Josep Piqué, el hombre sensato

Fue un analista de mirada larga que combinaba como pocos en nuestro país el estudio de la economía y la geopolítica

Josep Piqué en Madrid, el 18 de octubre de 2017.inma flores

Durante diferentes etapas de mi vida tuve el honor de poder mantener largas conversaciones con Josep en las que pude disfrutar de su enorme capacidad para escrutar el mundo y buscar entender hacia dónde se dirige. Era el seny hecho persona, un hombre sensato que huía de los superlativos, en unos tiempos como los nuestros en los que todo es exceso e hipérbole. Un político cabal en un país polarizado tan necesitado del bálsamo del sentido común y de la unidad. Así, buscó construir puentes en ...

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Durante diferentes etapas de mi vida tuve el honor de poder mantener largas conversaciones con Josep en las que pude disfrutar de su enorme capacidad para escrutar el mundo y buscar entender hacia dónde se dirige. Era el seny hecho persona, un hombre sensato que huía de los superlativos, en unos tiempos como los nuestros en los que todo es exceso e hipérbole. Un político cabal en un país polarizado tan necesitado del bálsamo del sentido común y de la unidad. Así, buscó construir puentes en Cataluña, creando un espacio que cobijase a quienes desde la realidad de una sociedad plural no deseaban la secesión de España, con dialogo y serenidad.

De esa sensatez dotó también a la política exterior de nuestro país a su paso por el Ministerio de Exteriores. Primer ministro de exteriores del siglo XXI en todas sus acepciones, fue un analista de mirada larga que combinaba como pocos en nuestro país el estudio de la economía y la geopolítica, para aportar claves a un mundo cada vez más impulsado por relaciones de poder. Josep Piqué era también reflexión: como editor de la Revista Política Exterior a la que, incluso en sus últimas horas, no dejó de prestar atención y tremendamente pedagógico en sus intervenciones, podías escucharle pensar cuando hablaba.

Conocí a Josep Pique cuando él ya no ocupaba cargos gubernamentales y yo dirigía una agencia de Naciones Unidas. Nos veíamos regularmente y compartíamos análisis de la actualidad, sobre todo de Asia, una región que él conocía bien, y que le interesaba. Generoso con su tiempo, cuando fui Ministra de Exteriores siempre estuvo dispuesto a ofrecer sus consejos, que yo apreciaba; alegrándose cuando se cerró el acuerdo entre España y el Reino Unido sobre Gibraltar, tema en el que él tanto trabajó. Hace unos meses, en nuestro último encuentro, hablamos de autonomía estratégica europea y de la necesidad de que la UE desarrolle un músculo potente en industria de defensa, algo en lo que ambos trabajábamos. Se va el servidor público leal, sensato, comprometido hasta el final. Queda su legado y los múltiples espacios que ayudó a construir, desde Política Exterior, al Real Instituto Elcano o el Foro La Toja. Nuestro mejor homenaje será mantenerlos activos como centros generadores de una política exterior de Estado, cuya acción esté presidida por ideas ambiciosas, pero también serenas y bien cultivadas, como eran las suyas. Descanse en paz.

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