de sus agentes, en agosto de 2023. INMA FLORES

Y a esa receta perfecta se van añadiendo otros ingredientes, como un estudio de la vida y circunstancia del asesino, violador, defraudador o traficante que se esté buscando. Cualquier detalle puede ser clave, cuando más específico, mejor: aficiones, vicios, relaciones amorosas o familiares, reuniones, cumpleaños. “Cada fugitivo es diferente y dispone de recursos diferentes”, explica González. Han resuelto casos en los que el más buscado era un experto en supervivencia, como Jos Brech, de 55 años, reclamado por la violación y el asesinato de un niño en Holanda y detenido en 2018 cerca de Castellterçol, a unos 50 kilómetros de Barcelona. Brech vivió oculto en diversos bosques e intercambiaba alojamiento por comida. Al directivo de la petrolera estatal mexicana Pemex Emilio Lozoya, señalado por la trama de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht y detenido en 2020, le sacaron de una impenetrable urbanización de lujo en Benahavís, localidad vecina de Marbella. Su afición al golf ayudó a los agentes a orientarse sobre posibles escondites.

También hay casos de objetivos completamente integrados en sociedad, como el italiano Gioacchino Gammino, que llevaba 20 años viviendo en Galapagar (33.000 habitantes, Madrid) donde había regentado una pizzería y una frutería e incluso había agredido a un concejal. Cuando le arrestaron, en 2022, sus vecinos supieron que Manolo, como le conocían, se había escapado de una prisión de Roma y estaba reclamado por dos asesinatos entre clanes mafiosos y asociación criminal con la Cosa Nostra. “No soy futbolero, pero fui a todos los partidos del Liverpool que jugaron en España en busca de un fugitivo de Inglaterra”, cuenta Martínez. ¿Y logró dar con él? “No. Pero era buena idea. Es intentarlo”, añade.

Los reclamados más peligrosos suelen ir al principio de una lista, en la que también se cuelan casos de actualidad, como la de Carlos Navarro, El Yoyas, conocido por su paso por el programa Gran Hermano, y huido de la justicia desde noviembre de 2020 hasta que fue detenido por un caso de maltrato el pasado junio, o aquellos en los que puede estar en peligro la integridad de menores o víctimas de violencia de género.

Las investigaciones más difíciles o las que suponen el arresto de un objetivo de mayor valor, suelen ser los que más recuerdan los agentes. Martínez cita al narco de las huellas cambiadas. Francisco Javier Martínez San Millán, Franky, que llevaba 14 años en paradero desconocido cuando fue arrestado en 2006 en Dénia (Alicante). Desapareció del mapa el día que le comunicaban su condena a 12 años de cárcel por el caso Nécora, una macroredada histórica contra el narcotráfico gallego. “Cuando nos dijeron que no coincidían las huellas, dijimos que era imposible, porque iba con su esposa, su padre, su madre, que tenían unos nombres muy particulares, y sus hijos. Al final nos reconoció que se había operado en Colombia. Se había cambiado las crestas papilares de los pies con las de las manos”, relata.

También tiene un especial recuerdo del caso de Pascal Payet, de 43 años, un francés experto en evasiones en helicóptero fugado de una cárcel francesa al que detuvieron en Mataró (Barcelona) cuando miembros de su banda se reunieron con él en un centro comercial en 2007. En la operación, en la que intervinieron los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES), les intervinieron un fusil de asalto, una pistola, un revólver y una granada de mano. Sospechan que podían tener la intención de atracar una joyería o un furgón blindado. El arresto del exjefe del espionaje militar venezolano Hugo Armando Carvajal, conocido como Pollo Carvajal, reclamado por EE UU para ser juzgado por narcotráfico, blanqueo y colaboración con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para introducir cocaína en el país, también aparece entre esos hitos. En los dos minutos en los que los agentes recorrieron hasta encontrarle dentro del piso madrileño en el que se escondía parecieron “interminables” para González.

“Se siente una gran satisfacción al ver la gran cantidad de delincuentes que han dejado de estar en la calle por tu trabajo”, afirma el inspector Darío, responsable del grupo encargado de los fugitivos nacionales y latinoamericanos, y que también se encarga de la operación Violeta, centrada en prófugos perseguidos por delitos graves de carácter sexual sobre menores y niños. Este inspector destaca el dinamismo de sus operaciones, frente a otros grupos, que pueden pasar meses en investigaciones y con diligencias más largas. Ellos solo deben buscarles y detenerles en virtud de una orden judicial. Muchas veces es cuestión de días, aunque otras, los reclamados pasan a formar parte de la lista de los más buscados. “Nunca se cierra un caso por mucho tiempo que pase”, precisa González, que muestra su deseo de poder dedicar a unos agentes para que trabajen esos casos “complicados”. A Martínez le quedó alguna “espinita clavada”, “algunos de esos de los que han salido tantas veces en las páginas”, dice, sin querer dar nombres.

Si tuviera que transmitir una enseñanza sobre su trabajo, el inspector jefe jubilado tira de refranero. “El que la sigue, la consigue”, resume. “Si eres constante en una persona y dentro de las posibilidades, el malo va a cometer un fallo. Si estás encima y lo detectas, le podras detener. Si no estás encima, no lo vas a encontrar nunca”. No muy diferente es una de las frases que guían a González, y que adquirió cierta relevancia con la serie documental sobre el grupo de Fugitivos que realizó Movistar en 2022: “La paciencia del cazador es la sabiduría del investigador”. Y volviendo al secreto y a la fórmula mágica para atrapar a los que más se resisten, Martínez reconoce que, como los cocineros, siempre hay que guardarse algo.

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