El aviso de Ayuso a Feijóo que inquieta al PP
La presión de la presidenta de Madrid al líder popular para que no pactara el Poder Judicial despierta críticas de otros barones y alimenta de nuevo las especulaciones sobre sus aspiraciones nacionales
Se vuelve a dar un baño de selfis. Algunos vecinos de Ordes (A Coruña) le piden a Isabel Díaz Ayuso, delante del presidente de la Xunta de Galicia, que se haga una foto con ellos, pero a él no se lo piden. Alfonso Rueda se lo toma con humor, y bromea con varios sobre la popularidad de la líder madrileña, que ha comprobado que sigue siendo “una rock star”, como la describe un dirigente del PP gallego, también en la tierra de Alberto Núñez Feijóo. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha viajado a ese municipio coruñés porque allí nació la enfermera Isabel Zendal, a la que dedicó el nom...
Se vuelve a dar un baño de selfis. Algunos vecinos de Ordes (A Coruña) le piden a Isabel Díaz Ayuso, delante del presidente de la Xunta de Galicia, que se haga una foto con ellos, pero a él no se lo piden. Alfonso Rueda se lo toma con humor, y bromea con varios sobre la popularidad de la líder madrileña, que ha comprobado que sigue siendo “una rock star”, como la describe un dirigente del PP gallego, también en la tierra de Alberto Núñez Feijóo. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha viajado a ese municipio coruñés porque allí nació la enfermera Isabel Zendal, a la que dedicó el nombre del hospital de emergencias que levantó en plena pandemia. Es la mañana del jueves 27 de octubre, el día que Feijóo, a última hora de la tarde, romperá la negociación del Poder Judicial con el Gobierno después de casi tres semanas hablando. A Ayuso le preguntan en Ordes por ese inminente acuerdo, y ella responde descubriendo el pastel: “He dicho lo que corresponde a quien corresponde”.
Su equipo revela la mañana siguiente que Ayuso ha presionado a Feijóo en privado para no pactar el Poder Judicial. En público, la presidenta ya había advertido del “peligro de llenar el Poder Judicial de Tezanos disfrazados de jueces”. Esas eran sus palabras el día 20, mientras el líder del PP estaba aún sentado a la mesa con el Gobierno. Apenas siete días después de ese aviso, el jefe de las filas populares se apeó del pacto arguyendo los planes del Ejecutivo para reformar el delito de sedición y homologarlo a las penas de los países del entorno europeo. “Feijóo ha sucumbido a la presión del establishment del partido”, interpreta un dirigente territorial del PP. La secuencia de hechos, tal y como se vio de puertas afuera, es tozuda. El problema para el liderazgo de Feijóo no es tanto si Ayuso le dobló o no el brazo, sino que lo pareció.
El último movimiento de la presidenta de la Comunidad ha agitado al PP. Ayuso ha vuelto a escena marcando el paso o queriendo marcarlo, ahora con un nuevo líder, apenas ocho meses después de acabar con la carrera política de Pablo Casado. En aquella guerra interna mostró sus colmillos. Todos en el PP vieron de qué era capaz.
El precedente es el que es y cualquiera de sus pasos despierta de nuevo todo tipo de teorías sobre sus intenciones. Un importante miembro del equipo de Casado cree que la historia se repite y así se lo ha hecho saber a la cúpula actual en privado: “La gente está entendiendo ahora por qué entonces pasaba lo que pasaba. Ha filtrado un mensaje que le había enviado al líder, pero ya le han tomado la matrícula. No tengo dudas de que lo hizo cuando vio un pequeño resbalón de Feijóo”.
El protagonismo de la líder madrileña con el Poder Judicial no ha pasado desapercibido tampoco entre sus colegas de gobiernos autonómicos del PP. “Quien no ha ayudado nada ha sido Ayuso, que ha querido apuntarse el tanto”, se queja un barón. “Ella ha sacado la cabeza pensando en sus elecciones, pero la gente en el partido está un poco harta. Feijóo no solo no le ha hecho nada, sino que le ha dado oxígeno. Si quisiera optar a ser sustituta nos iba a tener a todos enfrente. Nadie puede ser sustituta apuñalando a su predecesor. A lo mejor Ayuso, además de en sus elecciones autonómicas, está pensando en que como las cosas no le vayan bien a Feijóo ella podría optar al liderazgo… Puede ser, pero no puede hacerlo si le toca los cojones al jefe, eso te inhabilita. Si sigue haciendo muchas de estas, se la considerará una traidora”, alerta.
La líder madrileña se ha granjeado detractores en el PP, pero también tiene apoyos. Esperanza Aguirre, una de sus predecesoras en el cargo, la defiende, consciente de lo que significa ser señalada como verso suelto o como disidencia interna. Ella lo fue con Mariano Rajoy, a quien amagó con quitarle el poder en el congreso de Valencia de 2008.
“Ayuso va de cara. No está para nada en opacar a Feijóo ni en doblegarlo. Ella tiene que ganar en Madrid sí o sí. Yo estoy absolutamente convencida de que no hay nadie que esté en moverle la silla a Feijóo, él va a ser el candidato a las generales”, defiende Aguirre. “Feijóo es bueno para atraer el voto que ellos llaman moderado, aunque yo no he creído nunca en eso, pero se le han encendido las luces de alarma en las encuestas. En mi opinión, con sentarse a esperar a que caiga Sánchez no lo vamos a conseguir. Hay que dar la batalla cultural”.
El freno de Feijóo en las encuestas alimenta el ruido. En la cúpula sostienen que solo se ha terminado el efecto espuma de champán que sucede después de un evento favorable a la marca, como fue la mayoría absoluta de Andalucía en junio. El PP, insisten, sigue en torno a cinco o seis puntos por delante del PSOE, según la mayoría de los sondeos. Pero una acumulación de errores del líder popular en sus declaraciones públicas y ese freno demoscópico han provocado mucho debate externo en torno a su solvencia, también agitado por una intensa campaña del PSOE en su contra.
En el PP de Galicia, algunas voces reconocen su “desconcierto” por las dificultades de adaptación de su expresidente a la capital siete meses después de su llegada al trono del PP. “No es el personaje que teníamos aquí. Quizá estaba mucho más protegido, o quizá acomodado”, analiza un dirigente gallego. “Desde aquí se ve que hay una agresividad brutal contra él por parte de Sánchez, y que le está funcionando. Pero es un tipo con muchos kilómetros encima. Es verdad que está la cosa en un punto de ebullición tal que, o se consolida, o puede haber un trastazo”.
“No hay que dramatizar”, opina, en cambio, un barón de peso. “Alberto ha hecho con el Poder Judicial lo único que podía hacer. Estábamos de acuerdo. Al final lo de la sedición no era admisible, habría generado muchos problemas entre nuestros cuadros y nuestros votantes. Era intragable. Y el Consejo del Poder Judicial le importa al 0,6% de la población”, reflexiona. Tras revelarse el mensaje de Ayuso, Génova quiso que se supiera que otros presidentes, como el moderado Juan Manuel Moreno Bonilla, de Andalucía, también habían avalado a Feijóo en su decisión de romper el acuerdo.
La dirección del PP insiste, en todo caso, en que el líder decidió de forma autónoma, sin dejarse influenciar por las presiones. “Yo hablé con él y lo vi con las ideas claras, no llamó consultando”, cuenta un presidente popular que ya sabía a mediodía del jueves que el PP iba a romper la negociación del Poder Judicial. A los miembros de su cúpula sí les consultó. “¿Qué hacemos?”, preguntaba el líder cuando llamaba al otro lado del teléfono. “Pactar, eres un hombre de Estado”, le contestó uno de sus interlocutores. Sin embargo, cuando Feijóo le dijo que estaba confirmado que el Gobierno reformaría la sedición, cambió su consejo: “Entonces bajo ningún concepto, es inasumible”.
“Feijóo no ha tenido miedo. Se ha equivocado, que es distinto”, analiza el exsecretario de Estado con el PP José María Lassalle. “Su liderazgo es indiscutible. Vox está a la baja y ya no necesita protegerse de la pérdida de votos por la derecha. Feijóo está perdiendo en el centro y eso tiene que ver con que le está faltando masa crítica propositiva después de la descapitalización intelectual forzada por la escabechina fomentada por Casado”, reflexiona el profesor universitario y exdirigente sorayista. En su opinión, “al PP no le apetecía el acuerdo y al PSOE tampoco, así que cada uno ha encontrado su excusa. La sedición da votos al PP con el tema catalán, y a los socialistas les da votos tener al PP en el rincón extremo. El PSOE se ha empeñado en hacerle un traje a Feijóo y este se lo ha puesto. Al final ha sido un acierto estratégico de los socialistas, frente a un error táctico del PP”.
Otros cargos del partido también dudan de que la presión de Ayuso fuera decisiva. “Si coges la biografía de Feijóo cuando estuvo en la oposición en Galicia, nunca llegó a un acuerdo, y luego ganó unas elecciones”, apunta un dirigente del PP gallego. “Puede ser que estuviera ya en esa estrategia o que le pudiera la presión. Ahora, con esto se le levanta el velo. Uno de sus grandes activos era ser un hombre de Estado. Todo no lo puedes hacer: o te tapas por un lado o por el otro”.
Los más moderados siguen pensando, en todo caso, que Ayuso no puede ser el cartel del PP para toda España, a pesar de su popularidad entre las bases de la derecha. Por lo pronto, parece difícil que se erija en una alternativa interna real hasta que no gane por mayoría absoluta en Madrid. En el PP madrileño subrayan que la presidenta recibe “30 peticiones diarias” para participar en eventos por todo el país. Allí donde va sigue dándose baños de popularidad. Su fama en la derecha no tiene rival.
Tampoco Feijóo es Casado ni está en un bache comparable al que enterró al exlíder del partido, consideran los barones consultados. Y la visión de los líderes territoriales es la más importante, porque Casado cayó por un pacto de los barones para defenestrarlo. “Esto no tiene nada que ver con lo de Casado, que iba cuesta abajo y sin frenos”, interpreta un presidente autonómico popular. “Ayuso no tiene fuerza interna. Feijóo no es Casado, tiene autoridad moral y el respeto de la gente. A Casado le teníamos ganas todos; a Feijóo, no. Ella se equivocaría si quisiera echarle un pulso”, considera. En la dirección de Feijóo coinciden en la interpretación de que “Ayuso no puede hacer nada contra Feijóo”. “En el choque con Casado, todo el mundo interpretó que el problema era Casado y no Ayuso. Si ella volviera a hacer algo parecido, el problema ya no sería Feijóo, sino ella”, defiende un dirigente de la cúpula.
Las veces que saltaron las chispas
El seísmo por el aviso de Ayuso a Feijóo no se ha traducido, según los protagonistas, en tensiones entre ellos. En el entorno de la presidenta niegan haber recibido quejas del gabinete de Feijóo por haber hecho públicas sus diferencias sobre el Poder Judicial. El contacto entre los equipos es fluido, frente al muro de silencio que se levantó en la época de Casado entre Génova y la Puerta del Sol, aunque entre Feijóo y Ayuso ya han saltado varias veces las chispas sin que prendiera el fuego.
Discreparon por el impuesto a las eléctricas ―ella se opuso frontalmente, mientras él dijo estar de acuerdo con el que proponía Bruselas, aunque votó en contra de la medida del Gobierno―, y en el consentimiento al aborto de menores mayores de 16 años. Feijóo cree que las menores deben tener el respaldo de sus padres para abortar, y Ayuso ha defendido que en caso de conflicto deben informar, pero no obtener su autorización. Ayuso sigue haciendo con Feijóo lo que ya hacía con Casado: opinar de todo, cuando quiere y donde quiere. Como dijo ella misma: “No puedo esperar al teletipo del presidente [Feijóo] para opinar”.
El círculo de la líder madrileña se queja de que se hable de una división interna que sostienen que no existe. “Son cosas que buscan erosionar al PP”, argumenta una fuente que cuenta con la confianza de Ayuso. “Buscan división donde no la hay, y siempre se elige para ello a la presidenta: con el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, con el presidente Feijóo y con quién sea”, remarca esta fuente, obviando que el precedente del choque con Casado es lo que carga de argumentos a quienes elucubran con que la situación se repita. “A ella le da igual, no le dedica ni un minuto”, insisten en su entorno. “El presidente tiene toda la legitimidad y autonomía, y cuenta con todo el respaldo de la presidenta”.
A diferencia de Casado, a quien conocía desde hacía casi 20 años, Ayuso y Feijóo no habían tenido una relación personal previa, más allá de los contactos entre presidentes autonómicos. Tampoco es que con Casado ese pasado ayudara. Pero en la caída del expresidente popular, la alianza entre Ayuso y Feijóo sí fue decisiva.
Entonces hablaron largo y tendido. En alguna de esas citas, en una taberna de la capital, se dejaron ver para que todos supieran que estaban en el mismo barco. Ella dio un paso a un lado y él se lo agradeció respaldándola ante el problema que afrontaba de que su hermano hubiera cobrado de su Gobierno por un contrato de mascarillas en plena pandemia. Ayuso y Feijóo se deben favores el uno al otro, pero en política, ya lo comprobó Casado, la lealtad dura lo que duran los resultados.
La clave que decidirá si el ruido evoluciona a algo más está en mayo de 2023, en las elecciones municipales y autonómicas, interpretan las fuentes consultadas. Ayuso necesita lograr una mayoría absoluta en Madrid. Y Feijóo tiene que ganar las municipales para que esa ola le conduzca hacia la victoria en las generales, previstas para final de ese año. El líder del PP podría tener un problema en el caso de que perdiera en mayo con contundencia ante el PSOE y Ayuso saliera fortalecida con una mayoría absoluta. Nadie en el PP prevé, hoy por hoy, ese escenario, porque Feijóo sigue liderando con margen las encuestas y las previsiones económicas parecen remar en su favor.
Pero todo se ha vuelto muy volátil. Ayuso, por su parte, aparta el cáliz de las aspiraciones nacionales cada vez que le preguntan, en público y en privado. Sostiene que jamás dará el salto y que está centrada en Madrid. Sin embargo, una fuente que la conoce a la perfección advierte de cómo interpretar esas palabras: “Esto es política. Y en política, jamás significa hasta mañana”.