Un adolescente marroquí repatriado: “Me deportaron de Ceuta contra mi voluntad”
El menor, uno de los 55 ya devueltos, recibió como un mazazo la instrucción de cruzar la frontera hacia Marruecos
A sus 17 años, K. B. no duda al ser preguntado sobre cómo fue su regreso a Marruecos después de haber pasado unos tres meses en el centro de acogida de Santa Amelia. “Me deportaron de Ceuta contra mi voluntad, quiero volver a España”, explica en una conversación telefónica desde su país. K. B. (iniciales que protegen su intimidad) forma parte del grupo de 55 menores marroquíes que fueron ...
A sus 17 años, K. B. no duda al ser preguntado sobre cómo fue su regreso a Marruecos después de haber pasado unos tres meses en el centro de acogida de Santa Amelia. “Me deportaron de Ceuta contra mi voluntad, quiero volver a España”, explica en una conversación telefónica desde su país. K. B. (iniciales que protegen su intimidad) forma parte del grupo de 55 menores marroquíes que fueron deportados la semana pasada de Ceuta por el Ministerio del Interior en un proceso que ha provocado una gran controversia política y legal. La justicia ha frenado las expulsiones debido a las dudas sobre la legalidad del proceso.
K. B. exhibe una mirada inocente en su foto de perfil en las redes sociales. Aprovechó para cruzar a Ceuta a mediados de mayo, cuando oyó rumores de que las autoridades marroquíes habían dejado de patrullar la frontera común. Él y su familia residen en Castillejos, la ciudad marroquí contigua al enclave español. “Aquí en Marruecos no hay futuro. Todos mis hermanos están en paro. Mi esperanza es ir a España”. Este menor no acompañado fue una de las más de 8.000 personas que cruzaron la frontera durante la apertura de la misma por Marruecos entre el 17 y 18 de mayo.
K. B. fue conducido a un centro de acogida junto a otros 800 menores como él. Durante su estancia en el polideportivo de Santa Amelia, recuerda que recibió un buen trato. “Nos daban comida y ropa nueva si la necesitábamos”. Estaba convencido de que podría trasladarse pronto a la Península e iniciar una nueva vida. “Tengo primos en Madrid, e hicieron gestiones para poder acogerme en su casa”.
Opciones de quedarse en España
Unos tres días antes de su deportación, asegura que recibió la visita de un abogado, si bien no sabe si pertenecía al Estado o a una ONG. En todo caso, según su versión, le indicó que tenía opciones de poder quedarse en España. Por eso, el pasado sábado recibió como un mazazo la orden de la policía de subir con otros 15 muchachos en una furgoneta policial. No les explicaron dónde iban, pero lo intuyó. “En ningún momento nos preguntaron si queríamos volver. Nos metieron en la furgoneta por la fuerza, pero no nos agredieron”, asegura.
“En la furgoneta no había ni uno solo que quisiera volver. Y entre los más de 150 chavales del centro de Santa Amelia, creo que tampoco”. K. B. no es capaz de identificar bajo qué criterios fue él uno de los escogidos. “Yo tenía un número, quizás fue una lotería. Entre los 15 de la furgoneta, había chicos de mi edad y otros más pequeños, de unos 12 años. Es posible que alguno fuera huérfano”. Una ONG española que ha estudiado el caso asegura que en las listas oficiales no había niños tan pequeños y se cree que no figuraban huérfanos. K. B. vive en una casa con su familia, de clase media. Asegura que ellos estaban de acuerdo con que él partiera a España.
Al igual que el resto de los menores deportados, K. B. fue enviado al centro de acogida de Martil, unos 45 kilómetros al sur de Ceuta. Allí pasó tan solo cuatro horas, las que tardó su familia en ir a buscarlo al centro. “Yo no firmé ningún papel, ni sé nada de cómo fueron los procedimientos legales. Pero mi familia sí tuvo que firmar un papel”. Al ser uno de los primeros en marchar, no sabe cuál fue la suerte del resto de 15 menores repatriados con él.
Ashraf Maimuni, responsable de la sección de Tetuán de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), una de las principales del país, formó parte el pasado miércoles de una delegación que visitó el centro de Martil. Allí se entrevistó con su director, Mohamed Bujman, que ha declinado hablar con EL PAÍS. “El director nos dijo que al menos algunos chavales habían sido deportados contra su voluntad”, comenta Maimuni. “Nos explicó que todos los chavales habían sido devueltos con sus familias, y ya no quedaba ninguno en el centro”.
Al igual que las ONG españolas, la AMDH ha sido muy crítica con el proceso de deportación de los menores. “Creemos que las deportaciones no se están haciendo con las garantías para que se resuelva la situación de estos menores según sus intereses y se han violado los tratados internacionales sobre los derechos de la infancia”, dice Said Tbel, máximo responsable del apartado migratorio en la ONG marroquí, que está llevando a cabo una investigación sobre el proceso legal seguido.
K. B. debe volver a su rutina de estudiante en un colegio profesional de tapicería. A este seguidor del Real Madrid, la experiencia de deportación no le ha alterado su horizonte. “Quiero ir a España y volveré a intentarlo de nuevo”. Durante su paso por Ceuta ha aprendido a chapurrear algunas palabras de español. “Necesito ayuda para volver a tu país”.