La aventura de 140 jóvenes españoles atrapados entre las revueltas de Senegal

Los menores integrantes de un programa de cooperación quedaron bloqueados en el país africano, sacudido por protestas políticas, y pasaron tres días en el aeropuerto de Dakar hasta poder regresar a España

Un grupo de los jóvenes alicantinos espera en el Aeropuerto de Cap Skirring para volar a Dakar, capital de Senegal.Jose Luis Cuesta (Jose Luis Cuesta)

Los 140 jóvenes españoles, de entre 16 y 18 años, que integraban la expedición anual del programa de cooperación España Rumbo al Sur (ERS) en Senegal disfrutaron durante el pasado mes de julio de un modo de vida poco convencional, alejada de las comodidades de Occidente. Sin siquiera móviles. Es lo que buscaban. Recorrieron el país durante algo más de una semana. Pero todo cambió el 27 de julio, cuando el Gobierno senegalés encarceló al ...

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Los 140 jóvenes españoles, de entre 16 y 18 años, que integraban la expedición anual del programa de cooperación España Rumbo al Sur (ERS) en Senegal disfrutaron durante el pasado mes de julio de un modo de vida poco convencional, alejada de las comodidades de Occidente. Sin siquiera móviles. Es lo que buscaban. Recorrieron el país durante algo más de una semana. Pero todo cambió el 27 de julio, cuando el Gobierno senegalés encarceló al principal líder de la oposición, Ousmane Sonko, cuyo partido quedó luego ilegalizado.

Las revueltas posteriores, en las que se produjeron dos muertes, precipitaron la vuelta de los expedicionarios. O la intención de volver, porque no fue posible hacerlo de inmediato. “Al llegar a la playa se complicó la cosa”, explica Javier Pérez, uno de los integrantes del grupo, que tuvo que ser trasladado en vuelos nacionales hasta el pabellón de peregrinos a La Meca (Arabia Saudí) del aeropuerto de Dakar. “Cuando vimos que entraban ocho militares acompañados por el cónsul español, nos quedamos bastante impresionados y nos dimos cuenta de que no era algo menor”, cuenta. Tras tres días de espera, en diferentes tandas, todos pudieron volar a Madrid.

Con todo, durante los días en Senegal no pasaron miedo. “Nunca tuvimos sensación de peligro”, asegura Pérez, de 17 años, que ha cursado este año primero de bachillerato y juega en los juveniles del Hércules C. F., el equipo de fútbol de Alicante. La organización les había advertido que en junio se habían producido revueltas en el país centroafricano, pero todo parecía haberse tranquilizado. Lo certifica Telmo de la Quadra-Salcedo, sobrino del legendario Miguel y responsable del programa ERS. “Decidimos ir aunque sabíamos que viajábamos a una zona candente”, próxima a países como Malí o Níger, explica, “y que las revueltas de junio, que no eran ni un conflicto étnico ni religioso y mucho menos, armado, se habían mitigado”. Sin embargo, al llegar a la región de Casamanza, “una zona verde cercana a las Guineas y con un puente enorme para pasar a Gambia”, la insurrección popular contra el Gobierno se intensificó. “Tuvimos la mala pata de que nos pilló la detención de Sonko”, y que, además, estaban cerca de la ciudad natal del opositor encarcelado.

Convoy de España Rumbo al Sur bloqueado por las barricadas en la carretera entre Cap Skirring y Ziguinchor por el conflicto político en Senegal.Jose Luis Cuesta

“Íbamos en autobús y vimos que había barricadas de árboles en la carretera”, recuerda Pérez, “y tuvimos que darnos la vuelta para que no nos cerraran con otra por detrás”. “Cerraron todas las carreteras y la capital de la región, Ziguinchor”, relata De la Quadra. “Salimos a las cuatro de la mañana para evitar jaleos y nos alojaron unas monjas escolapias en un monasterio”. La única manera de evacuar a los expedicionarios “era en avión”, “y tardamos tres días en llevarlos a todos a Dakar”. “Nos anunciaron que la situación se había complicado durante uno de los talleres formativos”, apunta el joven alicantino, “y todos sentimos muchísima tristeza, más que miedo, porque estábamos encerrados en una playa espectacular y nos tocaba volver antes de hora”. Faltaba rematar la aventura con una visita a Gambia y otra a la isla de Gorea.

“Recogimos nuestros macutos”, prosigue Pérez, “y durante tres días estuvimos esperando en un aeródromo muy pequeño los vuelos hacia Dakar”. El estudiante fue de los primeros en llegar a la capital senegalesa y uno de los últimos en poder embarcarse hacia Madrid. Las autoridades locales, con la mediación del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Ejército, el cónsul español y el patrocinador del programa, la aseguradora Mutua Madrileña, alojaron a los expedicionarios en el pabellón destinado a los peregrinos a La Meca. “Nos suministraban agua y un día nos dieron media hamburguesa para comer, que para nosotros supo a gloria”, bromea Pérez, después de alimentarse cada día con arroz o raciones militares. Un equipo sanitario controló las diarreas intestinales, el principal problema médico de los integrantes del grupo. “El que tenía esterillas, dormía sobre ellas. Si no, reposabas la cabeza en el saco”, dice Pérez. Entre el 3 y el 4 de agosto, todos cubrieron las cuatro horas largas de vuelo entre Senegal y España. Pérez pisó tierra “sobre las cuatro de la madrugada” y vivió el reencuentro de sus compañeros madrileños con sus padres, con los que no habían tenido contacto en todo el trayecto. Cogió el primer AVE hacia Alicante y sobre las nueve ya estaba abrazado a su familia. “Fueron días muy intensos”, resume.

“Instrucción militar”

“Ha sido una experiencia única que me ha cambiado la manera de pensar”, confiesa el joven, que ha convencido a su hermana, Marta, de 15 años, para que se apunte a la edición de 2024 de ERS. Tras conseguir pasar el proceso de selección, pasó cuatro días a finales de junio en Cerro Muriano (Córdoba), donde recibieron “instrucción militar y cursos formativos” que “te preparan física y mentalmente para el viaje”. Allí ya durmieron en un campo de fútbol, “no tocamos una cama en toda la expedición”, afirma.Visitaron misiones, en las que donaron ordenadores y balones de fútbol. Limpiaron playas, desbrozaron los terrenos de una escuela, emprendieron “una caminata de más de 30 kilómetros por un bosque tropical. Y se impregnaron de la cultura senegalesa. “Un día nos diluvió, y aprovecharnos para ducharnos, porque el agua era escasa”, relata, “de hecho, solíamos abrazarnos tres o cuatro para ducharnos con el agua de un solo cubo”. Y en vez de móviles, apuntaban toda su experiencia en un cuaderno. Los padres estaban puntualmente informados por medio de la web de ERS, en la que accedían a podcasts diarios y a fotos y vídeos de la expedición.

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