Aznar y Rajoy encomiendan a Feijóo que aspire solo a gobernar “a lo grande”
Los expresidentes del Gobierno del PP arremeten con máxima dureza y descalificaciones contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez
Los dos expresidentes del Gobierno del PP, José María Aznar y Mariano Rajoy, aprovecharon sus discursos en el 20º congreso nacional, que se pretende como el del resurgimiento del partido, para poner deberes al nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo: aspirar a lo grande y devolver a esa formación a la senda de poder gobernar España “para grandes mayorías”. Tanto Aznar como Rajoy ofrecieron, con sus respectivos y tan diferentes estilos y empatías, todo...
Los dos expresidentes del Gobierno del PP, José María Aznar y Mariano Rajoy, aprovecharon sus discursos en el 20º congreso nacional, que se pretende como el del resurgimiento del partido, para poner deberes al nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo: aspirar a lo grande y devolver a esa formación a la senda de poder gobernar España “para grandes mayorías”. Tanto Aznar como Rajoy ofrecieron, con sus respectivos y tan diferentes estilos y empatías, todo su apoyo, consejos y colaboración a Feijóo en esta nueva etapa, y arremetieron con máxima dureza contra el Ejecutivo actual que preside Pedro Sánchez, al que descalificaron por su “sectarismo, soberbia y capacidad de división” del país.
Aznar intervino por videoconferencia desde un salón de su casa en Madrid porque dio positivo en un test de covid. Discurseó durante media hora y fue el mismo Aznar con visiones catastrofistas sobre el presente de España que en otras muchas ocasiones, sobre todo desde que abandonó la Presidencia del Gobierno, en las que tiene ocasión de expresarse públicamente, en particular en actos de su partido. El auditorio del Palacio de Congresos de Sevilla primero observó uno de esos vídeos melancólicos que los aparatos diseñan para estas celebraciones. Por los altavoces sonó: “Por fin, nuevas esperanzas, por fin, nuevas ilusiones, bajo un cielo nuevo; por fin, nuevos caminos por andar”. Luego llegó Aznar y atronó.
El expresidente popular recordó, cómo no, aquel momento de hace 32 años en el 10º congreso de la refundación del PP, también en Sevilla, en el que el gran patrón, Manuel Fraga, rompió en pedazos la carta secreta de dimisión preventiva que Aznar había escrito por si en algún momento fallaba al encargo que se le había encomendado: centrar y ensanchar lo que era un partido muy escorado entonces a la derecha para poder tener alguna opción de derrotar a aquel PSOE de Felipe González y gobernar. El lema de entonces fue “Centrados por la libertad”, como este viernes en Sevilla reivindicó también la madrileña Isabel Díaz Ayuso, en una intervención de ataques sin concesiones a Pedro Sánchez que podría haber firmado el propio Aznar. El eslogan de este congreso es “Lo haremos bien”, que parece querer aludir a que si el PP retorna algún día a La Moncloa, resolverá los problemas existentes en todo el país, pero que también refleja el deseo de superar cuanto antes la crisis interna provocada ahora entre el finiquitado equipo de Pablo Casado y Teodoro García Egea y la mayoría de los barones autonómicos y muchos dirigentes que no comulgaban con sus estrategias.
Aznar rememoró las tres palabras con las que resumió el espíritu del congreso popular de hace 32 años —“generosidad, ambición y responsabilidad”—, pero lo hizo para apuntar que siguen vigentes. Fue ahí cuando el primer presidente del PP argumentó que con esa generosidad de unir y abrirse más, “de jugar a la grande y no a la chica”, en referencia a las partidas de mus, se podrá contemplar de nuevo la ambición de no resignarse a derrotas ante próximas citas electorales. Aznar recuperó su idea, que tanto repetía cuando estaba en activo, de que “España no es de izquierdas y de que hay que romper con el tabú de que la izquierda es invencible”. El exdirigente popular enfatizó: “No podemos fallar y no vamos a fallar”. Una exigencia que luego relacionó incluso con la deuda moral con los militantes del partido asesinados por ETA.
El expresidente popular quiso aludir a distancia también a los recientes problemas sufridos en el partido, que acabaron con la carrera política de Casado, que más tarde anunció que renuncia a su escaño. Aznar enlazó su apelación a la “generosidad” para pedir que ahora “se mire hacia adelante y se cierren heridas y se retejan los afectos”. Aznar sí nombró a Casado y le agradeció el paso que dio en su día para presentarse, en el congreso exprés de las primarias en junio de 2018, “cuando no era fácil”, y también por su “esfuerzo” para combatir al Gobierno de Sánchez.
En su capítulo de reconocimientos, Aznar se fijó también en Feijóo, para alabar su trayectoria, y para ofrecerle su colaboración “sin reservas”. El expresidente recuperó aquella escena de Fraga destrozando “sin tutelas ni tutías” y con su estilo “único e inimitable” su carta de dimisión para apuntarle a Feijóo que él no tendrá que escribir nunca esa misiva, pero también para lanzar una advertencia general: “Esta apuesta tiene y debe ser una apuesta irreversible”.
Ataque al Gobierno
Aznar, eso sí, no se olvidó de atacar al actual Gobierno para encargar a Feijóo que gobierne cuanto antes. “España necesita ser rescatada de este naufragio político en el que estamos”, enfatizó y a continuación pronosticó: “No hay futuro para España en el populismo y el radicalismo, que solo ofrecen ruido y no soluciones”. El actual presidente de la FAES aseguró que el Ejecutivo actual solo aporta “recetas del fracaso y una ruptura del Estado y de la nación”, y alertó de que ahora es más necesario que nunca “que España deje de ser la excepción, que no vuelva a serlo, que no lo seamos nunca más”.
El auditorio del Palacio de Congresos de Sevilla, el mismo que entronizó en 1990 a Aznar, le escuchaba por videoconferencia y le regaló varias tandas de aplausos. En primera fila estaba sentado con Feijóo y sus nuevos principales colaboradores el también expresidente Mariano Rajoy. Los organizadores no dejaron entrar en esos momentos a Pablo Casado, al que se reservó en una habitación aparte hasta su discurso. Rajoy sí habló presencialmente desde el auditorio y quizá por eso, o por su tono, o por su característico sentido del humor, por su sorna, cosechó unos aplausos distintos a los de Aznar.
Rajoy, para empezar, además de reiterar muchas veces el honor que el partido le había concedido de ser su presidente y distintos cargos, también quiso destacar que en estos casi cuatro años que lleva voluntariamente apartado de la primera línea política su principal cometido ha sido “estorbar lo menos posible”. No citó a nadie, pero se le entendió todo. El político gallego pidió ese mismo cariño que tanto agradece de la militancia para Feijóo, ensalzó su condición de líder y le conminó a que integre más “con sentido común” en el partido “a todo el que tenga algo positivo que aportar”.
El último presidente del Gobierno del PP sí quiso acordarse, aunque fuese en genérico y no casualmente, de algunos de sus colaboradores que en estos últimos años fueron apartados de la política, especialmente tras el congreso de 2018: “Dieron un paso a un lado en una decisión para mantener la unidad del partido, disciplinados y leales, en circunstancias no fáciles”. No precisó más, pero también se le entendió bastante.
Rajoy constató en el congreso que el nuevo PP ya tiene un líder, Feijóo, también un partido en fase de reunificación, y le aconsejó que ahora “no modifique sus principios y valores, ni ideales ni creencias”, y que tampoco abra “debates sobre lo que ya se comparte”. En lo que sí coincidieron los dos expresidentes fue en cuestionar al máximo al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Rajoy lo culpó de tener “descontrolado y desbocado” el paro, el déficit y la inflación, y avisó a su pupilo gallego de que ahora le tocará “volver a salvar a España de la bancarrota”, como entiende que les ocurrió a ellos.
En el capítulo de atribuirse méritos, Rajoy se comparó incluso cómo “toreó” él la crisis con el independentismo en 2017 que llevó a la intervención de Cataluña con el artículo 155 de la Constitución, y cómo se ha gestionado ahora hasta la pandemia. Y atribuyó todos los males del Ejecutivo vigente a su “división interna, su localismo, su adanismo y una epidemia de puerilidad”. El expresidente gallego rescató el título de su último libro de memorias, Política para adultos, para vaticinar que “el tiempo de recreo ya terminó” y afirmar que “España necesita otro Gobierno, de adultos y no de bandazos y chapuzas”.
Ese retrato, que sonó menos catastrofista pero igual de duro que el de Aznar, le sirvió a Rajoy para encargar también a Feijóo que reconstruya “un partido de gobierno y de mayorías, para que vuelva a gobernar, porque no podemos aspirar a menos”. Y auguró: “Está a tiro, a poco que hagamos”.