La migración irregular a Europa crece en todas las rutas, menos en la del Estrecho
Hasta finales de julio habían cruzado las fronteras europeas 155.090 personas, un 86% más que en el mismo periodo de 2021 y el mayor volumen de los últimos seis años
La presión migratoria hacia Europa crece. En los primeros siete meses del año, la inmigración irregular ha aumentado en todas las rutas, con una única excepción: la del Mediterráneo Occidental, que conecta España con el norte de Marruecos y Argelia. Hasta finales de julio habían cruzado irregularmente las fronteras europeas 155.090 personas, un 86% más que en el mismo periodo de 2021, según Frontex, la agencia encargada del control de fronteras de la Unión....
La presión migratoria hacia Europa crece. En los primeros siete meses del año, la inmigración irregular ha aumentado en todas las rutas, con una única excepción: la del Mediterráneo Occidental, que conecta España con el norte de Marruecos y Argelia. Hasta finales de julio habían cruzado irregularmente las fronteras europeas 155.090 personas, un 86% más que en el mismo periodo de 2021, según Frontex, la agencia encargada del control de fronteras de la Unión. La crisis económica derivada de la pandemia, la crisis alimentaria que está provocando la guerra de Ucrania, los conflictos armados, las consecuencias de la crisis climática o el avance del fundamentalismo islámico son algunas de las causas que están empujando a miles de personas de África y Asia a salir de sus países con destino al continente europeo. Esta cifra de entradas irregulares en un primer semestre es un hito, y no se veía desde 2016, un año después de que se desatara la crisis de refugiados que provocó la guerra de Siria. Y mientras, los Veintisiete avanzan con mucha lentitud hacia el pacto de asilo y migración; un acuerdo que, precisamente, se intenta levantar desde hace años para dar respuesta a momentos críticos como aquel.
La principal puerta al continente es la ruta terrestre de los Balcanes occidentales. Cada semana, se registran miles de intentos de cruzar las fronteras que separan Bosnia de Croacia y Serbia de Croacia, Hungría o Rumania. Durante el periodo observado, esa vía ha registrado 70.770 entradas, el triple que en 2021, y eso sin tener en cuenta a los ucranios que huyen de la guerra, ya que este informe no contempla esa tragedia. El paso por los Balcanes occidentales es utilizado fundamentalmente por afganos, sirios, indios, bangladesíes, pakistaníes e iraquíes. Un informe restringido de la Comisión Europea, al que ha tenido acceso EL PAÍS, prevé que la presión migratoria en este flanco se mantenga en niveles similares o superiores durante el resto del verano porque, como ocurre en las demás rutas, el número de candidatos esperando su oportunidad de cruzar es bastante alto.
Con respecto a las rutas marítimas, la del Mediterráneo central es la más transitada. Un total de 42.549 personas han desembarcado en Italia o Malta procedentes de Libia y Túnez e incluso Argelia. El aumento del 44% respecto a 2021 se debe, sobre todo, a las llegadas a Italia, porque Malta ha registrado la entrada de unas 30 personas, comparado con las más de 300 que arribaron el año pasado por estas fechas. El registro de barcazas han crecido exponencialmente este verano: solo en los 10 primeros días de julio, desembarcaron cerca de 8.000 personas. Hay un dato curioso y novedoso en esta ruta: entre las cinco nacionalidades mayoritarias de llegada a puertos italianos no hay ninguna subsahariana; egipcios y bangladesíes son los más numerosos.
Casi con toda seguridad estos números se convertirán en arma electoral en las próximas elecciones italianas que se celebrarán en septiembre. Matteo Villa, investigador especializado en migración del Instituto Italiano para Estudios de Política Internacional (ISPI), explica: “Mientras la campaña electoral acelera, la llegada de migrantes irregulares crece por tercer año consecutivo. Este año nos aproximaremos a 80.000 llegadas, frente a los 65.000 del año pasado y 11.000 en 2019. Todavía es manejable, pero la dificultad aumenta, especialmente en verano”. Villa explica que hasta hace poco la inmigración irregular no había sido una baza clave en la campaña, hasta que la ultraderechista Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, sugirió utilizar un bloqueo naval para impedir la llegada de embarcaciones. “Esta política extrema y brutal ya había sido propuesta por Meloni, pero esta vez la coalición de centro-derecha tendrá que decidir si la apoya o no en esta campaña”, añade. Todo apunta a que el tema se mantendrá en los mítines en paralelo a los desembarcos: por primera vez desde finales de la década de 1980, los italianos votarán en septiembre, tras los meses de mayor intensidad migratoria en el Mediterráneo central.
Aun con cifras moderadas, la ruta del Mediterráneo oriental ha experimentado un auge del 133% en los seis primeros meses del año: casi 22.601 personas habían llegado a Grecia y Chipre. Destaca, por otro lado, el creciente número de interceptaciones de los guardacostas turcos, con la ayuda de los griegos. Hasta comienzos de julio evitaron la salida de 38.147 personas, un 56% más que en 2021, según datos de Frontex a los que ha tenido acceso EL PAÍS.
Más llegadas a Canarias, menos en el Estrecho
Las rutas migratorias hacia España presentan la única bajada de todo el mapa europeo, pero es necesario separarlas para entender las diferentes tendencias. A 31 de julio, según Frontex, habían llegado a España por tierra y por mar cerca de 16.000 personas, una cantidad ligeramente inferior a la del año anterior (un 3,3% menos). La caída podía ser mayor, pero la ruta canaria ha crecido con fuerza con casi 9.500 llegadas, un 25% más. Este mismo porcentaje, pero a la inversa, es decir, una caída, es el que muestra la evolución en el estrecho de Gibraltar y demás rutas del Mediterráneo occidental. Los números de Frontex muestran la misma tendencia que los del Ministerio del Interior español a 15 de agosto, aunque con datos diferentes.
Marruecos, tras la reconciliación con España, ha aumentado su colaboración para evitar la salida de pateras por la fachada atlántica. Y a esto se suma los 500 millones de la Unión Europea que recibirá el país del Magreb para controlar sus fronteras, como adelantó EL PAÍS. No obstante, los resultados por ahora son modestos. Según datos de las fuerzas de seguridad a los que ha tenido acceso este diario, Rabat frenaba en 2021 el 19% de las personas que intentaban embarcarse desde sus costas o desde las del Sáhara Occidental con destino a las islas. Ese porcentaje es ahora del 25%. A pesar de esa mayor efectividad, la región controlada por Marruecos es desde la que salen prácticamente todas las embarcaciones, una vez que Mauritania y Senegal también aumentaron sus controles. “Más allá de los esfuerzos de Marruecos, la presión migratoria en la zona es muy alta”, explica una fuente española dedicada al control de fronteras. Ya son casi 10.000 personas las que han llegado a Canarias, el 45% de ellas, marroquíes. Si se mantiene este ritmo, se superarán las 22.000 entradas del año pasado, una cifra muy similar a la que en 2020 sobrepasó al Gobierno de Pedro Sánchez y provocó una crisis humanitaria en las islas.
La presión policial marroquí tiene mayores resultados en la ruta del Estrecho. Rabat mantiene el cerco a los migrantes en el norte del país y las salidas desde esa región son, desde 2019, cada vez menos frecuentes. Es la única ruta hacia España que se da por controlada. Argelia, por su parte, a pesar de su enfado por el respaldo que España ha dado a Marruecos en el contencioso sobre el Sáhara Occidental, continúa frenando a sus emigrantes. Así, el conjunto de la ruta del Mediterráneo occidental presenta una caída del 21%, la única en descenso. Sin embargo, los meses de otoño, cuando hay mejores condiciones meteorológicas, serán claves tanto para la ruta argelina como para la canaria.
El último documento de análisis de riesgos, un examen que Frontex realiza cada dos años, apunta a causas futuras. Una de ellas es “el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y sus resultados como la degradación medioambiental, la escasez de recursos y la falta de acceso a bienes básicos como comida y agua, que tendrán un impacto sobre la salud, las economías, la seguridad, la migración y la competencia por esos recursos limitados”. El mismo informe indica otro motivo: la desigualdad, un fenómeno que, como los eventos meteorológicos extremos y sus consecuencias, ya comienza a verse. Tampoco se olvida el organismo con sede en Varsovia de apuntar la inestabilidad geopolítica y los Estados fallidos que hay a las puertas de la Unión Europea o un poco más lejos, algo que sucede en la actualidad en el Sahel, donde además hay una creciente presencia rusa a través de la compañía de mercenarios Wagner.