La Línea: cómo convertirse en el alcalde más votado sin ocultar los problemas de tu ciudad

Juan Franco, regidor de La Línea, presume de haberse llevado más del 75% del voto a base de “calle” y de hablar claro: “No podíamos seguir agachando la cabeza”

El alcalde Juan Franco saluda a las madres de las alumnas en la graduación de bachillerato del Instituto Menéndez Tolosa de La Línea de la Concepción, este jueves.MARCOS MORENO

Chicas enfundadas en vestidazos de tiros largos y precios bajos, pendientes dorados y peinados de peluquería. Chicos de traje de chaqueta, corbata y pajarita. Globos blancos y azules, cortinas de tiras plateadas, padres emocionados: hay graduación en el instituto Menéndez Tolosa de La Línea de la Concepción (Cádiz). Pero el foco de atención cambia en cuanto el alcalde más votado de España aparece por la puerta. Juan Franco, líder del partido municipalista La Línea 100x100, saluda a diestra y siniestra, ...

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Chicas enfundadas en vestidazos de tiros largos y precios bajos, pendientes dorados y peinados de peluquería. Chicos de traje de chaqueta, corbata y pajarita. Globos blancos y azules, cortinas de tiras plateadas, padres emocionados: hay graduación en el instituto Menéndez Tolosa de La Línea de la Concepción (Cádiz). Pero el foco de atención cambia en cuanto el alcalde más votado de España aparece por la puerta. Juan Franco, líder del partido municipalista La Línea 100x100, saluda a diestra y siniestra, cual celebridad local. Da la enhorabuena a los progenitores, pero estos le devuelven la felicitación con más ganas por ese sorprendente 75,18% de votos que le han llevado a hacerse con 22 de los 25 concejales del pleno, uno más que en 2019.

—Alcalde, felicidades, ¿podría hacerme un selfie con usted? Es porque quiero etiquetarle, eh.

— ¡Pues claro, faltaría más! Vente, dame el móvil.

La linense Almudena Pérez no suelta prenda de si lo votó, pero tampoco oculta la ilusión que le acaba de hacer irse de la graduación de su retoño con una foto de su regidor. Su pareja, el gibraltareño Steven Cano, no se anda con tanto rodeo: “Si yo pudiese, le habría votado sin dudarlo”. Ella se ríe y aporta una clave: “Si ha sacado ese resultado es porque él le da lo que la gente quiere. Ha cogido el punto justo”. No le falta razón a Pérez. La agenda de esta tarde de jueves postelectoral incluye inauguración de local, entrega de diplomas del aula de mayores de la UNED y la citada graduación. Parece como si la campaña no hubiese terminado porque es poco usual que un alcalde de un municipio de 62.900 habitantes con tantos frentes abiertos —paro superior al 29%, problemas de narcotráfico, Brexit enquistado en Gibraltar…— tenga tiempo y ganas de ir a actos así, pero el alcalde jura que lleva haciéndolo desde que llegó, hace ya ocho años.

“Voy a las graduaciones de los cinco institutos todos los años, también a principio de curso y les doy una charla sobre el modelo de ciudad. La campaña para 2027 empezó el lunes pasado y no es que tenga un plan siniestro oculto, simplemente es que ya estoy en la calle. Lo que no vale es hacerlo solo cuando estás a 15 días de las elecciones, ahí ya es tarde”, avanza Franco. Aun así, en la pasada campaña reventó unas zapatillas Puma rojas con los 202 kilómetros que se anduvo. Él mismo lo narró en sus redes sociales, uno de los espacios en los que se siente tan cómodo que incluso se animó a hacer campaña en el metaverso. Allí y en sus ya famosos cafés —en los que convoca en un sitio y a una hora a los vecinos que quieran ir— se ha desgañitado en vender su gestión. Del nuevo estadio, a la plaza de toros, con el telón de fondo de un plan de ajuste y una deuda heredada que cogió con 177 millones y que este año se quedará en 126.

La combinación de mucha calle, don de gentes, manejo de las redes sociales —hasta el extremo de ser inspiración de la cuenta de Twitter de humor @JFrancoEnjoyers— y gestión no es algo que le separe de otros alcaldes populares como el socialista Abel Caballero, en Vigo, a quien ha superado en porcentaje de votos. Lo que sí ha llevado a Franco, abogado y funcionario municipal de 47 años, a tomar distancia del resto es en lo de reconocer de forma constante que su municipio sufre problemas de desigualdad social y pobreza que le llevan a tener la peor esperanza de vida por detrás de Ceuta (79,3 años). También fue el primer y único alcalde del Campo de Gibraltar en alertar de que la zona sufría el azote del narcotráfico, hasta el extremo de intoxicar a las generaciones más jóvenes de los barrios desfavorecidos: “No podíamos seguir agachando la cabeza. Dijimos ‘aquí sí pasa y tenemos un problema serio que hay que afrontar’. Parte ha empezado a solventarse con el plan de seguridad, pero de lo social no se ha hecho nada. Hay quien me para pidiendo trabajo y me dice ‘es que me voy a tener que acabar metiendo en el lío [por el narco] y no quiero’. Eso es muy triste”.

Franco ha sido capaz de colar ese mensaje crudo, pragmático y resumido en potentes titulares en todos los medios nacionales que han querido escucharle. La oposición del PSOE e IU se lo afeó en la campaña y le acusaron de victimismo. Ahora, el reelegido alcalde se reafirma en que “la gente ha valorado el reconocimiento del problema”. La única mácula del pasado 28-M es que la localidad sigue instalada en un alto abstencionismo: el 53,36% de los 50.000 vecinos con derecho a voto se quedaron en casa. Está por ver si sería capaz de sacar de la apatía a esos linenses, si consiguiese sacar adelante una de sus ocurrencias más virales: intentar convertir a La Línea en una ciudad autónoma para conseguir un estatus diferenciado del Estado ante sus problemas y su situación geográfica como ciudad frontera. La idea no ha pasado del intento de consulta popular, rechazada por el Gobierno, y ahora en el Supremo, tras el recurso del Ayuntamiento linense. “La alternativa es que sigamos como estamos. Lo mismo no consigo nada, pero yo lo intento. No voy a dejar que mi pueblo se muera de asco, me niego”, zanja molesto.

Aunque no quiera abandonar ese frente, Franco suma ahora otro que resolverá en los próximos días. Tan arrolladora ha sido su victoria, que se ha convertido en llave de gobierno, tanto para la Diputación de Cádiz, como en la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. La intención del alcalde es dejarse adular por el PP —con quien ya pactó para llegar a la Alcaldía en 2015— como por el PSOE —a quien apoyó en el anterior mandato de la Diputación—. “No hace falta ser Maquiavelo, podemos gobernar con cualquiera. Lo veo cerca con los dos. No es subasta, pero ahí va”, reconoce el regidor, decidido a dejarse engatusar por el partido que más inversiones le prometa para una ciudad que ha estado falta de inversiones durante años por parte de la Junta de Andalucía y el Gobierno.

Apenas una hora antes de aparecer en el patio del instituto Menéndez Tolosa para su enésima graduación, Franco se funde en un abrazo con Carmen Bueno, alumna de este año de la UNED a la que el alcalde le va a entregar un diploma de asistencia. “Tan claro tenía que le iba a votar que los otros sobres electorales que recibí en casa, ni los abrí, a la basura que fueron. Se preocupa por la ciudad y hace algo, los de antes no hicieron nada”, explica la mujer de 73 años. El alcalde agradece el cariño, pero tampoco oculta el “vértigo” que le dan tantas esperanzas puestas en él. “El éxito no te puede acabar cegando”, suelta casi a modo de auto recomendación.

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