Fin del misterio: el fugitivo francés oculto en los Pirineos se pegó un tiro tras matar a su exesposa y a la pareja de esta
Una cuadrilla de cazadores halla restos en la zona de Huesca en la que se perdió el rastro de Cédric Tauleygne, un exreservista acusado de un doble crimen en su país el verano pasado
El 4 de julio Aurélie Pardon y su pareja Gabriel Fourmigué, de 32 y 55 años, fueron asesinados a sangre fría en el municipio francés de Pouyastruc, a apenas un centenar de kilómetros de la frontera española. Los investigadores sospecharon desde el primer minuto del exmarido de ella, Cédric Tauleygne, un exreservista aficionado a las armas. Pero cuando comenzaron las pesquisas, él ya se había fugado a España. Un plan medido hasta la última decisión. Los gendarmes lograron establecer contacto telefónico con él, un brev...
El 4 de julio Aurélie Pardon y su pareja Gabriel Fourmigué, de 32 y 55 años, fueron asesinados a sangre fría en el municipio francés de Pouyastruc, a apenas un centenar de kilómetros de la frontera española. Los investigadores sospecharon desde el primer minuto del exmarido de ella, Cédric Tauleygne, un exreservista aficionado a las armas. Pero cuando comenzaron las pesquisas, él ya se había fugado a España. Un plan medido hasta la última decisión. Los gendarmes lograron establecer contacto telefónico con él, un breve intercambio en el que el hombre amenazó con quitarse la vida. Después de ese mensaje, el silencio absoluto. La señal de su teléfono se perdió en los alrededores de la peña Oroel, cerca de Jaca. Los vecinos de la zona vivieron con inquietud la posible presencia de un asesino fugado en sus bosques, pero con el paso de los días se olvidó el asunto, se convirtió en un fantasma. Esta semana, el misterio parece llegar a su fin con el hallazgo de unos restos humanos en un terreno boscoso del lugar en el que desapareció. A falta de la confirmación oficial del ADN, la principal hipótesis es que el último paso de su macabro plan fue el de pegarse un tiro en la cabeza rodeado de vegetación.
Las primeras semanas de julio decenas de agentes de la Guardia Civil peinaron varias hectáreas de un triángulo coronado por la peña de Oroel, que incluía los municipios de Bernués, Atarés y Santa Cruz de la Serós. Controles en carreteras, operativo nocturno, equipo canino... Todo para evitar, como comentaron alguno de los miembros del despliegue, que se repitiera “un caso Igor el Ruso”, cuando otro fugitivo de Italia asesinó a tres personas en Teruel en 2017. La moto del francés había sido hallada en una cuneta cercana a la localidad de Bernués y los gendarmes sabían que Tauleygne, aficionado al ciclismo, conocía la zona porque había hecho varias rutas por ella. “Es como buscar una aguja en un pajar. ¿Sabes cuándo lo encontrarán? Cuando lo vea algún ganadero o cazador de la zona por casualidad, dentro de mucho tiempo”, comentaba en ese momento de incertidumbre Luis Lasala, vecino de la zona y marido de la alcaldesa de Bernués, Ana Lacosta.
El hombre no podía estar más en lo cierto, porque ha sido una cuadrilla de cazadores la que ha descubierto el cuerpo, en una zona con arbustos de tamaño medio y en pendiente. Primero avistaron un casco con algunas pertenencias dentro y a escasos metros estaba el cadáver, junto a una pistola. Fuentes cercanas a la investigación aseguran que entre las pertenencias se ha encontrado documentación que pertenece a Tauleygne, pero la Guardia Civil evita confirmar al 100% que se trate de él hasta que no haya resultados del ADN. El cuerpo tuvo que ser llevado por el GREIM (Grupos de Rescate e Intervención en Montaña) hasta un lugar donde pudo ser trasladado por el helicóptero de la Guardia Civil. Posteriormente, fue trasladado a Huesca para la realización de la autopsia en el hospital. No hay una fecha prevista para esta confirmación del ADN. “La Guardia Civil y la Gendarmería están colaborando en todas las gestiones necesarias”, puntualiza una portavoz del instituto armado.
Las dos víctimas eran profesores y estaban comenzando una relación sentimental cuando se produjo el crimen, según explicó pocas horas después del asesinato en una rueda de prensa el responsable de la investigación en Francia, Pierre Aurignac. “Tenemos todos los motivos para pensar que lo tenía todo preparado”, aseguró el fiscal en esa comparecencia. El presunto asesino y la mujer eran padres de dos niñas pequeñas y no aceptaba la separación de su esposa, mucho menos, que rehiciera su vida. En su casa, los gendarmes hallaron gran cantidad de armas, todas legalmente registradas.
Cuando se confirme la identidad, la historia de este crimen habrá llegado a su fin porque no hay indicios de que el hombre tuviera cómplices. Todo indica que fue él solo el que planeó una venganza y un presunto suicidio.
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