Los amigos de la infancia en Alhucemas que se convirtieron en los amos del hachís en el Estrecho
Cae el heredero de la mayor red de suministro de ‘chocolate’ al sur de la península. Los últimos golpes han retirado a la tríada que ha dominado el tráfico de drogas entre Marruecos y España
La tríada del narcotráfico en el estrecho de Gibraltar vivió unos años de esplendor en el que los relojes de oro y diamantes que llegaban desde Dubai se lucían con orgullo en cochazos y fiestas para mostrar sin recato el poderío de los señores del hachís. La droga la proveían Fikri Amellah Agharbi y un amigo de la infancia, Adil Abdid, quienes se habían criado desde pequeños en Alhucemas (Marruecos) hasta convertirse “en los mayores suministradores de...
La tríada del narcotráfico en el estrecho de Gibraltar vivió unos años de esplendor en el que los relojes de oro y diamantes que llegaban desde Dubai se lucían con orgullo en cochazos y fiestas para mostrar sin recato el poderío de los señores del hachís. La droga la proveían Fikri Amellah Agharbi y un amigo de la infancia, Adil Abdid, quienes se habían criado desde pequeños en Alhucemas (Marruecos) hasta convertirse “en los mayores suministradores de hachís conocidos”. El pase lo dejaban en manos de Abdellah El Haj Sadek el Membri, más conocido como El Messi del hachís, el jefazo del narco que primero escapó de España aprovechando una prebenda judicial y luego se quitó de la circulación por miedo. El tramo final ya quedaba en manos de los gaditanos hermanos Tejón, Isco y Antonio, más conocidos como Los Castaña y calificados como “los reyes del hachís”, a punto de sentarse en el banquillo en el mayor juicio hasta ahora a una mafia campogibraltareña de la droga. Ahora la Guardia Civil ha cortado el flujo de chocolate que aún controlaba la organización de Fikri Amellah al detener a su amigo de la niñez, con quien solía salir a navegar y pescar. Entre uno y otro se calcula que han colocado en España al menos 117 toneladas de hachís y 3,3 de cocaína.
La Guardia Civil ha detenido a 10 personas durante la segunda fase de la operación MVRAD, en cuya primera parte, desarrollada en diciembre del año pasado, fue detenido Fikri Amellah Agharbi, de 44 años, “uno de los narcotraficantes más buscados del mundo”. Su red, que llevaba funcionando al menos 20 años, era perseguida por Europol, la Gendarmería Francesa, la Policía belga, y hasta la DEA... Ahora el que ha caído es su íntimo amigo de barcos y pesca, identificado como Adil Abdid, que había heredado el negocio. Entre los arrestados se encuentra un abogado afincado en la provincia de Málaga, especializado en casos relacionados con el narcotráfico.
Los investigadores han efectuado registros en Barcelona, Almería, Ceuta y Málaga (donde fue detenido el heredero) y consideran acreditada la vinculación de los 10 detenidos con “un total de 117.000 kilogramos de hachís y de 3.359 de cocaína”, según una nota difundida esta mañana por la Guardia Civil. “Solo durante los últimos meses del año 2021, se ha constatado como suministraron más de 100 toneladas de hachís a diferentes organizaciones criminales que operaban en España.”, añade el instituto armado. En este periodo, la banda ha recibido numerosos golpes, como los que supusieron la aprehensión de 4.360 kilogramos de hachís en San Pedro de Pinatar (Murcia), otra de 1,35 toneladas de cocaína en Tánger (Marruecos),1.003 kilos de hachís en Francia y otros 15.000 kilogramos de hachís en Huelva, todas ellas entre junio y octubre de 2021.
El sistema de tráfico de esta banda se había convertido en el estándar del trasiego de drogas en el Estrecho: narcolanchas a todo correr entre la costa de Marruecos y la de España, desembarco clandestino, escondite en una guardería, distribución en España y el extranjero y cobro. Las lanchas y los motores con los que compiten en velocidad con Guardia Civil y Vigilancia Aduanera las importaban desde Países Bajos hasta Portugal, donde eran puestas a puntos y enviadas a trabajar “en las diferentes rutas de entrada de sustancia estupefaciente”. Hasta que caían o se estropeaban.
El dinero era gestionado por la red mediante una estructura radicada en Dubái, desde donde tenía varios sistemas para retornar el dinero de la droga, ya lavado. “A modo de ejemplo, ha quedado corroborado cómo enviaban “mulas” desde ese Emirato trasladando relojes de gran valor económico a España, habiéndose intervenido por los investigadores varias de estas piezas, algunas de ellas de coleccionista y cuyo valor en el mercado alcanzaría precios superiores a los 800.000 euros”, escribe literalmente la Guardia Civil. Y también habían adquirido yates de lujo y habían utilizado sociedades en Reino Unido, Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Irlanda o Turquía.
Eran los tiempos de esplendor de esta red, de este triángulo del hachís, que ahora está contra la pared. Fikri y su amigo Adil Abdid están presos. Su organización ha perdido a 27 soldados, les han sido bloqueadas 58 cuentas corrientes y se les han incautado 10 inmuebles y 36 coches de alta gama. El Messi del hachís se ha retirado (aparentemente) por miedo y depresión, tal y como él mismo contó en marzo de 2019, aunque debería estar en la cárcel: se fugó después de haber protagonizado una primera huida de película y de alcanzar, en noviembre de 2017, un polémico acuerdo con el fiscal jefe de Algeciras para entregarse a cambio de quedar en libertad bajo fianza si colaboraba en una investigación antiterrorista. La tercera pata de la tríada, la formada por los hermanos Castaña, está ahora mismo a punto de volver a sentarse en el banquillo en un macrojuicio con 157 investigados, que se enfrentan a 2.000 años de cárcel y 16.000 millones de euros en multas, por delitos como el tráfico de drogas, organización criminal o contrabando. El negocio.