Las primeras horas del naufragio frente a Gibraltar tras una llamada urgente desde el Peñón: “Hay un barco con una vía de agua en peligro de hundirse”
Las autoridades españolas ven correcta la actuación de Gibraltar en la crisis del buque naufragado a 700 metros de la costa
Las últimas luces de la tarde del pasado lunes aún clarean de naranja lo que el cielo encapotado deja ver sobre las aguas del Estrecho de Gibraltar. Sopla una brisa suave y húmeda de levante. La noche parece tranquila en la Capitanía Marítima de Algeciras, hasta que una llamada a las 21.25 rompe la calma chicha. El capitán gibraltareño, John Ghio, llama personalmente por teléfono a su homólogo en el puerto algecireño, Karím Breir. “Fue todo muy rápido. La primera comunicación de esa misma noche nos dice que hay un barco con una vía de agua en peligro de hundirse y que va a ser varado voluntari...
Las últimas luces de la tarde del pasado lunes aún clarean de naranja lo que el cielo encapotado deja ver sobre las aguas del Estrecho de Gibraltar. Sopla una brisa suave y húmeda de levante. La noche parece tranquila en la Capitanía Marítima de Algeciras, hasta que una llamada a las 21.25 rompe la calma chicha. El capitán gibraltareño, John Ghio, llama personalmente por teléfono a su homólogo en el puerto algecireño, Karím Breir. “Fue todo muy rápido. La primera comunicación de esa misma noche nos dice que hay un barco con una vía de agua en peligro de hundirse y que va a ser varado voluntariamente en la cara de levante del Peñón. Que la incidencia que podía ser gravosa para nosotros y ya luego vino todo lo demás”, resume Benito Núñez, director general de la Marina Mercante de España.
Lo demás se hizo patente para los habitantes de Gibraltar y La Línea de la Concepción con las primeras luces del alba al día siguiente. Un granelero de cuatro grúas, el OS35, amanecía semihundido a 700 metros de una bahía natural de Gibraltar —conocida como Catalan Bay— y a 2,2 kilómetros de la playa de Poniente de La Línea. Allí acabó después de que el capitán del buque —detenido el jueves por la policía gibraltareña y puesto en libertad bajo fianza ayer—, se negase a detener la nave tras chocar con un metanero que supuestamente estaba fondeado en las inmediaciones del puerto de Gibraltar. La vía de agua provocada por una rotura en la parte central del casco de 10 metros de largo por cuatro de ancho no dieron más margen a Ghio que el de buscar una zona cercana a la costa, con bancos de arena, donde el mercante no se hundiese del todo.
La amenazante presencia del OS35 inquieta a los vecinos de Catalan Bay, una antigua barriada de pescadores de casitas de colores con aspecto de pueblo italiano. Al otro lado de la frontera disgusta al alcalde de La Línea, Juan Franco, que el jueves se preguntaba porqué se optó por esa zona, cuando está protegida dentro de la Red Natura 2000. Pero una cosa es lo que parece y otra la que es. “Se pueden discutir los detalles, pero la maniobra no es incorrecta. En caso de hundimiento no es lo mismo un buque a 200 metros de profundidad que a 17 metros. Todo es más fácil cerca y para contener los vertidos, igual. La imagen es más llamativa y fastidiosa, pero es mejor”, resume Núñez desde la dirección general de la Marina Mercante. Y no es el único que lo ve así. El abogado Sebastián Díaz, experto en Derecho Marítimo en la zona del Estrecho y profesor asociado de la Universidad de Cádiz, también lo tiene claro: “Todo se ha hecho correctamente. En el caso del Prestige [hundido frente a las costas de Galicia en 2007], luego hubo expertos que planteaban que se debería haber ido a una zona de refugio”.
Para cuando vecinos, alcaldes y las primeras cámaras de televisión descubrían la impactante imagen del OS35 doblado por la mitad y semihundido, la mañana del martes, el Gobierno de Gibraltar ya había emitido tres comunicados con actualizaciones sobre el estado del buque, de los más de 20 que han enviado desde entonces. Al tercero, enviado pasadas las ocho de la mañana de ese día, habla por primera vez de que la cooperación con el Puerto de Algeciras es continua y que “se está considerando el despliegue de activos de Salvamento Marítimo, dependientes de la Dirección General de la Marina Mercante. “Nos ofrecimos nosotros y ellos aceptaron. Han tenido una actitud muy constructiva. Nos han ido informando. Gibraltar ha hecho un esfuerzo por informar”, explica Núñez.
La presencia del buque Luz de Mar, de una salvamar y un helicóptero se limitó al principio a colaborar en la instalación de barreras y estar cerca del granelero, por si la situación se complicaba. Fue justo lo que pasó la tarde del miércoles, cuando el casco cedió por la mitad y se combó. La presión del movimiento abrió dos rejillas de uno de los tanques cargados de fueloil bajo en azufre y una escandalosa mancha de petróleo se liberó al mar. El Luz de Mar se hizo entonces vital para ayudar a los buques de Gibraltar a desplegar aún más barreras y limpiar el mar, gracias a sus equipos anticontaminación. “Estamos a la emergencia y a contener el vertido”, detalla Núñez.
Un factor más se suma a esta lucha contra el daño provocado en el medioambiente, que no admite errores sin graves consecuencias: la obligación de trabajar en una zona enredada en constantes cuitas de soberanía y en unas aguas que Gibraltar considera suyas, pero España no. “No puedes tomar decisiones a la ligera y en esta zona hay muchas presiones políticas”, abunda una fuente conocedora de la situación en la zona. En medio de ese ruido político —acrecentado por el partido de ultraderecha Vox y por el alcalde de Algeciras (PP), Jose Ignacio Landaluce—, el siniestro ha encontrado “en España y Gibraltar a personas de mucho nivel acostumbrados a este tipo de siniestros”, según defiende el abogado Díaz. “Cada cual hace su papel. De forma objetiva, se está haciendo muy bien”, añade el letrado. Fuentes cercanas al Ministerio de Asuntos Exteriores —vigilante en este caso del suceso en la distancia, ya que la competencia es del de Transportes— apuntan también a un entendimiento “sin especiales problemas”. Todos corroboran el mensaje repetido una y otra vez por el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, en cada intervención en medios españoles, en los que recalca una y otra vez palabras como “entendimiento” y “cooperación”.
Con todo, Núñez prefiere evitar valoraciones a la carrera y lecturas acríticas. Centrado ahora en la emergencia, defiende la necesidad de tiempo para averiguar qué aspectos se podrán mejorar y pulir tras el aprendizaje del OS35. “No soy de hacer juicios de valor sin tener un análisis riguroso, sin tener todos los elementos. Como pasa con todos los accidentes, se harán todas las investigaciones que correspondan y, de ahí, hay que sacar conclusiones”, defiende el director general de la Marina Mercante. Pero eso será más adelante, cuando el granelero deje ser esa amenaza para el medioambiente y se convierta en una previsible chatarra que habrá que sacar de la cara de levante del Peñón.