LA CRÓNICA

El choque de Feijóo con Sánchez vendrá por las cuentas

El presidente pedirá a Feijóo la concertación de partidos y agentes sociales | Los socialistas recordarán las subidas de impuestos de Rajoy en plena crisis | El líder del PP medirá qué dosis de pactos no le dañen electoralmente

El nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (izquierda), saluda a Pablo Casado (derecha) tras su discurso en la segunda jornada del 20 Congreso Nacional del PP en Sevilla, el pasado sábado. Detrás de ellos, Marian Rajoy e Isabel Díaz Ayuso.Julio Muñoz (EFE)

Nada de lo que expresó el nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su discurso de entronización del pasado sábado hubiera chirriado en la voz del presidente saliente, Pablo Casado. O sí. Esta convención entre dirigentes del PP —leales a Feijóo, como todo el mundo en ese partido a día de hoy y por bastante tiempo— tenía como fondo buscar las diferencias. Alguna hay. La manera de concebir y vivir el Estado autonómico que es España difiere de manera natural entr...

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Nada de lo que expresó el nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su discurso de entronización del pasado sábado hubiera chirriado en la voz del presidente saliente, Pablo Casado. O sí. Esta convención entre dirigentes del PP —leales a Feijóo, como todo el mundo en ese partido a día de hoy y por bastante tiempo— tenía como fondo buscar las diferencias. Alguna hay. La manera de concebir y vivir el Estado autonómico que es España difiere de manera natural entre el saliente y el entrante. La lengua propia, la vocación de ejercer todas las capacidades de la autonomía, de la gallega y de todas las demás están en los poros políticos de Feijóo. No habrá discusión por ese lado como oposición al Gobierno central. El choque se vislumbra por la economía y en si puede haber pacto entre el PP y el Gobierno.

¿Qué se puede hacer cuando la invasión rusa de Ucrania ha hecho encallar de nuevo una economía que empezaba a crecer tras el frenazo de la pandemia, gracias a las medidas de estímulo europeas? La guerra ha desestabilizado los precios de la energía, ha desbocado la inflación y ha hecho que diversos sectores, a veces con intereses encontrados, se hayan levantado, lo que hace temer con fundamento una crisis de hondura.

Para buscar soluciones a la misma, el Gobierno quiere buscar la concertación con los agentes sociales y con el Parlamento.

Las declaraciones de principios de Alberto Núñez Feijóo, propias de un discurso inaugural de liderazgo, pero no de gobierno, se quedan muy lejos de mojarse más allá de los tobillos. Bajar impuestos es el estribillo de los populares que ha hecho suyo el presidente gallego. La demanda de rebajas fiscales, sean cuáles sean las circunstancias, y pedir al mismo tiempo que se apoyen todas las exigencias de exenciones, bonificaciones y ayudas directas de los más diversos sectores, es un imposible, según el Gobierno y una parte sustancial de expertos económicos. La rebaja de la gasolina solo ha recibido por parte del PP la más acerba crítica.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le va a demandar al nuevo líder del PP algo más que la simple petición de rebajar impuestos en la reunión de bienvenida que mantendrán en estos días en el Palacio de la Moncloa. La franqueza está garantizada, pero no el acuerdo, señalan interlocutores de ambos lados. La pandemia ha incrementado el conocimiento y la cercanía entre el jefe de Gobierno y los presidentes autonómicos.

El respeto mutuo está garantizado. No es óbice para el desacuerdo y la oposición dura. El político gallego quiere ser el próximo presidente del Gobierno de España y, para conseguirlo, tiene que medir muy bien las dosis de pactos con aquél al que quiere derribar. Vox le vigila, y el propio PSOE se encargará de enfatizar que la alianza de gobierno entre PP y Vox está asegurada si la izquierda no suma. El anticipo se verá en breve con la constitución del Gobierno de Castilla y León, y es muy probable que en pocos meses los populares necesiten el apoyo de Vox para completar la mayoría del actual presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla.

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Sánchez sabe que conversará y tratará con un político tan sólido como habilidoso. Hasta ahora, en sus pocas semanas de líder in pectore hasta llegar al congreso extraordinario de Sevilla, ha sido tan duro con el Gobierno como el que más. Pero si Feijóo decide apretar, el Ejecutivo tratará de que pase de las musas al teatro y de que ningún tema le sea ajeno y dé su opinión sobre política nacional, internacional, economía, y todos los asuntos que competen a la vida del país.

La subida de impuestos que hizo en su día Mariano Rajoy, que recordó la diputada socialista Montse Mínguez en el Congreso la pasada semana, circula como la pólvora. Sí: esa fue una subida generalizada, en plena recesión y con necesidades del Estado interminables. En el encuentro de esta semana habrá franqueza e incluso partes de confidencialidad, sobre todo en asuntos como la relación con Marruecos. El PP se ha sumado con brío a la crítica al Gobierno por dar la espalda a los saharauis, pero ha evitado dar su opinión sobre el fondo del asunto.

Las apuestas se suceden sobre si acordarán la aplazada renovación del Consejo General del Poder Judicial. Por muy urgente que sea subsanar esta anomalía democrática, será la disposición al pacto en economía, ante la grave situación del país, lo que marque la reunión en La Moncloa. La decisión no está cerrada y Feijóo tiene que sopesarla. Su partido no le discutirá la decisión, haga lo que haga en ese terreno. Vox le vigila, presto a denunciarle por colaboracionista si hay algún entendimiento con este gobierno

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