Hinojares, el pueblo de la sierra de Jaén que se mudó a Suiza
La inmensa mayoría de los vecinos de este municipio andaluz ha emigrado en algún momento a Bad Ragaz, un centro de turismo de lujo de los Alpes. La localidad ha perdido casi tres cuartas partes de su población en 30 años
Hubo un tiempo en el que podía decirse que la provincia de Jaén estaba formada por 97 municipios dentro de su ámbito territorial y otro más situado a casi 2.000 kilómetros de distancia. Lo sabe bien Ceferina Ruiz Moreno, que llegó a Suiza con sus padres cuando apenas tenía 14 años: “En Bad Ragaz íbamos por la calle y parecía que estábamos en Hinojares, había más emigrantes que nativos”. La primera localidad a la que se refiere Ceferina está en los Alpes suizos y la segunda, en la sierra de Cazorla. Casi el 90% de los vecinos de Hinojares, según el Ayuntamiento, ha hecho las maletas en algún mo...
Hubo un tiempo en el que podía decirse que la provincia de Jaén estaba formada por 97 municipios dentro de su ámbito territorial y otro más situado a casi 2.000 kilómetros de distancia. Lo sabe bien Ceferina Ruiz Moreno, que llegó a Suiza con sus padres cuando apenas tenía 14 años: “En Bad Ragaz íbamos por la calle y parecía que estábamos en Hinojares, había más emigrantes que nativos”. La primera localidad a la que se refiere Ceferina está en los Alpes suizos y la segunda, en la sierra de Cazorla. Casi el 90% de los vecinos de Hinojares, según el Ayuntamiento, ha hecho las maletas en algún momento de su vida para trabajar en ese destino turístico alpino, limítrofe con el pueblo donde transcurren las peripecias de Heidi. Ahora, el Ayuntamiento señala el retorno de algunos de ellos para jubilarse donde nacieron como la causa de la subida repentina de población en vísperas del 28-M que ha detectado el Instituto Nacional de Estadística y que está investigando la Junta Electoral Central.
Todo comenzó a principios de los años sesenta del pasado siglo, cuando un vecino de Hinojares emprendió un viaje a la localidad suiza de Bad Ragaz para trabajar en la construcción. A ese hombre le siguieron poco después otros familiares y amigos y, en apenas unos años, Hinojares vivió un éxodo sin precedentes. Hoy en este pueblo de la sierra de Cazorla hay empadronadas unas 400 personas, según datos del Gobierno local, pero solo la mitad vive allí habitualmente. El resto son emigrantes, unos temporales y otros de largo recorrido.
Ya jubilada, Ceferina Ruiz ha vuelto a sus raíces en compañía de Marcelino Gómez, otro hinojariense retornado y con el que se casó en Bad Ragaz. Ella trabajó en la hostelería y él, en una gasolinera. “Allí estábamos muy a gusto y se ganaba dinero, pero la verdad es que aquí se vive mejor, hay más calidad de vida”, refiere Gómez al comparar ambas localidades. Como Marcelino y Ceferina, otros emigrantes que coincidieron en Bad Ragaz están regresando a Hinojares. Es el caso de Manuel Berbell y María Dolores Coronado, que para disfrutar de su jubilación han adquirido una casa-cueva, uno de los principales atractivos turísticos de este pueblo de la serranía jiennense.
Sin embargo, son más los vecinos que siguen marchándose que los que regresan a Hinojares. Los hijos y los nietos de los primeros migrantes ya están plenamente afincados en el municipio suizo, con larga tradición como balneario y hoy convertido en destino turístico de lujo, con hoteles de primera categoría, baños termales y campos de golf. Allí hace su vida Noelia Ruiz, la tercera generación de migrantes hinojarienses. Hace unos años decidió seguir los pasos de sus padres para empezar a trabajar en un hotel en Bad Ragaz. “Es lo peor de todo, dejar allí a nuestros hijos”, se lamenta Marceliano Ruiz, que volvió a Hinojares el pasado octubre tras 40 años de trabajo en los Alpes suizos.
El saldo migratorio negativo de Hinojares es de tal dimensión que la localidad ha perdido casi tres cuartas partes de su población desde los años noventa. En 1996 tenía censados 1.300 habitantes, frente a los 400 actuales, lo que lo convierte en el municipio más pequeño de la provincia de Jaén. “Sí, es cierto, el 90% de la población ha emigrado en las últimas décadas, en su mayoría a Bad Ragaz”, admite el alcalde de Hinojares, Marón Martínez, que trabajó durante más de dos décadas de camionero en Suiza para volver a su pueblo hace ocho años, los que lleva como regidor local.
Pero a diferencia del resto de emigrantes retornados, Martínez sí que volvió con toda la familia, incluidos sus dos hijos veinteañeros y a los que parece difícil que pueda retener en el pueblo cuando finalicen sus estudios. “Creo que tenemos que volcarnos en el turismo, tenemos 200 plazas de alojamientos rurales y estamos en una sierra menos explotada que [el resto de] Cazorla”, indica el alcalde de Hinojares, intentando encontrar una luz al final de este largo túnel migratorio.
¿Pero qué hacer para intentar revertir esta situación? El alcalde asegura que está tomando medidas para intentar frenar la sangría poblacional. A las familias que tienen un niño, por ejemplo, el Ayuntamiento le da 500 euros para gastar en la farmacia del pueblo y mantener vivo este servicio esencial. En los últimos años, han nacido una docena de bebés en Hinojares. A los desempleados, añade el regidor, se les ofrecen 15 jornales.
Marón Martínez lleva tiempo queriendo realizar un hermanamiento entre Hinojares y Bad Ragaz. “Lo que pasa es que cuesta mucho dinero organizar una expedición hasta allí, a 2.000 kilómetros de distancia, y tenemos un presupuesto muy bajo, de apenas 500.000 euros”, comenta. Ambos pueblos tienen en común que son territorios montañosos, aunque mientras el municipio andaluz se desangra demográficamente, la célebre localidad suiza (de algo más de 6.200 habitantes) sigue recibiendo cada año emigrantes españoles. El municipio suizo es limítrofe con Maienfeld, al que muchos hinojareños descubrieron antes incluso del éxito televisivo de la popular serie de televisión Heidi. La autora de este libro, Johanna Spyri, se inspiró en esta aldea para escribir la historia de una pequeña huérfana que tuvo que ir a los Alpes a vivir con su abuelo, un hombre solitario. Ahora en Hinojares también son mayores y ancianos los que transitan sus solitarias calles.