¿Un embargo de armas de España a Estados Unidos?

Las ventas en los últimos diez años de rifles, carabinas, escopetas, cañones para armas de fuego, vainas y cartuchos al país norteamericano sumaron casi 138 millones de euros

Grupos en favor del control de armas se reúnen con los miembros demócratas del Congreso frente al Capitolio, el pasado 26 de mayo en Washington.CHIP SOMODEVILLA (AFP)

Aunque no está en guerra, más de 17.000 personas han muerto en Estados Unidos por armas de fuego en lo que va de año; entre ellos, casi 650 menores. El número de tiroteos masivos (con cuatro o más heridos sin contar al autor) supera los 200 en solo cinco meses. La cifra de muertos por armas de fuego ronda los 40.000 anuales, con una media de unos 110 diarios, y una tasa superior a 10 por cada 10.000 habitantes: entre 5 y 20 veces por encima de la de los países europeos.

Si un país africano ofreciera estos datos, es probable que la Unión Europea se hubiera planteado hace tiempo la posibi...

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Aunque no está en guerra, más de 17.000 personas han muerto en Estados Unidos por armas de fuego en lo que va de año; entre ellos, casi 650 menores. El número de tiroteos masivos (con cuatro o más heridos sin contar al autor) supera los 200 en solo cinco meses. La cifra de muertos por armas de fuego ronda los 40.000 anuales, con una media de unos 110 diarios, y una tasa superior a 10 por cada 10.000 habitantes: entre 5 y 20 veces por encima de la de los países europeos.

Si un país africano ofreciera estos datos, es probable que la Unión Europea se hubiera planteado hace tiempo la posibilidad de someterlo a un embargo en las ventas de armas. El código de conducta sobre exportaciones de material de defensa, aprobado por la UE en 1998 e incorporado ya a la legislación española, incluye entre los criterios a tener en cuenta a la hora de aprobar este tipo de operaciones el riesgo de que “agraven las tensiones o los conflictos existentes en el país de destino final” y también la posibilidad de que puedan acabar en manos de elementos terroristas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) insta a evitar la venta de armas pequeñas y ligeras a aquellos países con riesgo de “una acumulación excesiva y desestabilizadora” de las mismas.

Muchos consideran que matanzas como la de Búfalo —la última que sacudió Estados Unidos antes de las de Texas y Tulsa—, en la que un supremacista blanco disparó indiscriminadamente en un supermercado de un barrio de mayoría negra, es la manifestación externa de una tensión racista latente y una forma de terrorismo propia de los lobos solitarios. Respecto a la “acumulación excesiva”, baste decir que se estima que en manos de ciudadanos estadounidenses hay 390 millones de armas de fuego, más de una por cada habitante.

El mercado estadounidense es el mejor cliente de los fabricantes españoles de armas de caza y deportivas. En los últimos diez años (entre 2011 y 2021) las ventas de rifles, carabinas, escopetas, cañones para armas de fuego, vainas y cartuchos made in Spain a Estados Unidos sumaron casi 138 millones de euros; alrededor del 30% de lo vendido a todo el mundo. En los últimos años, se aprecia un fuerte repunte, pues en el primer semestre de 2021, último periodo del que se tienen datos oficiales, las ventas alcanzaron los 26,7 millones; más de lo que se vendió en todo el año 2019, 19,2 millones. La cartera de pedidos ya autorizados por el Gobierno, pero pendientes de ejecución, sumaba en julio del año pasado los 86,7 millones.

Son cantidades importantes, aunque poco significativas, en un país que alberga las mayores compañías fabricantes de armas del mundo, agrupadas en el poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle y financiadoras de las campañas electorales de gobernadores, senadores y congresistas, especialmente republicanos, lo que parece blindarles ante cualquier intento de regular tímidamente un mercado salvaje.

Por eso, un embargo europeo de armas a Estados Unidos, aunque de efectos muy limitados, podría tener un carácter pedagógico: poner a la sociedad americana ante el espejo, mostrarle que, en materia de control de armas, Washington no está en el club de las naciones civilizadas donde cuerpos de seguridad y militares tienen reservado el monopolio del uso de la fuerza al servicio del Estado de derecho, sino más cerca de la ley de la jungla, donde sobrevive el mejor armado.

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