Óscar Puente, alcalde de Valladolid: “Mañueco y Casado pueden hundirse juntos”
El regidor socialista defiende su gobierno de coalición en el Consistorio: “Los socios ayudan a ser valientes”
Óscar Puente (Valladolid, 53 años) suma seis en la alcaldía de Valladolid gracias a una coalición de izquierdas que dio el mando al PSOE tras 20 años de gobiernos locales del PP. El regidor, referente de su partido en Castilla y León, defiende a Luis Tudanca, el candidato de su partido en las elecciones del 13 de febrero.
Pregunta. ¿Po...
Óscar Puente (Valladolid, 53 años) suma seis en la alcaldía de Valladolid gracias a una coalición de izquierdas que dio el mando al PSOE tras 20 años de gobiernos locales del PP. El regidor, referente de su partido en Castilla y León, defiende a Luis Tudanca, el candidato de su partido en las elecciones del 13 de febrero.
Pregunta. ¿Por qué sorprende que gobierne la izquierda en Valladolid?
Respuesta. O mucho cambia todo o vamos a 28 años de alcaldes socialistas desde 1979. Los datos desmienten las leyendas; que haya tendencia a conservar no implica no ser progresista. Hemos hecho públicos autobuses y aparcamientos, remunicipalizado el agua, los servicios funerarios o la recogida de residuos. Tenemos una enorme densidad cultural, es una ciudad vanguardista pese a su carácter reservado.
P. ¿Es más de izquierdas usted que Pedro Sánchez?
R. Cada uno desarrolla políticas progresistas. La gestión pública del agua es algo controvertido en el PSOE, lo decidimos en un gobierno de coalición que me satisface. Habría que ver si lo hubiéramos hecho estando solos: los socios ayudan a ser valientes. Hay un público entendido que mira a Valladolid con envidia.
P. ¿Qué piensa sobre las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre las macrogranjas?
R. No me ha interesado mucho el tema, se habla de malas traducciones... No tengo la información suficiente, no soy una persona de campo.
P. ¿Se siente perseguido en redes sociales?
R. Estoy perseguido, lo llevo con resignación. Tiene más que ver con las políticas que con las declaraciones. Me he convertido en un blanco de odios impulsados por algunos lobbies económicos. Valladolid es un mensaje terrible para quienes sostienen la falacia de que lo privado es mejor. Sobre que bloqueo a ciudadanos, no soy de plástico. Leo lo que me mandan, y me afecta. Si no la manejara yo, la cuenta sería insulsa y no habría nadie bloqueado. También resuelvo problemas por Twitter.
P. ¿Por qué en Valladolid hay gobiernos progresistas pero en la Junta el PP lleva 34 años seguidos?
R. El tejido social de Valladolid no es representativo de toda Castilla y León. Es la ciudad más grande, con un componente obrero importante. Puede fluctuar, pero se diferencia de las ciudades pequeñas o de los núcleos rurales. Mañueco adelanta elecciones por el calendario judicial. El PP va a menos; quien no lo vea está ciego. Tiene un líder, Pablo Casado, cuestionado fuera y dentro de su partido, con un escenario malo porque el Gobierno agotará la legislatura y crecerá con una recuperación económica y, espero, el fin de la pandemia. Esto juega contra el PP. Casado necesita llegar a las generales con algún éxito. Es un náufrago que se aferra a Castilla y León y quizá a Andalucía. Casado se agarra a Mañueco para intentar salvarse, pero pueden hundirse juntos. Mañueco no es el más moderado del PP. En formas y lenguaje, no es que sea moderado, sino insulso.
P. ¿Qué mensaje tiene para el exvicepresidente Francisco Igea?
R. Se lo ha ganado. El 2019 pudo ser leal con sus votantes, pues prometió que no apoyaría al PP. Tampoco fue leal consigo mismo y recibió la puñalada trapera. Igea ha asumido el desgaste de la pandemia con las decisiones complicadas de Sanidad y ha defendido a Mañueco. Ahora le acusa de mentiroso, me llevo las manos a la cabeza. Lo siento, porque creo que podía haber aportado a la política autonómica. Es víctima de errores y candidez.
P. Usted criticó la oposición de Luis Tudanca, de su propio partido, en la Junta.
R. No quiero ser pretencioso, pero fue un toque de atención útil. Quizá fui poco comprensivo con Luis, que ganó en 2019 y confiaba en Ciudadanos. Ahora el PSOE está en forma y es la alternativa a Mañueco. No creo que la gente piense en la moción de censura fallida, no había un gobierno chachi piruli en Castilla y León. Ciudadanos debió apoyar a Tudanca o haber seguido la moción. Ahí están las consecuencias.
P. ¿Pueden pesar, en una comunidad tradicional, los pactos del Gobierno central?
R. Bildu hace política. Un concejal vasco del PP me decía que no entendía a la derecha, que actúa como si ETA no hubiera desaparecido; él hubiera deseado ver a Bildu en las instituciones. La gente verá si quiere seguir con 34 años de un Gobierno acuciado por la corrupción o la despoblación. Si eso es menos importante que los acuerdos presupuestarios con Bildu, es hacerse el harakiri.
P. ¿Qué tiene que ocurrir para que la izquierda llegue a la Junta?
R. Que gane Tudanca y haya fuerzas bisagras. Este PP tiene un escenario complicado, se estrellarán. Han hecho una jugada fea en plena pandemia. Es una irresponsabilidad, pasará factura. La izquierda debe reforzar la sanidad, lo público, la atención a los desfavorecidos y dinamizar la economía para que la gente no se vaya. La oferta del PSOE tiene que ser diferente al PP de tantos años.
P. ¿Qué papel otorga a Yolanda Díaz en la política española?
R. Me recuerda a la canción de Un globo, dos globos, tres globos. Hemos vivido a Albert Rivera, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón... Hay una necesidad incluso mediática de crear figuras artificiales. Luego viene Paco el votante con las rebajas. No la veo como alternativa.
P. Le ha negado dos veces a Pedro Sánchez ser ministro.
R. Estoy feliz donde estoy. No me cambio por nadie. Fui portavoz, pero se pierde transversalidad, como Almeida con el PP. Es bonito soñar cosas y verlas hechas realidad. Eso lo da solo la política municipal.
P. ¿Qué aportará la plataforma España Vaciada a las elecciones?
R. Canaliza un estado de ánimo, una llamada de atención. Recelo de que los localismos resuelvan los problemas. Les falta fuerza, cohesión y sufren el arribismo. Hay plataformas sanas, con gente de buena intención, pero otros se arriman para medrar. El PSOE necesita bisagras para el cambio. Estos territorios saben lo que hay. ¿Por qué no probar, si están hartos del PP, aunque no les guste mucho el PSOE?