Una condena de la historia

El PP ha usado el escándalo de los ERE como gran munición en los últimos 10 años para contrarrestar el ‘caso Gürtel’, como si hubiera una corrupción mala y otra peor

Los expresidentes de Andalucía Manuel Chaves (en el centro) y José Antonio Griñán, sentados junto a la exconsejera Magdalena Álvarez (a la izquierda), conversaban en una sesión del juicio de los ERE de diciembre de 2017, en Sevilla.Julio Muñoz (EFE)

La condena del Tribunal Supremo a Manuel Chaves y José Antonio Griñán por el caso de los ERE da la puntilla a un PSOE andaluz que languidecía tras la durísima derrota que sufrió en las elecciones autonómicas celebradas hace poco más de un mes, cuando Juan Manuel Moreno obtuvo una mayoría absoluta en un territorio considera...

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La condena del Tribunal Supremo a Manuel Chaves y José Antonio Griñán por el caso de los ERE da la puntilla a un PSOE andaluz que languidecía tras la durísima derrota que sufrió en las elecciones autonómicas celebradas hace poco más de un mes, cuando Juan Manuel Moreno obtuvo una mayoría absoluta en un territorio considerado no hace mucho tiempo el corazón del socialismo, el refugio seguro desde el que se podía reconstruir el partido cuando los ciclos políticos viraban a favor del PP.

A falta de conocer los detalles de la sentencia y de los dos votos discrepantes que defenderán que Griñán debía haber sido absuelto del delito de malversación, el Supremo da por buena la tesis de la jueza Mercedes Alaya y de la Audiencia de Sevilla de que el Gobierno andaluz mantuvo durante una década un sistema fraudulento de ayudas a trabajadores y empresas que permitió que la carcoma de la corrupción anidase en la Administración autonómica. La falta de control sobre los casi 700 millones de euros con los que estuvo dotado el fondo fue un cheque en blanco para que la arbitrariedad y el abuso se propagasen pese a que la mayor parte del dinero tuvo un destino correcto (se han pagado las prejubilaciones de más de 6.000 trabajadores) y a que la partida fue aprobada año tras año en el Parlamento autónomo sin objeciones de la oposición.

El escándalo de los ERE ha sido la gran munición que el PP ha empleado en los últimos 10 años para contrarrestar el caso Gürtel, la trama que durante años corroyó las estructuras internas de los populares, como si hubiera una corrupción mala, pero hubiera otra peor, un discurso que han replicado los socialistas. PSOE y PP han utilizado los dos casos como arma arrojadiza en función de los tiempos que marca la justicia, en una actitud gazmoña que lo único que hace es dinamitar la confianza en el sistema político. Gürtel permitió al PP acudir dopado a las elecciones con recursos procedentes de la financiación ilegal, además del enriquecimiento personal de algunos de sus dirigentes. En el caso ERE no ha habido ni ese enriquecimiento personal ni financiación ilegal, pero sí permitió al PSOE regar de dinero público a la sociedad para buscar la paz social en la comunidad con una falta de control que sonroja y que dio pie al clientelismo.

El alcance de ambos casos, sin embargo, es diferente. La mayoría de los principales dirigentes que estaban al frente del PP cuando Gürtel campaba a sus anchas han salido indemnes tras acudir a los juzgados, mientras que la sentencia del Supremo golpea con una enorme fuerza al pasado más reciente del PSOE. Especialmente grave para los socialistas es la pena de cárcel de Griñán, un político respetado incluso por dirigentes del PP, del que siempre han destacado su compromiso con la política entendida como servicio público. Más aún cuando el instructor del Supremo que investigó el caso inicialmente desechó el delito de malversación.

Con su sentencia, el Supremo ha establecido un parteaguas en la lucha contra la corrupción al condenar el descontrol en el reparto del dinero público y al elevar las responsabilidades penales a los más altos dirigentes de la Administración, en este caso la andaluza.

Para el PSOE, que intenta esquivar un cambio de ciclo político que apuntan las encuestas y las elecciones autonómicas celebradas en los últimos meses, la condena de Chaves y Griñán es un mazazo que diluye el discurso contra la corrupción del PP. El mensaje de que representan el pasado sirve para salir del paso, pero poco más. Al fin y al cabo, Chaves y Griñán han sido diputados, ministros, presidentes de la Junta de Andalucía y presidentes federales del PSOE. Son pasado, sí, pero también historia del socialismo en España.

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