Olona denuncia que Vox ha desviado casi 11 millones de dinero público a fundaciones y empresas
La exsecretaria general del grupo ultra en el Congreso reta a su antiguo partido: “Si miento, que se querellen contra mí”
Macarena Olona, exsecretaria general de Vox en el Congreso, denuncia que Vox ha desviado en los últimos años casi 11 millones de euros de dinero público a la fundación Disenso, de la que es presidente Santiago Abascal, y a la mercantil Tizona Comunicación, de la que son propietarios Kiko Méndez-Monasterio, asesor personal del líder del partido ultra, y Gabriel Ariza, hijo de Julio Ariza, patrono de la televisión ofici...
Macarena Olona, exsecretaria general de Vox en el Congreso, denuncia que Vox ha desviado en los últimos años casi 11 millones de euros de dinero público a la fundación Disenso, de la que es presidente Santiago Abascal, y a la mercantil Tizona Comunicación, de la que son propietarios Kiko Méndez-Monasterio, asesor personal del líder del partido ultra, y Gabriel Ariza, hijo de Julio Ariza, patrono de la televisión oficiosa del partido, El Toro TV, antes Intereconomía.
En declaraciones a RNE, Olona subraya que “se han desviado en cuatro años siete millones de euros a una fundación privada en la que se ha colocado como presidente vitalicio a Santiago Abascal Conde con nombre y apellidos” —es decir, como ciudadano particular, no en su condición de presidente de Vox— y que “una mercantil privada de la que son dueños al 50% Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza ha facturado casi cuatro millones en cinco años y su único o principal cliente es Vox”.
Todo esto, ha agregado la que fuera candidata de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía, “apesta a corrupción” y un partido político cuyos ingresos proceden mayoritariamente de las subvenciones del Estado “tiene la obligación no solo moral sino legal de explicar dónde ha invertido hasta el último euro de ese dinero público”, subraya. Ante lo que califica de “indicios gravísimos”, Olona ha emplazado a su antiguo partido a hacer público el modelo 347, que es una declaración en la que autónomos y sociedades informan anualmente a la Agencia Tributaria de todas las operaciones con terceros por un importe superior a 3.000 euros. Esta declaración permitiría aclarar, en su opinión, quién se ha beneficiado del dinero desviado.
Olona, que acaba de publicar un libro en el que relata su trayectoria vital, incluido su paso por Vox (Soy Macarena. Mi vida, mis ideas, mi camino. La Esfera de los Libros, 2023), asegura que su antiguo partido “se ha convertido en una S.A., el negocio del patriotismo”, a través del “entramado de sociedades que han creado alrededor del proyecto político”. Y apostilla: “Dijeron que venían a acabar con los chiringuitos y se han montado el chiringuitazo”.
Hasta ahora, Vox no ha querido contestar a las denuncias de la que era una de sus caras más populares, alegando su secretario general, Ignacio Garriga, que no quiere “contribuir a un relato de ciencia ficción”. Ella ha retado a sus antiguos compañeros: “Si miento que se querellen contra mí. Si digo la verdad, que saquen los papeles. Si no hay nada que esconder, nos vemos en los tribunales”.
En su libro, Olona explica cómo Kiko Méndez-Monasterio, debido a su proximidad a Abascal, es uno de los hombres más poderosos del partido, a pesar de que no forma parte de ningún órgano de dirección ni ha sido elegido por nadie. Y recuerda su sorpresa cuando el entonces consejero de Presidencia de Andalucía y actual coordinador general del PP, Elías Bendodo, le contó en 2022 que Vox había exigido que la Junta diera contratos a las empresas de Julio Ariza a cambio de apoyar los presupuestos del Gobierno de Moreno Bonilla en la primera legislatura.
Olona describe el machismo imperante en el seno del partido —asegura que un dirigente le dijo que evitaba poner a mujeres en los equipos “para evitar tentaciones”—; relata cómo se le hizo retirar del Congreso una iniciativa para vacunar a los menores de 16 años de varias patologías, incluida la covid; se le ordenó votar en contra de una proposición para prohibir las terapias que tratan la homosexualidad como una enfermedad; o se negó a presentar una propuesta “nazi” que vinculaba la nacionalidad española a la “pureza de sangre”. Reconoce, como autocrítica, que actuó muchas veces con una “vehemencia desmesurada” y que pudo llegar a convertirse “en la parte más extrema del propio extremo”.
Binomio engrasado
Olona explica que formaba en el Congreso un binomio perfectamente engrasado con el portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, y narra cómo desde el aparato del partido se intentó quebrar ese tándem a raíz de la votación de los fondos europeos en enero de 2021, que el Gobierno salvó gracia a la abstención del grupo ultra. Tras una investigación interna, Kiko Méndez-Monasterio, mano derecha de Abascal, le dijo que Iván “les había traicionado”. Ahí empezó, según Olona, la caída de Espinosa de los Monteros, que acabaría renunciando al escaño en agosto pasado.
Ella se había ido antes, en julio de 2022. Olona atribuye su salida a una concatenación de hechos tras las elecciones andaluzas, en las que no obtuvo el resultado esperado. En primer lugar, el incumplimiento de la promesa que le hizo Abascal, a cambio de renunciar a su escaño de diputada y marcharse a Andalucía, de que se incorporaría al Comité de Acción Política (CAP), el sanedrín que dirige el día a día de Vox, y podría seguir trabajando en el equipo que preparaba los recursos ante el Tribunal Constitucional, además de regresar como candidata al Congreso en las generales de este año. Eso se añadió a las filtraciones desde el aparato del partido que la culpaban del batacazo electoral; la prohibición de que recorriera las provincias andaluzas apoyando a sus afiliados o la imposición de una censura previa desde Madrid a sus intervenciones en el Parlamento andaluz con la amenaza de destituirla como portavoz si no cumplía las instrucciones. Reconoce que aspiraba a convertirse en senadora autonómica, pero asegura que ni siquiera pudo plantearlo, ya que Abascal no se ponía al teléfono; y admite que sus problemas de salud fueron el detonante, pero no la razón última de su portazo a Vox.