Las dudas que dejan las dos semanas de sangre y dolor de ‘Igor el ruso’ en Teruel
El juicio no ha aplacado las incógnitas sobre por qué Norbert Feher permaneció tanto tiempo en la provincia, cómo llegó y si se pudo hacer algo para evitar el triple asesinato
La noche en la que Ígor el Ruso mató a tres personas en Teruel, nacieron muchas dudas. Algunas quedaron resueltas pronto. Una simple comprobación de las huellas descubrió que su verdadero nombre era Norbert Feher y que había nacido en Serbia. Otras continúan sin respuesta tres años y medio después, incluso cuando está a punto de concluir el proceso por el que se le juzga por el triple asesinato. Probablemente nunca se sabrá si recibió ayud...
La noche en la que Ígor el Ruso mató a tres personas en Teruel, nacieron muchas dudas. Algunas quedaron resueltas pronto. Una simple comprobación de las huellas descubrió que su verdadero nombre era Norbert Feher y que había nacido en Serbia. Otras continúan sin respuesta tres años y medio después, incluso cuando está a punto de concluir el proceso por el que se le juzga por el triple asesinato. Probablemente nunca se sabrá si recibió ayuda de alguien para huir de Italia, qué le hizo permanecer tanto tiempo en Teruel, ni por qué el criminal decidió tumbarse en el campo tras matar al ganadero José Luis Iranzo y los guardias civiles Víctor Caballero y Víctor Romero.
Según el relato del asesino confeso, llegó a España a mediados de septiembre de 2017. En sus primeras semanas permaneció en los Pirineos, donde asegura que tuvo algún encontronazo con cazadores de la zona, y fue bajando por Aragón hasta llegar a Teruel. “Cuando cuento cómo llegue y lo que hacía aquí nadie me cree”, se quejó en la primera sesión del juicio durante su declaración. Venía de escapar de un impresionante cerco policial en Italia tras matar a dos personas.
Su presencia en Teruel se empieza a detectar entre finales de noviembre y principios de diciembre. La Guardia Civil recibe hasta dos días antes de los homicidios 13 denuncias por robos en fincas. Pero lo más grave llegó el 5 de diciembre, cuando tiroteó a dos vecinos que le sorprendieron en la finca de uno de ellos. Ambos sobrevivieron. Entonces nadie sabía que el autor de los disparos era un criminal perseguido por varios países de Europa. “En ese momento deberían haber saltado todas las alarmas, pero se permitió que este sujeto siguiera campando por aquí. Se sabía que no se había ido porque continuaron los robos”, se lamenta Luisma Alquézar, primo de Iranzo y portavoz de la asociación que lleva el nombre del ganadero fallecido.
“Probablemente nunca sabremos qué hacía en Teruel, ni cómo llegó en realidad. Lo de que vino en bicicleta no hay quien se lo crea, ha recibido ayuda”, asegura Mariano Tafalla, abogado de la acusación. Feher sostiene desde el principio que estaba esperando a que le llevaran unos documentos falsos a Teruel con los que poder proseguir su huida y que su destino era Valencia, donde ya vivió entre 2015 y 2016. Cuando se le pregunta quién le iba a llevar esos documentos, calla. “La primera vez que tuvo que escapar de Italia por problemas con la justicia, trabajó para una banda de narcotráfico magrebí del levante español”, explicó en su día el fiscal italiano Marco Forte. Meses antes de los asesinatos, la justicia de ese país envió un equipo de carabinieri a Andalucía para tratar de localizar al criminal serbio, sin éxito. “Sabíamos que España podía ser uno de sus lugares preferentes de huida”, reconocía Forte.
La pregunta que más se repiten los vecinos es qué dispositivo se desplegó para tratar de localizar a un sujeto que ya había disparado a dos personas en la zona. ”Todos sabíamos que seguía por allí, cuando José Luis me dijo que aquella mañana habían robado en el masico [como se conoce a las fincas de la zona], no me sorprendió”, explica Eva Febrero, viuda del ganadero asesinado.
“En esos días se hizo un rastreo un día con perros y otro día salió el helicóptero, cuando se pierde un valenciano buscando rebollones montan un operativo mayor”, se queja Cristóbal Soria, de la Asociación Unificada de Guardias Civiles. Unos meses después de los asesinatos, el entonces jefe de la Guardia Civil en Aragón, Carlos Crespo, defendía así la actuación del Cuerpo: “Actuábamos en todo momento con la información de la que disponíamos, no se cerró ninguna línea de investigación”. En esos ocho días, no se mandaron a analizar los restos biológicos encontrados en el lugar del tiroteo ni se movilizaron equipos de otras partes de España.
Y otro interrogante más. ¿Qué hizo Ígor el Ruso en las ocho horas que transcurrieron desde los crímenes hasta que le detuvieron a una hora y media del lugar del crimen? ¿Cómo se entiende que un criminal cuya vida ha sido una huida constante de la justicia se tumbara a dormir a solo unos kilómetros de sus últimos cadáveres? Apenas unos minutos después del triple asesinato, la Guardia Civil cercó la zona. Los vecinos fueron testigos de un impresionante despliegue que no evitó que Feher escapara en el coche robado de una de sus víctimas hasta apenas unos kilómetros de Castellón. Y sin embargo, no continuó.
El hecho de que lo detuvieran dos agentes solos también sorprendió en la sala de vistas. Más aún cuando acababa de tender una emboscada a otra pareja de guardias civiles aprovechando la absoluta oscuridad de aquella noche de diciembre. “Vimos el coche medio volcado, nos metimos a pie por un camino porque vimos algunos bultos bajo una encina y, cuando encendimos las linternas a un metro de él, le despertamos. Tenía una pistola bajo la cabeza”, contaron en el juicio. Feher tan solo cuenta que en ese tiempo se tomó un par de cervezas y se echó un rato a descansar porque se había quedado algo aturdido por el accidente.
Víctor G. es otro vecino que ayudó a la Guardia Civil a buscar a Norbert Feher la noche de los asesinatos. “El asesino es uno y eso ya lo sabemos, pero queremos saber realmente lo que pasó. Si están dispuestos a decírnoslo, lo agradeceremos y estaremos todos un poco más tranquilos”.