15 minutos que desataron la guerra

Ayuso asegura que bloqueó a Egea cuando este exigió que se olvidara de presidir el PP de Madrid o divulgaría el asunto de su hermano con las mascarillas

Conferencia del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (a la derecha) en el Forum Europa, el pasado junio. En la imagen, junto a Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado.Foto: KIKE PARA | Vídeo: EPV
Madrid -

La versión del entorno de la presidenta de la Comunidad de Madrid es que Teodoro García Egea le hizo “un chantaje intolerable” en el encuentro que mantuvieron el 20 de octubre en su despacho de Génova 13, la sede del PP. “O te vas o saco esto”, le espetó, según fuentes próximas a Isabel Díaz Ayuso. Génova lo niega. La cita apenas duró 15 minutos. El equipo de Ayuso asegura que ella a continuación se levantó y plantó al número dos del...

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La versión del entorno de la presidenta de la Comunidad de Madrid es que Teodoro García Egea le hizo “un chantaje intolerable” en el encuentro que mantuvieron el 20 de octubre en su despacho de Génova 13, la sede del PP. “O te vas o saco esto”, le espetó, según fuentes próximas a Isabel Díaz Ayuso. Génova lo niega. La cita apenas duró 15 minutos. El equipo de Ayuso asegura que ella a continuación se levantó y plantó al número dos del PP, que antes de entrar ya había vetado la presencia en la sala de Miguel Ángel Rodríguez, el jefe de gabinete y mentor en muchos aspectos de la presidenta madrileña.

Ayuso había acudido con Rodríguez porque se temía lo peor y porque quería testigos. No se fiaba nada y acababa de bloquear en su móvil a García Egea, el ejecutor en el que el líder, Pablo Casado, ha delegado todo su poder para resolver este tipo de papeletas. Del caso Ayuso, el negocio que el hermano supuestamente hizo con la Comunidad de Madrid a cuenta de la pandemia, no se conocía aún nada públicamente. El asunto estalló esta semana con toda su brutalidad entre acusaciones cruzadas de corrupción, comisiones, testaferros, desengaños, espionaje y traiciones propias de una mala telenovela, que en el PP han rebautizado como su Pasión de charranes.

La reconstrucción de todo este caso corresponde al menos a dos versiones de un chantaje. La dirección del PP de Casado conoció subrepticiamente el pasado verano que Tomás Díaz Ayuso, el hermano de su cargo político más relevante y mediático en todo el país, había ingresado una elevada cantidad de dinero que se acercaba a los 300.000 euros por haber realizado unas gestiones en plena primera ola de la pandemia para comprar en China 250.000 mascarillas FFP2 y FFP3 a cinco euros la unidad. La primera sospecha apuntó a una comisión ilegal, que es lo que han denunciado públicamente esta semana tanto Casado como Egea.

El primer chantaje, según revela ahora Ayuso y que los afectados niegan, sería cuando tanto Casado como Egea le exponen su dilema: o retira su pretensión de presidir el partido en Madrid para acumular aún más poder o el caso se hará público. La extorsión de Ayuso, como réplica, ha consistido en llevar el duelo al límite y abrir al PP en canal hasta consecuencias aún incalculables.

La intrahistoria de este conflicto que ha dinamitado al principal partido de la oposición en España se puede remontar incluso a los orígenes en la Comunidad de Madrid del aguirrismo y del tamayazo, en 2003, cuando nace en el PP una manera de hacer política. Pero el detonante llegó a finales de agosto de 2021, con una confesión de un cargo del PP al que le filtraron datos bancarios y fiscales de Tomás Díaz Ayuso sobre unos ingresos extraordinarios. Los filtradores hicieron llegar esa peliaguda información a Egea y Casado en un momento decisivo para el futuro de Ayuso.

El secretario general del PP, Teodoro García Egea (al fondo), en un coche frente de la sede del Partido Popular en la calle Génova de Madrid, el pasado jueves.A. Pérez Meca (Europa Press)

Casado designó a Ayuso, por sorpresa y contra el criterio de muchos de sus colaboradores, como candidata para presidir la Comunidad de Madrid en enero de 2019, tras aquella escena del ascensor en la que casi se tropieza con José Luis Martínez-Almeida, aspirante a la alcaldía de la capital. El líder del PP ya le advirtió de que no sería también presidenta del partido. Ayuso aceptó esa condición.

Luego, ella, pese a los pésimos resultados electorales ese mismo año, resucitó políticamente cuando logró gobernar con la alianza de Ciudadanos, emprendió su lucha “por la libertad” contra el Gobierno de Pedro Sánchez en la pandemia, anticipó elecciones y arrasó obteniendo 65 escaños, muy cerca de la mayoría absoluta, en los comicios del 4 de mayo de 2021.

El fenómeno Ayuso la deslumbró y, a los pocos días, acudió al despacho de su amigo Casado para reclamar la presidencia del Partido Popular en Madrid. Casado se tomó un tiempo, porque esa opción contrariaba sus planes y su apuesta por encumbrar como tercera vía en Madrid a su amiga personal y eterna aliada política, Ana Camins.

Pero, en julio, García Egea le anticipó su respaldo en una entrevista en TVE, como él ha admitido esta semana tras negarlo durante mucho tiempo. A finales de agosto llegó el soplo sobre el negocio de Tomás Díaz Ayuso y el panorama giró.

Casado convocó a Ayuso a primeros de septiembre. Las dos versiones coinciden en que el asunto a tratar iba a ceñirse a sus aspiraciones para presidir el partido en Madrid, un objetivo en teoría menor y orgánico que nadie en el PP se puede aún creer que haya desatado semejante vodevil. El líder popular ha contado esta semana, tras salir de Génova 13 solo para una entrevista en la COPE desde que estalló el escándalo la noche del miércoles, que en la reunión se abordaron varios asuntos y que al final le comentó a la dirigente madrileña la información que había “recibido” sobre su hermano.

Ayuso sostiene que se enteró allí por primera vez de esa noticia, que no dio crédito a la acusación contra su hermano como comisionista —algo que, sin embargo, admitió ella misma el pasado viernes—, que Casado le indicó que los datos se los había enviado La Moncloa —algo que ha negado el líder del PP— y que se marchó.

Díaz Ayuso habló con su hermano y este le confirmó que había hecho el trabajo, por el que cobró al menos 55.800 euros más IVA en plena pandemia, que tenía que ver con su experiencia como comercial durante 26 años y que no había nada ilegal. La dirigente madrileña escribió un mensaje a Casado para enviarle esa versión —sin los detalles del cobro— y para expresarle su malestar porque se creyera lo que para ella era una intoxicación de La Moncloa. Según la versión de Ayuso, Casado le aclaró que el dosier sobre el caso era “obra de Egea”. Fue entonces cuando la presidenta madrileña bloqueó en su teléfono el contacto del secretario general del PP.

Campaña de presión

Todo ese trasiego transcurrió durante el mes de septiembre, mientras Ayuso emprendía ya en público una campaña de presión para ser a toda costa la presidenta del partido en Madrid. Defendía que podría ser bueno para preparar con tiempo la campaña de las municipales y autonómicas de mayo de 2023. La tensión alcanzó entonces un nivel tan alto que opacó la convención nacional del partido que se había fijado para el 2 y 3 de octubre en Valencia con el objetivo de relanzar el proyecto programático de Casado.

Egea, que era de los pocos que conocía los tejemanejes de esas semanas, aguantó la respiración cuando Ayuso subió al atril del Palau de les Arts valenciano. Pero la madrileña, que en la alfombra roja previa se regaló otro baño de militantes, llevaba su mensaje en otra clave: “Hoy te quiero decir, Pablo, delante de tu mujer, de la gente que más te quiere, del partido, de tu familia, de los medios, de todo el mundo... quiero dejar claro que tengo meridianamente claro dónde está mi sitio, y sé que mi sitio es Madrid y que daré lo mejor para Madrid porque Madrid es España y porque necesitamos que tú llegues a ser presidente del Gobierno”.

El 20 de octubre, 18 días después, Egea emplazó a Ayuso otra vez en Génova. La información sobre los asuntos de su hermano que le habían requerido no había llegado y la dirección nacional mantenía viva la sospecha. Ayuso, prevenida, se presentó con Miguel Ángel Rodríguez. Egea lo vetó. Ya habían tenido problemas el 4-M, cuando discreparon sobre cómo celebrar el triunfo electoral de Ayuso en el balcón de Génova 13. Rodríguez había cuestionado también la decisión del partido de poner a Toni Cantó en sus listas y en el Gobierno regional.

A mediados de diciembre, una serie de personas colocadas por Casado, Egea y Antonio González Terol, vicesecretario general del partido, en el entorno del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, con buenos sueldos y escasos cometidos de gestión en empresas municipales como la EMV y la EMT, empezaron a sondear a varias firmas de espionaje para buscar la prueba documental de los negocios del hermano de Ayuso, su familia y su entorno. Uno de ellos era Ángel Carromero, oficialmente coordinador de la Alcaldía, y componente del triunvirato que en 2005 arropó —con Ana Camins— a Casado para ocupar el puesto de presidente de Nuevas Generaciones de Madrid por imposición de Esperanza Aguirre.

Isabel Díaz Ayuso y su hermano Tomás en una foto de 2013.

Veteranos dirigentes nacionales del partido subrayan la trascendencia fundacional de aquella alianza. Camins era entonces su secretaria general en Nuevas Generaciones. Hace tres años, el entorno de Casado le transmitió a Pío García-Escudero, como responsable de la gestora madrileña, que era la designada para asumir, tras un congreso, la anhelada presidencia del aparato madrileño. Carromero siempre ha sido para Casado su encargado de, como lo denominan en el PP, “operaciones especiales”.

Dos exministros

Desde ese entorno de Carromero, se contactó en Navidades con el presidente del Grupo Mira de Detectives, Julio Gutiez, para conseguir el extracto bancario y el formulario de Hacienda con los ingresos extra de Tomás Díaz Ayuso. Gutiez no aceptó el encargo porque era ilegal. Hubo otros intentos en la misma línea. Según el entorno de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez fue alertado de la maniobra a mediados de diciembre por una llamada del exministro de Justicia de Mariano Rajoy, Rafael Catalá, amigo personal de Gutiez. Catalá lo niega. Avisada Ayuso, llamó a su amigo Alberto Ruiz Gallardón, también exministro de Rajoy, con experiencia de gestión en la alcaldía y la Comunidad, para que contactara con el alcalde e hiciera de mediador. Ayuso quería tener de nuevo testigos. Gallardón hizo su trabajo.

El alcalde y portavoz nacional del PP, José Luis Martínez Almeida, se reunió el jueves pasado con los implicados en el ámbito municipal y estos le negaron los hechos. Aunque unas horas después Carromero presentó su dimisión, Almeida se creyó a salvo de esta quema. Pero su desconfianza es total hacia Egea y sabe que algo se ha roto en el tique electoral que creía imbatible con Ayuso.

El martes explotó la bomba mediática por el supuesto espionaje del partido a Ayuso y su familia. El equipo de la presidenta rechaza cualquier implicación en esa filtración para intentar la arriesgada estrategia de la voladura controlada del escándalo. Génova 13 también niega que haya salido de su entorno. En todo caso, como reconocieron más tarde Egea y Casado, nunca pudieron imaginar una reacción tan virulenta de una candidata de la que valoraron tanto su arrojo, a veces hasta suicida, y a la que ahora tachan de traidora. El bumerán está tan suelto y libre que amenaza con segar la cabeza de todos los actores implicados y dejar al PP tocado por mucho tiempo.

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