Feijóo, fuera de su zona de confort en el aterrizaje en la política nacional
El barón gallego ha acumulado errores en su desembarco precipitado como próximo líder del PP
Nadie pensó que fuera sencillo, pero incluso un político tan experimentado como Alberto Núñez Feijóo —lleva 13 años gobernando con mayoría absoluta en la Xunta de Galicia— ha sufrido más de la cuenta en su aterrizaje de emergencia en la política nacional, según coinciden distintas fuentes del PP. El barón gallego y líder electo de los populares —fue respaldado este lunes por el 99,6% de la militancia y el congreso del PP del próximo fin de seman...
Nadie pensó que fuera sencillo, pero incluso un político tan experimentado como Alberto Núñez Feijóo —lleva 13 años gobernando con mayoría absoluta en la Xunta de Galicia— ha sufrido más de la cuenta en su aterrizaje de emergencia en la política nacional, según coinciden distintas fuentes del PP. El barón gallego y líder electo de los populares —fue respaldado este lunes por el 99,6% de la militancia y el congreso del PP del próximo fin de semana lo aupará al cargo— ha acumulado errores desde que comenzó la gira por toda España para presentar su candidatura a presidir el partido.
La sobreexposición le ha pasado factura, con varios mítines diarios recorriendo todas las comunidades autónomas en menos de dos semanas, y revela que el desafío es muy complejo incluso para un político veterano. Sin periodo de adaptación y mientras mantiene la responsabilidad de gobernar la Xunta —un cargo que dejará en breve—, Feijóo se enfrenta al reto de asumir las riendas del principal partido de la oposición fuera de su zona de confort autonómica.
Son muchos frentes. Feijóo sigue gobernando Galicia —donde la oposición le acusa de estar desaparecido mientras hay una grave crisis del transporte y del sector primario en la comunidad—, a la vez que tiene que preparar su elección como presidente del PP en el congreso extraordinario de Sevilla, organizar su sucesión en la Xunta y decidir cuál será el equipo de dirección del partido en la sede de Génova, 13. Todo ello mientras ejerce de líder de la oposición de facto a Pedro Sánchez cuando el país atraviesa una emergencia de precios a consecuencia de la guerra en Ucrania.
En ese contexto, y en apenas unos días, Feijóo ha cometido varios resbalones. Rectificó unas declaraciones en las que había insinuado que la violencia vicaria (el maltrato o asesinato de un niño por parte de su padre para causar dolor a la madre) no es violencia machista —la tesis de Vox—, afirmó que el Gobierno se “forra” por los impuestos en la subida de la luz y de la gasolina —cuya recaudación comparten en realidad las comunidades y el Ejecutivo central para sufragar el Estado de bienestar— y terminó disculpándose tras utilizar de forma peyorativa el término “autista” para dirigirse al Gobierno. En las redes sociales ha levantado polvareda también una frase que dijo el viernes en Bilbao: “¿Cómo no voy a querer a los vascos, si tengo un hijo con el 25%, como mínimo, de genética vasca?”. Su hijo tiene un abuelo vasco.
En el PP creen que el barón gallego está comprobando que el entorno mediático autonómico no tiene nada que ver con el nacional, más agresivo. “Es un aterrizaje en un aeropuerto distinto, la política nacional, que es muy complicado. Hay cosas que te perdonan en tu comunidad autónoma pero en Madrid se miran con lupa de aumento. Es un ecosistema mediático muy exigente”, cree un líder autonómico del PP que ha tenido responsabilidades de Gobierno. “Bienvenido a Madrid. En Galicia podía cometer errores y pasaban más inadvertidos, pero aquí no. Está en un periodo de adaptación, y en la medida en la que se proteja más y hable menos a partir de ahora, le irá mejor”, opina otro dirigente veterano.
Tras la gira, Feijóo medirá mucho sus intervenciones, según cuentan en su entorno, precisamente para controlar mejor el mensaje. Una de las críticas que el equipo del nuevo líder hace a Pablo Casado es que se sobreexponía demasiado y no centraba el tiro, por lo que cometía errores.
Feijóo está acompañado todavía de un equipo dimensionado para Galicia, y en su círculo piden paciencia. Esto cambiará pronto, porque del congreso del 1 y 2 de abril saldrá la nueva dirección del PP, cuya composición lleva con absoluto secretismo. En el partido se han disparado los nervios ante el hermetismo del nuevo líder, famoso por esperar hasta el último minuto para evitar filtraciones. “A mí, que me nombró un sábado, me llamó el viernes anterior a las doce de la noche para decírmelo, con los periódicos del día siguiente ya cerrados”, ejemplifica un miembro de su equipo más cercano. “Vuelve un Mariano Rajoy todavía más gallego”, avisan en su entorno, en el sentido de que Feijóo no tendrá prisa a la hora de tomar decisiones.
El control de los tiempos le parece clave. En el congreso de Sevilla se conocerá el nuevo secretario general y los miembros de la dirección, pero no tiene por qué dar a conocer todo el organigrama, ni las responsabilidades de cada uno, ni anunciar si hará cambios en las portavocías de Congreso y Senado.
El próximo secretario general es una de las principales incógnitas. Aunque lo lógico es que Feijóo apueste por Esteban González Pons, presidente del comité organizador del Congreso y a quien iba a haber nombrado su número dos en 2018, cuando al final renunció a presentarse, también surgen dudas en el PP sobre si merece la pena perder una figura de peso en Europa. El propio González Pons, que es vicepresidente del Grupo Parlamentario Popular en el Parlamento Europeo, querría seguir vinculado a la política europea, donde puede tener posibilidades de convertirse en comisario.
Feijóo hará una ejecutiva sin cuotas territoriales, según su entorno, intergeneracional, primando a dirigentes con experiencia y que buscará la paridad entre hombres y mujeres. No habrá un regreso de los clásicos, insisten estas fuentes, a pesar de que en los actos del PP han reaparecido desde la salida de Casado muchos excargos relegados por la dirección anterior, como Alfonso Alonso, Carlos Floriano, Rafael Hernando o Fátima Báñez.
Y luego está el otro frente: quién ocupará el sillón de presidente de Galicia. En el equipo de Feijóo apuntan a dos posibilidades: la opción continuista sería su vicepresidente primero, Alfonso Rueda (53 años); la que daría más frescura, Diego Calvo (46 años), presidente del PP provincial de A Coruña. La opinión mayoritaria en el partido es que será Rueda, pero, de nuevo, casi nadie sabe qué hará Feijóo ni sobre esto ni sobre el resto de cuestiones que tiene que resolver. Otra es su desembarco institucional en Madrid: aún no ha decidido si recalará en el Senado, como senador por designación autonómica, para poder interpelar directamente a Pedro Sánchez al menos de vez en cuando. El Senado tiene contras —las votaciones se hacen por cada punto y obligan a pasar el día allí— y también pros: si no es senador, el próximo líder del PP no contaría con aforamiento.
El congreso de Sevilla es el primer hito de la nueva etapa. En el PP preocupa que el cónclave no logre suficiente foco. “Hay temas informativos muy potentes que están ensombreciendo la construcción del proyecto, y este no es un congreso de trámite, es el de la preparación del partido para el Gobierno”, dice un dirigente autonómico de peso. En estas semanas de transición, el PP tampoco ha logrado grandes impactos mientras el Gobierno sufría acosado por la tormenta perfecta. Esto preocupa menos, porque en el partido creen que a veces hay que jugar a que el adversario se desgaste solo. Feijóo aborda así, en medio de un temporal, el aterrizaje en la política nacional.
Las dudas sobre el escaño de Pablo Casado
Otra de las carpetas encima de la mesa de Alberto Núñez Feijóo es el futuro del hombre que le dará el relevo al frente del PP, Pablo Casado, y del secretario general de este, Teodoro García Egea. El todavía presidente de los populares conserva su escaño en el Congreso, aunque podría ser por poco tiempo, ya que en el círculo del próximo líder no tienen claro que deba continuar en el Congreso. El encaje de Casado no es sencillo, y lo ha enturbiado aún más un hecho que Feijóo consideró un “golpe bajo”, según fuentes próximas: el incidente vivido hace dos semanas durante la reunión del Partido Popular Europeo (PPE), en la que Casado participó y donde varios líderes europeos criticaron el pacto del PP con Vox en Castilla y León.
Una de las opciones es que el aún presidente popular dirija alguna fundación del partido. A García Egea sí se le ve como un diputado más, aunque en el PP creen que terminará marchándose a la empresa privada.