La superficie quemada en 2022 ya supera la calcinada en los cuatro años anteriores juntos

El terreno arrasado llega a las 200.000 hectáreas, según datos del Gobierno, y sube a 271.000 en los cálculos del sistema europeo ‘Copernicus’

Una casa destruida por el fuego, ayer en Bejís (Castellón).Biel Aliño (EFE)
Madrid -

Los incendios forestales han quemado en lo que va de 2022 tantas hectáreas como la suma de todas las que habían ardido a estas alturas de agosto entre 2018 y 2021. El enorme número de grandes fuegos, la velocidad de expansión de las llamas por la sequía ya instalada, las altas temperaturas (con sucesivas olas de calor y el julio más sofoca...

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Los incendios forestales han quemado en lo que va de 2022 tantas hectáreas como la suma de todas las que habían ardido a estas alturas de agosto entre 2018 y 2021. El enorme número de grandes fuegos, la velocidad de expansión de las llamas por la sequía ya instalada, las altas temperaturas (con sucesivas olas de calor y el julio más sofocante de la historia conocida), la evapotranspiración que deja inermes a las plantas y el abandono rural han contribuido a elevar a 168.738 las hectáreas chamuscadas en lo que va de 2022, mientras que en los cuatro años anteriores fueron en total 149.626, según los datos del Ministerio de Transición Ecológica, que este martes no actualizado, como hace cada semana, el balance de incendios ni el Boletín Hidrológico Semanal, que da la medida del fuerte descenso del agua embalsada en España, que cada día va sumando a la situación de sequía a más cuencas y subcuencas de ríos. El informe de fuegos la semana pasada, último divulgado, ya apuntaba que, oficialmente, lo destruido eran 199.832,59 hectáreas

Los cálculos del sistema europeo de vigilancia, efectuados con las imágenes del satélite Copernicus, elevan lo incinerado a 271.528 hectáreas, casi 50.000 más que las achicharradas de enero a agosto entre 2018 y 2021, ambos incluidos: 222.212 hectáreas. Esta es la superficie carbonizada por los 391 fuegos observados y medidos por EFFIS, de la Comisión Europea, un número nunca alcanzado jamás desde que este sistema funciona; ni siquiera en 2012, el que hasta ahora era el peor del siglo en todos los parámetros.

Las cifras del ministerio de superficie abrasada son, de momento, algo inferiores a las de EFFIS, pero el propio departamento de Transición Ecológica ya calculaba que en sus datos faltaba sumar otras 31.100 hectáreas, por lo que la superficie total arrasada a día de hoy ya supera con seguridad los 2.000 kilómetros cuadrados (200.000 hectáreas). Es supondría que el terreno convertido en cenizas en lo que va de 2022 casi multiplica por cuatro la media anual de hectáreas quemadas (54.381). El anterior récord de superficie consumida data de 2012 (218.000 hectáreas, ya por debajo de las que ya calcula el sistema de Copernicus. La plusmarca de espacio quemado es la de 1985 (484.475 hectáreas en 12.235 fuegos) y la de número de incendios data de 1995 (con 25.557 que arrasaron 141.000 hectáreas).

Los expertos en incendios esgrimen datos como los de lo que va de siglo, o los de los años récord, para explicar cómo, con menos siniestros, la destrucción es mucho mayor, debido a las condiciones que va imponiendo el cambio climático de sequedad y calor. Este año se han contabilizado solo 7.234 fuegos (y casi 5.000 de ellos fueron conatos, con menos de una hectárea afectada), a enorme distancia de las cifras antedichas. Por contra, ha habido 43 incendios de los grandes, de los de más de 500 hectáreas, frente a los 33 contabilizados entre 2018 y el año pasado.

Y los fuegos siguen sin dar tregua: solo en el de Vall d’Ebo, en el noreste de Alicante, que este martes seguía descontrolado, ha incinerado 9.500 hectáreas desde el domingo, mientras el de Añón de Moncayo (Zaragoza), ya estabilizado, ha destrozado otras 6.000 en tres días. La combinación de baja humedad, los vientos con rachas fuertes y altas temperaturas han hecho correr las llamas sobre matorrales más secos de lo normal. Es la letal “regla del 30-30-30″ que invocan cuadrillas y bomberos forestales: más de 30º grados de temperatura, menos de un 30% de humedad y vientos de más de 30 kilómetros por hora. Las condiciones de humedad, en cualquier caso, han mejorado de manera generalizada, pero para el fin de semana se prevé un tiempo seco y despejado, con un ascenso de las temperaturas. La evapotranspiración deja las plantas higroagotadas, algo que está siendo especialmente intenso en el vértice donde se unen las provincias de Madrid, Guadalajara, Cuenca y Toledo, según los datos de Aemet. Este organismo prevé que a partir del sábado, tras unos días de relativo respiro, la mancha roja de riesgo extremo de incendio vuelva a extenderse por España, a prácticamente toda la Península a partir del lunes.

Los expertos añaden otro dato que contribuye a la voracidad de los incendios: el hecho de que se dé prioridad a la defensa de las poblaciones, lo que en muchos momentos de los grandes fuegos obligan a concentrar medios en los núcleos habitados, mientras el resto del territorio en llamas se atiende menos. Lo ha explicado este martes el suboficial coordinador de la Corporación Provincial de Bomberos de Alicante, Jorge Soler: “Se establece como prioridad la defensa de las poblaciones. Por lo tanto, muchas veces no podemos atender a las masas vegetales, sino a las urbanizaciones y viviendas, y a las posibles evacuaciones”.

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