El inspector de seguridad de Adif ni vio carencias en la curva de Angrois ni recibió la alerta de los maquinistas

El técnico que revisó la línea ocho meses antes del accidente del Alvia compara el despiste del maquinista con “entrar con un coche en una autopista y taparse los ojos”

El inspector de seguridad de Adif Carlos Ayuso, a su llegada al juicio del Alvia en la Cidade da Cultura de Santiago.ÓSCAR CORRAL

El inspector de seguridad de Adif Carlos Ayuso González se montó el 28 de noviembre de 2012 en la cabina de unos de los trenes que cubrían la línea de alta velocidad entre Ourense y Santiago para comprobar si había alguna “anomalía”. A este técnico, que sigue hoy en el mismo puesto y que acumulaba entonces ocho años de experiencia, todo le pareció correcto. “No noté ninguna cosa rara” en la señalización de la fatídica curva...

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El inspector de seguridad de Adif Carlos Ayuso González se montó el 28 de noviembre de 2012 en la cabina de unos de los trenes que cubrían la línea de alta velocidad entre Ourense y Santiago para comprobar si había alguna “anomalía”. A este técnico, que sigue hoy en el mismo puesto y que acumulaba entonces ocho años de experiencia, todo le pareció correcto. “No noté ninguna cosa rara” en la señalización de la fatídica curva de Angrois, ha asegurado este martes en el juicio por el descarrilamiento que ocho meses después acabó con la vida de 80 personas e hirió a 140. Tampoco apreció ningún “riesgo especial” en el brusco cambio de velocidad que debían realizar los conductores en ese punto, sin ninguna baliza que lo alertara. Un año antes, el jefe de maquinistas de Galicia había avisado a sus superiores del peligro, pero Ayuso sostiene que él no se enteró: “Nadie me trasladó nada”. Para este técnico de Adif la única causa de la tragedia reside en el despiste del conductor Francisco Garzón, sobre quien recaía toda la responsabilidad de frenar a tiempo. Lo ha llegado a comparar con “entrar con un coche en una autopista y taparse los ojos”.

Ayuso ―a quien el primer juez de la causa llegó a imputar junto a cargos de Adif y Renfe, pero que fue eximido de estas acusaciones por la Audiencia de A Coruña― ha evitado valorar si la señalización en el tramo donde ocurrió el accidente era suficiente. “Solo vigilamos que lo que hay se cumple”, ha alegado, subrayando además que analizar los riesgos del “factor humano” no entra dentro de sus competencias de inspección de seguridad. La reducción brusca de velocidad que debía realizar el maquinista para coger la pronunciada curva de Angrois, de 200 kilómetros por hora a 80, es para este funcionario de Adif “una cosa normal”. “Como ese cambio de velocidad existen más por la geografía ferroviaria e incluso mayores”, ha disculpado. “No me llamó la atención para nada; si se cumple la normativa no tiene que suceder nada raro”. Según ha relatado Ayuso, el jefe del servicio de inspección, el ya fallecido José Antonio García Díez, llegó a comentar incluso apelando a su experiencia como maquinista que “esa línea, por su condición de nueva, tenía una conducción bastante cómoda, muy tranquila”.

El testigo se ha escudado en la normativa vigente en la época de la tragedia para justificar que ninguna baliza alertara de esa disminución de velocidad, que el maquinista Francisco Garzón Amo no realizó a tiempo porque una llamada de teléfono del interventor del tren lo despistó. Y ha asegurado que la alerta sobre este déficit que sí dio el jefe de los maquinistas de Galicia, José Ramón Iglesias Mazaira, nunca le llegó ni a él ni a la Gerencia Territorial Noroeste de Adif, con sede en León: “No teníamos conocimiento ni personal ni en gerencia de que existiera en esta línea ningún tipo de carencia”.

Mazaira, que declaró hace unos días en el juicio, envió a sus superiores un correo electrónico el 26 de diciembre de 2011. Les pidió que en el tramo donde descarriló el Alvia menos de dos años después se instalaran señales laterales y balizas para “ayudar” a los conductores y evitar así que todo el peso de la seguridad recayera en que ellos mantuviesen una “atención excesiva”. Esa alerta se trató en una comisión de seguimiento de la línea de alta velocidad entre Ourense y Santiago que se celebró en Madrid y a la que asistieron cargos de Adif. Fue recogida en las actas del encuentro, pero Ayuso mantiene que nunca se tuvo conocimiento de ella en las oficinas de León.

¿Hubiera tomado medidas de recibir ese aviso de los maquinistas?, le ha preguntado un abogado de la acusación. “Por supuesto que sí”, ha respondido Ayuso. El inspector de Adif ha reconocido que esas balizas sí se colocaron un mes después del descarrilamiento y que él participó en el cambio: “Fue una decisión de quien la tenía que tomar y punto”. Para ello, ha añadido, se modificó la normativa. ¿Fue Andrés Cortabitarte, el jefe de Seguridad en la Circulación de Adif que se sienta en el banquillo, quien realizó la modificación? El empleado de Adif lo ha negado y ha señalado a “la Dirección General de Ferrocarriles, dependiente de Fomento”.

En su declaración, el inspector de Adif ha defendido que el despiste del maquinista, que no empezó a frenar a tiempo antes de la curva tras mantener una conversación telefónica de 100 segundos con el interventor del tren, era “inimaginable”. Y lo ha comparado con “entrar con un coche en una autopista y taparse los ojos”. Evaluar el “factor humano”, ha sostenido Ayuso, era competencia de Renfe, no de su empresa.

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