Momento Yolanda

Noviembre ha sido el mes de la vicepresidenta y ministra de Trabajo; no ha habido día en que no apareciera por uno u otro motivo

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante una sesión de control al Gobierno en el Senado, el 16 de noviembre.Jesús Hellín (Europa Press)

El barómetro del CIS del mes de noviembre detecta movimientos en el subsuelo de la izquierda. No era para menos. Este ha sido el mes de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. No ha habido día en que no apareciera por uno u otro motivo, ya fuera como ministra del ramo o como candidata in péctore de una plataforma aún sin nombre ni integrantes, llamada a superar a UP a la vez que hereda (¿y ensancha?) su espacio.

El cambio que percibe el CIS e...

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El barómetro del CIS del mes de noviembre detecta movimientos en el subsuelo de la izquierda. No era para menos. Este ha sido el mes de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. No ha habido día en que no apareciera por uno u otro motivo, ya fuera como ministra del ramo o como candidata in péctore de una plataforma aún sin nombre ni integrantes, llamada a superar a UP a la vez que hereda (¿y ensancha?) su espacio.

El cambio que percibe el CIS es sutil, pero podría ser importante. Desde junio se venía observando cómo crecía la ola de simpatía desatada a raíz del cambio de Iglesias por Díaz en el liderazgo electoral de Unidas Podemos. Por un lado, en el interior del electorado morado, donde la preferencia por la nueva vicepresidenta segunda como próxima presidenta del gobierno escalaba posiciones a cada barómetro. Primero superando a la preferencia de los votantes del PP por Pablo Casado, luego pasando por delante de la preferencia de los socialistas por Pedro Sánchez. Díaz es hoy más preferida entre los suyos de lo que fue Iglesias en el pasado.

Pero, por otro lado, la atracción por Yolanda Díaz también se hacía evidente entre el votante socialista, algo que nunca consiguió su antecesor. Según el CIS de este mes, el 18,6% de los que votaron al PSOE en noviembre de 2019 preferiría a Díaz en La Moncloa. La preferencia por Iglesias no pasó nunca del 1,6%.

Otro elemento a tener en cuenta es que el conjunto del electorado socialista considera que Díaz es mucho más próxima a su propia posición en el eje izquierda-derecha. Los votantes socialistas se sitúan en el 3,7 de la escala y sitúan a Sánchez en el 4 y a la vicepresidenta en el 3,5. Es una de los suyos, algo que Iglesias nunca fue.

La diferencia de este barómetro con los anteriores es que esta simpatía hacia Yolanda Díaz parece haber mutado en intención de voto, algo que no había sucedido hasta la fecha. Según los datos del CIS, la fidelidad de voto a UP se situaría ahora en el 67,6%, ocho puntos más que en octubre, y hasta un 6,9% de los votantes del PSOE de 2019 se decantarían ahora por la papeleta morada. Casi medio millón de votos, un incremento de 300.000 respecto a octubre.

Aun es pronto para asegurar que los datos de este CIS se van a consolidar. Hay mucho de foco, seguramente. La atención que ha concentrado Yolanda Díaz este mes explica parte de estas cifras y está por ver que consiga mantener tanta atención de aquí a las elecciones. Además, su proyecto está posiblemente en el momento más dulce, cuando todos quieren sumarse a él y aún no han empezado a pelearse por las posiciones de salida en las listas electorales.

Sin embargo, los datos del CIS muestran que la posición de Díaz en el gobierno parece blindada. El PSOE no puede atacarla sin disgustar a esa parte de su base que ve en la vicepresidenta segunda a una de las suyas, a alguien que sienten próxima a sus posiciones. Cualquier intento de cortocircuitar a Díaz desde dentro del gobierno no sólo va en contra de la imagen pública del propio gobierno y de su gestión, sino que puede percibirse negativamente en amplios sectores del voto socialista.

Esta situación, aunque pueda parecer lo contrario, podría no ser mala para el PSOE ni para Pedro Sánchez. Puesto que no se puede hacer la zancadilla a Díaz sin arriesgarse a caer uno mismo, la competencia contra la líder morada por el favor del voto de la izquierda la tendrán que establecer mediante hechos, decisiones, políticas. Lo cual, al final, va a acabar siendo bueno para Sánchez, para el PSOE, para todo el gobierno y, ya puestos, para el conjunto del país.

Oriol Bartomeus es profesor de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona.

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