La deuda de la sociedad española con Manuel Clavero

No ha habido nadie que haya tenido el protagonismo que tuvo él en la definición de la estructura del Estado

Manuel Clavero Arévalo, en octubre de 1998.EFE

Manuel Clavero murió el lunes en Sevilla a los 95 años. Aunque nunca dejó de estar interesado en la política, dejó de participar como protagonista en la misma hace ya 40 años. Es posible, en consecuencia, que su nombre no le diga gran cosa a la mayoría de los ciudadanos. Y, sin embargo, no ha habido nadie que haya tenido el protagonismo que tuvo él en la definición de la estructura del Estado. Nadie como él se halló tan presente en la fase preconstituyente, en el proceso constituyente propia...

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Manuel Clavero murió el lunes en Sevilla a los 95 años. Aunque nunca dejó de estar interesado en la política, dejó de participar como protagonista en la misma hace ya 40 años. Es posible, en consecuencia, que su nombre no le diga gran cosa a la mayoría de los ciudadanos. Y, sin embargo, no ha habido nadie que haya tenido el protagonismo que tuvo él en la definición de la estructura del Estado. Nadie como él se halló tan presente en la fase preconstituyente, en el proceso constituyente propiamente dicho y en el momento de la inicial puesta en marcha del Estado de las Autonomías a partir de las posibilidades y los límites establecidos en la Constitución.

Clavero fue ministro de Administraciones Públicas en el primer Gobierno presidido por Adolfo Suárez tras las elecciones del 15 de junio de 1977. Inventó el sistema de las llamadas preautonomías, en el que se prefiguró en cierta medida el carácter políticamente descentralizado del Estado, que acabaría siendo constitucionalizado en 1978. El sistema fue incomprendido y duramente criticado y, sin embargo, escribí entonces, y sigo pensando ahora, que sin las preautonomías no se hubiera podido hacer la Constitución. Sin la garantía que las preautonomías suponían de que ningún territorio se iba a quedar fuera en el proceso de reestructuración territorial del Estado, hubiera sido imposible alcanzar un consenso en esta materia, aunque fuera un consenso tan ambiguo como el que se logró.

También estuvo detrás de la incorporación del artículo 151 al texto constitucional, sin el cual no hubiera sido posible el referéndum del 28-F de 1980 en Andalucía y, como consecuencia de su resultado, la interpretación territorial de la Constitución no en clave nacionalista, sino en clave de estructura general del Estado, es decir, como un programa de territorialización íntegra del Estado en comunidades autónomas que tuvieran la misma naturaleza, la misma arquitectura institucional, el mismo sistema competencial y la misma financiación, con la excepción de País Vasco y Navarra.

La aportación de Clavero resultó igualmente decisiva para abortar la maniobra urdida por Rodolfo Martín Villa y Alejandro Rojas-Marcos para anular políticamente el resultado del referéndum del 28-F en Andalucía, que hubiera conducido a un desenlace muy diferente en la construcción del Estado de las Autonomías.

En todos los momentos decisivos de la construcción de la estructura del Estado estuvo presente Manuel Clavero. Y lo hizo de una manera determinante. No hay nadie que haya ejercido un protagonismo comparable al suyo. Y con un coste personal enorme, porque debió hacer lo que resulta más difícil en la vida en general y en la vida política en particular: convertirse en un disidente. Para enfrentarse al adversario no hace falta mucho arrojo; para hacerlo en el interior de tu propio partido y en un momento decisivo del proceso constituyente, sí hay que tener mucho valor. Manuel Clavero lo hizo y, repito, con un coste personal enorme.

En el día de su muerte pienso que es de justicia recordarlo. A la respuesta al problema constituyente más difícil al que tenía que enfrentarse la sociedad española después de la muerte del general Franco —cómo pasar de un Estado unitario y centralista a otro políticamente descentralizado— nadie contribuyó tan decisivamente como lo hizo Manuel Clavero.

La inmensa mayoría de los ciudadanos puede que no sea consciente de ello. Pero así fue. Creo que es importante que se sepa y que se reconozca.

Javier Pérez Royo es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.

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