Campaña con escolta
Interior refuerza la seguridad de los candidatos. El Gobierno se muestra “muy preocupado por el clima de confrontación”
España sabe muy bien lo que es hacer campaña electoral con escoltas. La violencia terrorista de ETA obligó a llevar esa sombra permanente incluso a concejales de pueblos pequeños en los años noventa y en la primera década del siglo XXI. Pero el final de la banda en 2011 devolvió una cierta normalidad a los mítines.
Nunca más se ha temido como entonces por la vida de los candidatos, amenaz...
España sabe muy bien lo que es hacer campaña electoral con escoltas. La violencia terrorista de ETA obligó a llevar esa sombra permanente incluso a concejales de pueblos pequeños en los años noventa y en la primera década del siglo XXI. Pero el final de la banda en 2011 devolvió una cierta normalidad a los mítines.
Nunca más se ha temido como entonces por la vida de los candidatos, amenazados en esos años directamente por una banda terrorista que no iba de farol: mataba a concejales del PP y del PSOE con periodicidad y en campaña electoral casi siempre se registraba algún atentado mortal. Sin embargo, poco a poco en España va subiendo el nivel de tensión, y sin llegar a un riesgo vital, la seguridad se ha ido reforzando en algunas situaciones.
Ya empezó con la crisis secesionista en Cataluña, que forzó a llevar protección policial en algunos actos de los no independentistas, en especial Cs, que ganó las autonómicas de 2017 y vio cómo se intentaba sistemáticamente boicotearles. Después apareció Vox, y la tensión se desplazó a sus actos en Cataluña. Pero nunca hasta este año había pasado en Madrid, comunidad donde la tensión política era elevada hace años sin que se hubiese llegado a la calle. Tanto es así que algunos candidatos en esta campaña iban sin escolta. Pero eso también se ha acabado.
El ambiente enrarecido que se vive en la campaña de los comicios madrileños del 4-M y las amenazas directas que han sufrido tanto el candidato Pablo Iglesias como la ministra de Industria, Reyes Maroto, probable responsable económica si el PSOE logra la presidencia, y, ya este martes, a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso —mediante una carta con dos balas interceptada en Sant Cugat (Barcelona)—, han llevado a los responsables de Interior a replantear la seguridad de los aspirantes, poner escolta a todos los que no la tenían y reforzar la de quienes estaban protegidos. También algunos ministros han visto reforzada su seguridad. El mensaje que ha llegado de Interior a todos es que es un asunto que se debe tomar muy en serio para evitar una situación delicada.
El Gobierno se mostró este martes muy preocupado con la situación que se vive en Madrid, de la que responsabiliza sobre todo a Vox porque se niega a condenar expresamente las amenazas y a solidarizarse con las víctimas, en particular Pablo Iglesias y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dos de las dianas de las críticas más feroces del partido de Santiago Abascal. El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, censuró las amenazas contra Ayuso minutos después de conocerse la noticia: “Las amenazas a Isabel Díaz-Ayuso (...) son amenazas a todos nosotros y nosotras. Ni tolerantes ni cómplices con la violencia y la propagación del odio”.
“Rechazamos a los que quieren utilizar el odio para envilecer el discurso público”, había recalcado por la tarde la portavoz, María Jesús Montero, en la conferencia de prensa tras la reunión el Consejo de Ministros. El Ejecutivo acompañó con esa posición institucional el principal mensaje del PSOE: exigir al PP que se sume a un cordón sanitario a Vox para dejar a la ultraderecha fuera de las instituciones si insiste en burlarse de las amenazas a ministros. Montero señaló directamente a la formación de Abascal como instigadora de un ambiente tóxico que favorece las amenazas: “El Gobierno quiere mostrar su preocupación por el clima de confrontación. Se crea un caldo de cultivo. Hay situaciones que deberían llevar la condena unánime pero siempre hay una formación que pone peros.
Isabel Díaz Ayuso descartó por completo cortar con Vox y, en un mitin, le dijo al PSOE que le ofrezca su apoyo si no quiere que gobierne con los ultras: “Yo no hago cordones sanitarios. Si no quieren que esté Vox que me apoyen a mí. Solucionado”.
Vox sigue en su línea de burlarse de esas amenazas —ha llegado a llamar “llorón cobarde” a Iglesias— pero ahora también se ha sumado el PP. Horas antes de que se detectase en Barcelona la carta amenazante a su nombre, Ayuso reclamó a los socialistas que dejen atrás las amenazas para volver a hablar de los asuntos que dominaban la campaña antes de que se produjeran.
Estrategia tras el debate
La candidata del PP ve una estrategia electoral del PSOE detrás del debate sobre las amenazas. Y habla de forma descarnada de ellas: “El supuesto problema de amenazas ya me parece una broma de mal gusto. Se está creando un circo por parte de los que van bajando. Todos tenemos amenazas y hay que llevarlas a la policía”. Ayuso habló incluso de “supuestos escáneres”, poniendo en duda la versión oficial de los envíos amenazantes, y reclamó al Ejecutivo que use la cuestión con discreción. “Amenazas tenemos todos. Hay que saber trabajar con sosiego. Están creando una alarma que no hay. No vivimos en un país inseguro”, remató.
Por la noche, aludió a la carta a su nombre en una entrevista en Trece TV: “Estas cosas hay que afrontarlas con la importancia que tienen: ninguna. No podemos estar hablando todo el día de lo mismo para no crear un efecto llamada”.
La superficie de la campaña está dominada por las amenazas y la tensión, pero en las corrientes de fondo hay otros movimientos. Uno de los más inesperados es que Más Madrid está ocupando mucho espacio del PSOE e incluso amenaza con ganarle la partida, algo impensable hace unos meses para un partido pequeño escindido de Podemos frente a la gran formación del centroizquierda que además gobierna España.
Más Madrid
La encuesta de Metroscopia para EL PAÍS indica que Mónica García, la candidata del grupo de Íñigo Errejón, le pisa los talones al aspirante socialista, Ángel Gabilondo. García no está centrando tanto su discurso estos días, como hacen el PSOE o Podemos, en la disyuntiva “democracia o fascismo”. Los análisis iniciales señalaron que el giro en la campaña tras el debate del viernes en la SER beneficiaría a Iglesias, gran protagonista, y perjudicaría a García. Pero la encuesta de este diario concluye que la campaña de Más Madrid funciona mucho mejor de lo esperado.
García también critica a Vox con dureza y evita, como los otros dos candidatos del bloque progresista, chocar con Gabilondo o Iglesias. Es uno de los cambios clave en la campaña de la izquierda. Sin embargo, ella no parece muy satisfecha con la idea de centrar todo el tiro en el intento de movilizar a ese sector contra Vox. “La intolerancia solo le conviene a Vox. No tiene otra manera de asomar a la política”, sentenció este martes.
La gran batalla se da entre izquierda y derecha para ver quién gobierna en Madrid. Pero, una vez resuelta esa, la recomposición de fuerzas en el seno de la izquierda también marcará los análisis posteriores y el panorama para pensar en el futuro. En Madrid, una autonomía uniprovincial, la división en tres opciones no perjudica a la izquierda, pero en unas generales, con muchas provincias pequeñas donde se pierde mucho voto, sí sería una cuestión decisiva.