¿Cambio de ciclo?
El Gobierno trata de minimizar el impacto de la profunda derrota en política nacional, pero una diferencia tan abismal en Madrid y Andalucía, dos de las tres grandes, es muy difícil de remontar en un año
El año pasado, las madrileñas eran solo madrileñas. Ahora, las andaluzas son solo andaluzas. El Gobierno insiste —con algunas pruebas empíricas— en que los ciudadanos cada vez cambian más el voto entre autonómicas y generales. Asegura que muchos de los que hoy han votado a Juan Manuel Moreno en las autonómicas cambiarán en las generales y apoyarán a Pedro Sánchez, como pasó en 2019. Pero nadie puede negar que una diferencia tan abismal entre el PP y el PSOE en dos de las tres co...
El año pasado, las madrileñas eran solo madrileñas. Ahora, las andaluzas son solo andaluzas. El Gobierno insiste —con algunas pruebas empíricas— en que los ciudadanos cada vez cambian más el voto entre autonómicas y generales. Asegura que muchos de los que hoy han votado a Juan Manuel Moreno en las autonómicas cambiarán en las generales y apoyarán a Pedro Sánchez, como pasó en 2019. Pero nadie puede negar que una diferencia tan abismal entre el PP y el PSOE en dos de las tres comunidades más pobladas del país, las que reparten más escaños —el PSOE gana al PP en Cataluña, pero pierde de manera aplastante en Madrid y Andalucía, donde prácticamente los populares doblan en votos a los socialistas— es algo más que un tropiezo. Puede ser el síntoma definitivo de un cambio de ciclo que el Gobierno niega tajantemente y que, sin embargo, las encuestas empiezan a apuntar de forma insistente.
El PSOE no puede de ninguna manera ganarle unas elecciones al PP si no remonta en Madrid y Andalucía de manera radical en el año y medio que queda para las generales. Y mucho menos si el nuevo PP de Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno, los dos hombres clave en la destitución de Pablo Casado, empieza a frenar el ascenso de Vox y consigue controlar al que ha sido desde hace tres años el mayor quebradero de cabeza de los populares. El PSOE ya descontaba una derrota en Andalucía, pero no de estas dimensiones. Estaba absolutamente seguro de que los populares necesitarían a Vox y eso le provocaría problemas importantes a Feijóo. Ahora el PP tiene el viento de cola en el objetivo fundamental: volver a ser el primer partido en escaños, algo que perdió tras la moción de censura de 2018.
La gran ventaja del PSOE y de Sánchez, casi la única, es el tiempo. Ahora sí, salvo enorme sorpresa, España tiene por delante casi un año sin elecciones. El Gobierno se prepara para digerir el golpe. El entorno de Sánchez insiste en descartar un nuevo cambio profundo en el Ejecutivo como el del año pasado. Pero La Moncloa, el PSOE y Unidas Podemos son conscientes de que tienen que recuperar la iniciativa como sea y cambiar una tendencia que los lleva hacia la derrota. La discusión interna en el Ejecutivo está precisamente ahora en cómo moverse para recuperar el pulso. Pero nadie cuestiona ya que algo muy profundo habrá que hacer para frenar esta sensación de cambio de ciclo que sin duda las próximas encuestas consolidarán.
Sánchez y su equipo más cercano de dirigentes socialistas tienen ya en la cabeza las municipales y autonómicas de mayo de 2023. Es ahí donde el PSOE se juega realmente su supervivencia como uno de los partidos socialdemócratas más fuertes de Europa. Y esa campaña empieza informalmente en septiembre, con el nuevo curso político. Los socialistas pueden perder La Moncloa, ya les ha pasado dos veces en su historia reciente. Pero necesitan conservar todo lo posible el enorme poder autonómico y municipal que atesoran, porque esa siempre ha sido la base de su resistencia en los 15 años que el PP estuvo en el Gobierno. Lo que sí está cada vez más claro después de las andaluzas es que tras muchos años de multipartidismo, la batalla por el poder vuelve a estar centrada en PP y PSOE. El bipartidismo no ha vuelto, y difícilmente lo hará como en los ochenta o noventa. Pero sí está recuperando peso. Ahora la pregunta es cuál de esos dos será el partido hegemónico de los próximos años. Y si lo de Andalucía fue solo un aviso o el principio de un cambio de fondo.