La pareja rescatada de su balcón por los bomberos: “Fueron dos horas y media, pero estamos vivos”
Sara y Amar llevaban un año de alquiler en el edificio siniestrado y agradecen a los bomberos por arriesgar su vida para salvarlos
La imagen era dramática. Dos jóvenes con gorros intentaban llamar la atención con sus brazos para que los sacaran de su balcón, el sitio de su casa al que acudieron a refugiarse y que se convirtió en una ratonera. Todas las televisiones los enfocaban. Los vecinos en la calle miraban con expectación y nervios lo que pasaba con ellos. No fue nada rápido. Fue eterno. Dos horas de angustia en las que veían cómo el fuego se iba acercando a ellos y cómo los bomberos, desde cierta distancia, los iban protegiendo como podían con el agua de sus mangueras. Ellos son Sara, de Portugal, y Amar, de Bélgica...
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La imagen era dramática. Dos jóvenes con gorros intentaban llamar la atención con sus brazos para que los sacaran de su balcón, el sitio de su casa al que acudieron a refugiarse y que se convirtió en una ratonera. Todas las televisiones los enfocaban. Los vecinos en la calle miraban con expectación y nervios lo que pasaba con ellos. No fue nada rápido. Fue eterno. Dos horas de angustia en las que veían cómo el fuego se iba acercando a ellos y cómo los bomberos, desde cierta distancia, los iban protegiendo como podían con el agua de sus mangueras. Ellos son Sara, de Portugal, y Amar, de Bélgica, la pareja que fue rescatada por los bomberos tras pasar todo ese tiempo en el balcón de su piso en el edificio incendiado en el barrio de Campanar de Valencia. Ni un día después, relatan esas horas críticas. “Fue una situación emocionalmente muy cargada. Estuvimos dos horas y media en la terraza, pero ahora estamos vivos, que es lo que importa”.
Están afectados. Lo han perdido todo, pero se agarran a lo más importante que todavía les queda: la vida. Llevaban un año viviendo de alquiler en el edificio siniestrado. “Por nuestros trabajos, podríamos haber vivido en cualquier lugar del mundo, pero elegimos Valencia por su calidad de vida. No esperábamos que nos pudiera pasar algo así”, han asegurado.
La pareja, cuyo rescate se recibió con aplausos entre los vecinos que estaban evacuados del edificio, ha explicado en declaraciones a la televisión valenciana À Punt que estuvieron “a merced de los bomberos”. De hecho, les han agradecido que “arriesgaran sus vidas” para ayudarlos y han recordado cómo apagaban el fuego que los rodeaba en los pisos superiores e inferiores para que estuvieran “protegidos”. “Fue un momento muy estresante. No queríamos morir quemados, estábamos a merced de los bomberos”, han añadido.
La maniobra para rescatar a estas dos personas, que llevaban desde el inicio del fuego en el balcón, se llevó a cabo con dos grúas: una controlaba el fuego en las plantas inferiores, mientras la otra se acercaba para poder sacarlos por el balcón. Al final, tras dos horas y media larguísimas, lo consiguieron. Aunque no fue fácil. Durante toda la tarde, varios efectivos de bomberos estuvieron refrescando la zona en la que la pareja estaba atrapada con chorros de agua para rebajar la temperatura e impedir que se les acercara el fuego, que justo se encontraba en el piso de arriba y llegó a rodearlos.
El incendio había empezado a las 17.30 en un edificio del barrio de Campanar. Un día después, ya se sabe que nueve personas perdieron la vida, entre ellos una familia formada por un padre, una madre, una niña de tres años y un bebé de escasos 15 días.
Los vecinos de la zona se han volcado con la causa y han abierto puntos estratégicos para recibir comida o ropa y así entregarlas a los afectados que han perdido todo por las llamas.
“No damos abasto. La gente se está volcando. Nos están trayendo de todo”, comenta una de las jóvenes falleras de la comisión Maestro Rodrigo, con sede en la Alquería de Rico, que atiende a la gente que no para de llegar con carritos de la compra, maletas o bolsas llenas. “¿Qué necesitáis? Voy a comprar, que en mi casa no tengo de nada”, ofrece Maricarmen, una mujer mayor que vive en frente del edificio siniestrado. “Lo de ayer fue un infierno. No puedo ni hablar aún”, se lamenta.
Las chicas la animan y le piden sobre todo ropa interior de todas las tallas y productos de aseo e higiene íntima. También pañales, zapatillas y comida de perros. Pero no se necesita comida en general, agua ni medicamentos. Las cajas se apilan en varias filas a la espera de que una furgoneta las recoja. Los supervivientes lo agradecen, por supuesto, aunque saben que lo importante, lo emocional, no lo recuperarán jamás.