El PP lanza la batalla cultural de la carne como ariete electoral en Castilla y León

Casado hará de esta disputa un eje de la campaña contra la izquierda

Pablo Casado durante una visita una explotación ganadera en la provincia de León en 2019, en una imagen difundida por el PP.DAVID MUDARRA

La polémica por las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, al cuestionar la calidad de la carne que se produce en las macrogranjas españolas no es una anécdota: esconde de fondo una nueva batalla cultural entre la derecha y la izquierda por la transición ecológica, que se libra ahora en precampaña electoral. Los conservadores creen haber encontrado un filón para desgastar al Gobierno progresis...

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La polémica por las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, al cuestionar la calidad de la carne que se produce en las macrogranjas españolas no es una anécdota: esconde de fondo una nueva batalla cultural entre la derecha y la izquierda por la transición ecológica, que se libra ahora en precampaña electoral. Los conservadores creen haber encontrado un filón para desgastar al Gobierno progresista por el impacto de las políticas medioambientales en el mundo rural y agrario y con la defensa de las tradiciones frente a las modernas propuestas de alimentación saludable, y van a utilizarlo como uno de los ejes de campaña ante las próximas elecciones en Castilla y León. La comunidad, que concentra una quinta parte de la superficie rural española, es uno de los territorios donde mejor calan estos debates, y los populares, que tienen ahí nuevos competidores para representar el mundo agrario —Vox y las candidaturas de la España Vaciada— han encontrado un terreno abonado para poner en aprietos a la izquierda.

El presidente de Castilla y León y candidato a la reelección, Alfonso Fernández Mañueco, abrió la brecha contra el ministro de Consumo colocando en primer plano de la precampaña sus declaraciones contra las macrogranjas de ganadería. “Qué ha hecho Castilla y León para que el Gobierno de España ataque a nuestros ganaderos. No lo vamos a admitir. Nos tendrán enfrente en defensa de los hombres y mujeres del campo”, escribió Mañueco en las redes sociales. El ministro no había atacado al sector ganadero en su conjunto, sino que criticó el modelo de las macrogranjas, ya que producen, dijo, carne “de peor calidad” que además es fruto del “maltrato animal” y provoca “un impacto ecológico descomunal y desproporcional”. Es decir, pretendía abrir un debate sobre la sostenibilidad medioambiental de la ganadería, pero sus declaraciones en un medio extranjero en plena precampaña en Castilla y León cayeron como un regalo para el PP.

Las asociaciones del sector —la UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos) y Asaja (Asociación de Jóvenes Agricultores)— cargaron contra Garzón, y los barones socialistas se unieron a la derecha en sus críticas. Al final, el ala socialista del Gobierno terminó por distanciarse del titular de Consumo, y el candidato socialista en Castilla y León, Luis Tudanca, a quien la polémica le pone palos en las ruedas ante la cita electoral, tuvo que salir a desmarcarse de las declaraciones del ministro por ser “confusas e irresponsables”. En el PP se saboreó la jornada del miércoles como una victoria.

Nueva ofensiva contra Garzón

Conscientes del filón, los populares no sueltan la presa y van a lanzar una nueva ofensiva contra el ministro de Unidas Podemos, presentando mociones para reprobarlo en todos los Ayuntamientos, diputaciones y parlamentos regionales del país. El partido busca también desgastar a los socialistas, a quienes el debate les provoca contradicciones entre su alma ecologista y la defensa del sector agrario y del mundo rural. El PSOE se encuentra muy contrariado porque el marco son unas elecciones en una comunidad con un importante peso de estos sectores. En Castilla y León está la provincia con más ganado vacuno de España, Salamanca, con 627.995 ejemplares, según los datos del Ministerio de Agricultura.

De fondo está el debate sobre la transición ecológica, que despierta muchas tensiones y que la derecha y la extrema derecha están utilizando para presentar una batalla cultural contra la izquierda. El problema para los progresistas es que cale el discurso de los conservadores de que “la transición ecológica es una cuestión elitista de urbanitas, formados y un poco pijos”, alerta la politóloga Cristina Monge. Esa es precisamente la línea discursiva de Vox, con la que pretende atraer a las clases populares. “Para ellos, solomillo. Para ti, gusanos. Para ellos, subvenciones a los coches eléctricos. Para ti, restricciones a la movilidad”, defendió su líder, Santiago Abascal, al hilo de la polémica de Garzón en las redes sociales.

Hay más elementos en juego en este conflicto, como la disputa entre tradición y modernidad, y entre las ciudades y los pueblos, en la que Vox — y después el PP— han entrado de lleno. “Toda la ultraderecha en Europa, y Vox lo está empezando a hacer, defiende una especie de nacionalismo rural apegado a lo más tradicional de la cultura de ese mundo”, explica Monge. “En vez de plantear cómo evolucionar eso en aras de la sostenibilidad, ellos dicen que el discurso ecologista de la izquierda es el de los pijos de las ciudades, y que en realidad quienes mejor defienden ese mundo son los ganaderos, los agricultores y los toros. Con este discurso retro-tópico, de vuelta a las esencias y de intentar emular un pasado que no fue, lo que hacen es negar los problemas en esos sectores y decir que la solución es mantenerlos en su forma tradicional”.

La derecha ya había lanzado una ofensiva similar contra el ministro de Consumo cuando este recomendó hace unos meses la reducción del consumo de carne por razones medioambientales y de salud. Entonces, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se posicionó en defensa de la carne —“A mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible”, dijo el líder socialista— y ahora ha guardado silencio en la controversia sobre las macrogranjas. Sin embargo, los datos dicen que en España hay una elevada preocupación por el medio ambiente, tanto en la izquierda como en la derecha, recuerda el sociólogo José Pablo Ferrándiz. El 76% de los españoles asegura haber realizado cambios en la compra o en el uso de productos y servicios por la preocupación por el cambio climático, según un estudio de IPSOS de justo antes de la pandemia. De ellos, el 41% dice haberlo hecho en la comida que consume. El análisis de los expertos es que la transición ecológica y el consumo de carne “han quedado atrapados en la polarización política”, pero no está claro que la batalla la vayan a ganar al final los conservadores. “Creo que el consumo saludable se impondrá en los próximos años, como en cierta medida ocurrió con la prohibición de fumar en espacios cerrados”, augura Ferrándiz.

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