El Gobierno ultima el traslado a España de 200 afganos en dos vuelos

Exteriores inicia la segunda fase de la operación para evacuar a los colaboradores locales de las Fuerzas Armadas y la cooperación españolas

Ciudadanos afganos suben a un avión A400M del Ejército del Aire español durante la evacuación desde el aeropuerto de Kabul, en agosto pasado.MINISTERIO DE DEFENSA (Europa Press)

España activará en los próximos días la segunda fase de la operación de repatriación de los afganos que colaboraron con las Fuerzas Armadas y la cooperación españolas durante las casi dos décadas de presencia occidental en el país. Está previsto que unos 200 ciudadanos afganos sean trasladados a España en dos vuelos desde un país vecino de Afganistán hasta la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), según han confirmado distintas fuentes conocedoras de la operación, de la que no se ofrecen más detalles por razones de seguridad.

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España activará en los próximos días la segunda fase de la operación de repatriación de los afganos que colaboraron con las Fuerzas Armadas y la cooperación españolas durante las casi dos décadas de presencia occidental en el país. Está previsto que unos 200 ciudadanos afganos sean trasladados a España en dos vuelos desde un país vecino de Afganistán hasta la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), según han confirmado distintas fuentes conocedoras de la operación, de la que no se ofrecen más detalles por razones de seguridad.

España completó el pasado 27 de agosto la primera fase de la operación de repatriación. Tres aviones militares A400M del Ala 31 del Ejército del Aire realizaron 17 rotaciones entre el aeropuerto de Dubái (Emiratos Árabes Unidos) y Kabul. Más de 2.000 evacuados llegaron a Torrejón a bordo de 10 vuelos fletados a la compañía Air Europa. En su mayoría fueron afganos que habían colaborado con las tropas españolas y sus familias (1.671) pero también con la OTAN, la UE, la ONU o Portugal.

La salida de las fuerzas estadounidenses del aeropuerto de Kabul, prevista para el 31 de agosto, obligó a poner fin al puente aéreo, sin haber podido evacuar a varios cientos de afganos (según algunas fuentes, hasta un millar) que habían colaborado con España. Ante la rapidez del avance talibán, muchos no pudieron llegar desde la remota provincia de Badghis, en el noroeste del país, donde operaron militares y cooperantes españoles, hasta la capital afgana.

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, prometió entonces “no dejar a nadie atrás”. A principios de septiembre, viajó a Pakistán y Qatar, los dos países que mantienen mejores relaciones con el régimen talibán, de cuyas autoridades obtuvo la promesa de apoyar la evacuación que planeaba. Aunque España no tiene representación diplomática en Kabul (algunos países han trasladado su embajada a Doha, pero Exteriores no ha tomado aún una decisión), mantiene contacto con muchos de sus antiguos colaboradores por vía telemática. Si en la primera operación la mayor dificultad estribaba en conseguir que los afganos llegaran al aeropuerto de Kabul, sorteando los controles de los talibanes y el caos reinante en sus inmediaciones, ahora el reto es que salgan sanos y salvos del país.

El alto representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, el español Josep Borrell, ha cifrado este viernes en 12.000 los ciudadanos europeos que siguen en Afganistán y 10.000 los afganos que colaboraron con los países europeos y siguen allí. En un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum, Borrell ha señalado que unos 22.000 afganos han sido acogidos en Europa y ha instado a los países miembros de la UE a recibir a más, “entre 10.000 y 20.000 como mínimo”, pero “para acogerlos hay que sacarlos y en eso estamos”.

Borrell ha agradecido que España aceptara recibir temporalmente en Torrejón a 500 afganos que colaboraron con la UE, porque había que sacarlos urgentemente de Kabul y no se podía esperar a que “una panda de burócratas”, según sus palabras, les diera el visado que las instituciones europeas no pueden suministrar. La operación, subrayó, resultó “modélica” aunque, “quizá porque fueron pocos. Seguramente si hubieran sido 50.000 habría sido más difícil de administrar”, admitió.

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