Se apagó Ángeles, vivirá Maricuela
Ángeles Flórez Peón, histórica militante del PSOE asturiano y fallecida a los 105 años, fue testigo de un siglo de esperanzas y penalidades, ante las que siempre mantuvo su entereza
Dice Emilio Lledó que somos memoria y vivimos de esa memoria. Ayer falleció, a los 105 años, Ángeles Flórez Peón, y en esta ocasión no encuentro mejor frase para afirmar que seguirá viva en la memoria.
Probablemente, Ángeles hubiera vivido una historia personal anodina y hoy yo no estaría escribiendo este obituario. La diferencia estriba en que, durante sus 105 años, su vida trascurre en una época histórica de intensas emociones, donde se suceden alegrías, esperanzas y grandes ilusiones, ...
Dice Emilio Lledó que somos memoria y vivimos de esa memoria. Ayer falleció, a los 105 años, Ángeles Flórez Peón, y en esta ocasión no encuentro mejor frase para afirmar que seguirá viva en la memoria.
Probablemente, Ángeles hubiera vivido una historia personal anodina y hoy yo no estaría escribiendo este obituario. La diferencia estriba en que, durante sus 105 años, su vida trascurre en una época histórica de intensas emociones, donde se suceden alegrías, esperanzas y grandes ilusiones, la irrupción de la guerra, represión, enormes sufrimientos, penalidades y exilio. Momentos convulsos en los que ella mantiene siempre sus convicciones y su permanente entereza.
Nace en un municipio minero y con fuerte compromiso socialista (San Martín del Rey Aurelio). Siendo niña desfila de la mano de su madre para celebrar, con alegría, esperanza y ansias de libertad, la llegada de la Segunda República.
La familia sufre un enorme trauma por el asesinato, sin juicio, de su hermano en la represión de la Revolución del 34, que motiva el traslado de la familia al lugar donde “cayeron” “los mártires de Carbayín”. Se afilia a las Juventudes Socialistas y ahí comienza su azarosa vida personal y política. Ahí nace Maricuela.
Maricuela era el personaje que Ángeles encarnaba en la obra de teatro Arriba los pobres del mundo. Pero, justo cuando iba a representarse, sucede el golpe de Estado y el comienzo de la Guerra Civil.
Se incorpora a la milicia para defender la República. Salva la vida gracias a la ayuda de Quintín, un novio de juventud, que acabaría fusilado. Es detenida e internada en la cárcel de Oviedo y después trasladada al penal de Saturrarán. En la cárcel, desde su celda, escuchaba cómo sacaban a fusilar a compañeras presas. Por eso aseguraba:
“Lo que verdaderamente me mantiene viva y activa es ese deseo de recordar a todas aquellas mujeres que fueron torturadas, asesinadas sin juicio y borradas de la historia”. “Sin memoria no somos nada”.
En el penal no tendrá una vida mejor: condiciones terribles, insalubres, trato vejatorio, castigos inhumanos. Pero Maricuela no reniega y cuando sale del penal se casa con Chano, su compañero y padre de sus hijos. Ambos militan en la clandestinidad en los años de mayor persecución y represión. Ante el inminente riesgo de detención, primero sale su marido al exilio y más tarde, ya con su hija, con la valentía que la caracterizó, se arriesga ella a un peligroso viaje clandestino a Francia con la niña en brazos. En el exilio continúa militando y, tras la muerte de su marido, regresa a Asturias.
Milita activamente y escribe dos libros donde narra toda su historia. Ninguna causa justa le es ajena. Con más de 90 años participó en el “tren de libertad”, en el desfile del Orgullo, en la defensa de las pensiones. Muere con la preocupación por el auge de los fascismos. Pero si hubiera que destacar su principal interés sería, sin duda, la necesidad de la juventud en la lucha por los derechos y las libertades. Era presidenta honorífica de las Juventudes Socialistas de Asturias.
A pesar de todo, suele repetir: “No sé por qué me dais tantos homenajes y reconocimientos. Yo no me los merezco, no hice nada especial”.
Precisamente, lo que convierte su vida en extraordinaria fue su implicación sin reservas en cada momento y circunstancia. No dejó pasar ninguna oportunidad para defender sus ideales de justicia social, libertades y emancipación del obrero, como le gustaba decir.
Gracias, Ángeles, por tu compromiso, coherencia, entereza. Por regalarnos ese ejemplo de militancia en unos ideales, por una vida tan generosa.
Maricuela seguirá viva en nuestra memoria.
Luisa Carcedo es exministra de Sanidad, consejera de Estado y presidenta de la Fundación Pablo Iglesias.